09-06-2014, 10:45 PM
Hola, esta corta historia la escribí hace tiempo y la publiqué en otro lado. Pero quiero compartirla con ustedes así que aquí está. Acepto críticas constructivas.
¿Está mal? ¿Tener curiosidad es algo malo? ¿Sólo por ello caes víctima de esa maldición?
Todo empieza por un sueño, un anhelo; común en un niño pequeño que desea ver lo que nadie más ha visto. Un hada de los bosques. Los niños de Hyrule, sean Hylianos o Humanos, sueñan con encontrarse con una arriesgándose a entrar en aquellos Bosques, de los que se rumorea hay una maldición. Pero ellos no lo comprenden, son pequeños e inocentes ¿Cómo sabrían que aquello es verdad? Pues algunos saben que los adultos inventan cosas para asustar a los más jóvenes.
Con terquedad presente, un pequeño logró despistar a sus padres y se adentró en los bosques. Estaba feliz ¡Por fin conocería un hada! No podría haber emoción más grande que esa. Sin embargo, a pesar de correr y moverse a todas partes no notaba diferencia o algún cambio en el sitio por el que pasaba. Aquella emoción cambió rápidamente a miedo; el niño estaba perdido.
— ¡Ayuda!— gritaba, aun sabiendo que eran pocas las posibilidades de que algún humano estuviera por el bosque. — ¡AYÚDENME POR FAVOR!— estaba desesperado, confuso y tenía miedo. El día parecía terminar más pronto de lo esperado y a lo que más temía era al bosque en total oscuridad. Comenzó a correr ¿A dónde? No le importaba, él sólo quería llegar a casa. Hubo varios tropiezos, había veces en las que casi no podía levantarse y continuar; su cuerpo comenzaba a rendirse. ¿Qué debía hacer? ¿Por dónde había pasado al entrar? ¡Por favor! ¡Debe haber alguien que pueda ayudar!
La noche ya estaba presente, sería un milagro si saliera vivo de ahí en la mañana, pero el bosque no tiene piedad ni con las almas más inocentes. Finalmente el niño cayó sobre el pasto, no tenía las fuerzas necesarias para continuar, su garganta estaba seca, ya no podía hablar más por gritar tan alto casi todo el día. Un escalofrío le recorrió la espalda, obligándole a moverse, revolcarse en el pasto. Su vista se volvía difusa, ya no le importaba la oscuridad y lo escalofriante que podía verse el bosque, ya nada le importaba. Lentamente comenzó a morir, si percatarse de ello; no se movía, no lo veía necesario. El bosque lo consumió, cubriéndole de ramas y hojas, despojándole de su humanidad y cualquier recuerdo, dejando en su lugar un ser vacío.
Lo que una vez había sido un alegre niño, ahora era una criatura misteriosa que parecía sonreír sin sentido alguno. Aquel ser vivirá por siempre en los bosques, tocando una melodía que hipnotizará a cualquiera que la escuche, haciéndole entrar en lo más profundo del bosque para que sea una víctima más de esa maldición que portaba el lugar.
Un Skull Kid
¿Está mal? ¿Tener curiosidad es algo malo? ¿Sólo por ello caes víctima de esa maldición?
Todo empieza por un sueño, un anhelo; común en un niño pequeño que desea ver lo que nadie más ha visto. Un hada de los bosques. Los niños de Hyrule, sean Hylianos o Humanos, sueñan con encontrarse con una arriesgándose a entrar en aquellos Bosques, de los que se rumorea hay una maldición. Pero ellos no lo comprenden, son pequeños e inocentes ¿Cómo sabrían que aquello es verdad? Pues algunos saben que los adultos inventan cosas para asustar a los más jóvenes.
Con terquedad presente, un pequeño logró despistar a sus padres y se adentró en los bosques. Estaba feliz ¡Por fin conocería un hada! No podría haber emoción más grande que esa. Sin embargo, a pesar de correr y moverse a todas partes no notaba diferencia o algún cambio en el sitio por el que pasaba. Aquella emoción cambió rápidamente a miedo; el niño estaba perdido.
— ¡Ayuda!— gritaba, aun sabiendo que eran pocas las posibilidades de que algún humano estuviera por el bosque. — ¡AYÚDENME POR FAVOR!— estaba desesperado, confuso y tenía miedo. El día parecía terminar más pronto de lo esperado y a lo que más temía era al bosque en total oscuridad. Comenzó a correr ¿A dónde? No le importaba, él sólo quería llegar a casa. Hubo varios tropiezos, había veces en las que casi no podía levantarse y continuar; su cuerpo comenzaba a rendirse. ¿Qué debía hacer? ¿Por dónde había pasado al entrar? ¡Por favor! ¡Debe haber alguien que pueda ayudar!
La noche ya estaba presente, sería un milagro si saliera vivo de ahí en la mañana, pero el bosque no tiene piedad ni con las almas más inocentes. Finalmente el niño cayó sobre el pasto, no tenía las fuerzas necesarias para continuar, su garganta estaba seca, ya no podía hablar más por gritar tan alto casi todo el día. Un escalofrío le recorrió la espalda, obligándole a moverse, revolcarse en el pasto. Su vista se volvía difusa, ya no le importaba la oscuridad y lo escalofriante que podía verse el bosque, ya nada le importaba. Lentamente comenzó a morir, si percatarse de ello; no se movía, no lo veía necesario. El bosque lo consumió, cubriéndole de ramas y hojas, despojándole de su humanidad y cualquier recuerdo, dejando en su lugar un ser vacío.
Lo que una vez había sido un alegre niño, ahora era una criatura misteriosa que parecía sonreír sin sentido alguno. Aquel ser vivirá por siempre en los bosques, tocando una melodía que hipnotizará a cualquiera que la escuche, haciéndole entrar en lo más profundo del bosque para que sea una víctima más de esa maldición que portaba el lugar.