18-07-2020, 11:05 PM
Un CART es exactamente esto:
Rediseñar, amar, las células “buenas” del organismo de un paciente para combatir un cáncer. Pero no cualquier célula. No. Las seleccionadas son los linfocitos T.
Pero, empecemos desde el principio...
Un linfocito T es una célula de nuestro propio organismo, el de todos, pacientes y personas sanas. Los linfocitos son unidades fundamentales de nuestro cuerpo. Son creados por nuestra médula ósea, una substancia que se encuentra dentro de nuestros huesos y contiene las células madre de la sangre que, a posteriori, se convertirán en glóbulos rojos, glóbulos blancos o plaquetas.
Los glóbulos blancos (o leucocitos) son parte del sistema inmunitario de nuestro cuerpo. Nos ayudan a combatir infecciones, elementos extraños (microorganismos, células tumorales o antígenos en general), etc…. Hay 3 grandes tipos de glóbulos blancos: los granulocitos (neutrófilos, eosinófilos y basófilos), los monocitos y los linfocitos (células T y células B).
Los linfocitos T, que se desarrollan en el timo, participan en la respuesta inmunitaria celular** de nuestro organismo; y los linfocitos B, que se desarrollan en la médula ósea y luego migran a diferentes tejidos linfáticos, son los encargados de la respuesta humoral** transformándose en plasmocitos que producen anticuerpos.
Los linfocitos T tienen un receptor especial en la membrana de las células que es específico de ellos y se llama, en inglés, T cell receptor.
► ¿Qué le ocurre a una persona que padece un cáncer de la sangre?
Cada año, más de 5.000 personas son diagnosticadas de leucemia en España, es el cáncer infantil más frecuente (un 30% de las neoplasias en niños).
Además de la leucemia, quizá el cáncer de la sangre más conocido, muchas personas también son diagnosticadas de linfomas, mieloma múltiple, síndromes mielodisplásicos, entre muchos otros
Una persona que padece un cáncer de la sangre como una leucemia o un linfoma, por ejemplo, tiene una médula ósea que no está funcionando correctamente. Por causas todavía desconocidas, las células madre de la sangre empiezan a fabricar en cantidades excesivas una línea celular, por ejemplo, los linfocitos. Estos linfocitos son inmaduros (linfoblastos), se multiplican rápidamente y desplazan a las células normales de la médula ósea, el tejido blando del centro de los huesos dónde se forman las células sanguíneas.
Lo que pretende la quimioterapia es administrar una serie de fármacos muy potentes y que estos erradiquen completamente las células cancerígenas (y, desgraciadamente, también las sanas). Cuando los tratamientos de quimioterapia no son suficientes, bien porque la enfermedad no remite, bien porque reaparece, en algunos cánceres de la sangre, los hematólogos pueden plantear un trasplante de células madre de la sangre (médula ósea, sangre periférica o sangre de cordón umbilical).
Básicamente, un trasplante de células madre de la sangre (llamado, médicamente, trasplante de progenitores hematopoyéticos) consiste en “substituir” la médula ósea dañada del paciente por una nueva. En un trasplante autólogo, se tratan las propias células madre de la sangre del paciente y se le vuelven a infundir y, en un trasplante alogénico, éstas se substituyen por las células de un donante sano. Muchos cánceres de la sangre pueden requerir un trasplante de células madre: las leucemias agudas, los linfomas, el mieloma múltiple o los síndromes mielodisplásicos, entre otros.
► ¿Qué pasa si estos tratamientos no funcionan?
A pesar de los avances tan importantes que se están llevando a cabo en el ámbito de la investigación científica, no todos los pacientes consiguen curarse con los tratamientos anteriormente mencionados.
Por ejemplo, muchos niños afectados de leucemia linfoblástica aguda (el cáncer infantil más frecuente) se recuperarán “solamente” con quimioterapia pero, en el caso de los adultos, y todavía más en el caso de subtipos de la enfermedad de mal pronóstico como la leucemia linfoblástica aguda cromosoma Philadelphia +, muchos necesitarán someterse a un trasplante de células madre de la sangre
Hasta el mes de abril de 2012, los pacientes que recaían tras un trasplante de células madre (o diversos), no tenían más oportunidades de curación.
► ¿Qué ocurrió en abril de 2012?
Tenemos que remontarnos un poco más atrás. El Dr. Carl June es un inmunólogo y oncólogo americano que trabaja en la Universidad de Pensilvania (Filadelfia, Estasos Unidos).
El Dr. June empezó su carrera como investigador centrándose sobre todo en el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Su idea era estimular el propio sistema inmunitario de estos pacientes para luchar contra el SIDA. Pero sus prioridades cambiaron cuando a su mujer le diagnosticaron un cáncer de ovario en 1996, cuando tenía 41 años. June intentó desarrollar entonces una inmunoterapia contra el cáncer, pero no logró convencer a ninguna compañía de que invirtiera en el proyecto. Cuando su mujer murió en el 2001, June decidió dedicarse a tiempo completo a la inmunoterapia del cáncer.
En paralelo, había una niña, Emily Whitehead, que padecía leucemia en el Hospital de Niños de Pensilvania. Tras un intenso tratamiento, la enfermedad había reaparecido con más fuerza y estaba en cuidados intensivos sin ninguna oportunidad. El equipo del Dr. Carl June decidió ofrecerle una terapia experimental que estaban investigando: una inmunoterapia CART. Emily tiene ahora catorce años y es una niña sana que lleva una vida normal.
► ¿Qué es un CART?
Las células tumorales expresan unos receptores en sus membranas. En cada subtipo de la enfermedad, estas células, y, por lo tanto, los receptores, son distintos y se denominan con “nombres” diferentes. Por ejemplo, los receptores de las células de una leucemia linfoblástica aguda o de algunos linfomas no Hodgkin de tipo B como el linfoma no Hodgkin de células B grandes, se llaman CD19; los del linfoma de Hodgkin o de algunos tipos de linfomas no Hodgkin de tipo T, CD30; o los del mieloma múltiple, CD38. Estos “CD” (cúmulo de diferenciación) son antígenos celulares que se expresan en las membranas de las células tumorales y están formados por cadenas de aminoácidos.
Pero, volvamos a los linfocitos T. Como ya hemos dicho anteriormente, estos están “entrenados” para matar células extrañas del organismo. Podríamos decir que son “naturalmente asesinos”.
Pero, en una analogía bélica poco adecuada pero muy descriptiva, podríamos decir que están diseñados biológicamente para “matar moscas a cañonazos”. Erradican muchas células extrañas que se encuentran, pero no todas y no específicamente. Un CART podría definirse, con nuestra analogía, como un calibrado de estas células. Sería coger estos linfocitos T que ya tiene el paciente y saben destruir células, y diseñarlos concretamente para acabar con los receptores concretos de las células tumorales: CD19, CD30, CD38…. según la enfermedad que se esté tratando.
► ¿Cuál es el futuro?
La inmunoterapia CART es el futuro de la curación de muchos cánceres de la sangre. En un futuro se espera poder desarrollar estrategias de tratamiento CART también para pacientes con otras neoplasias hematológicas o, incluso, tumores sólidos. El campo de aplicación de esta terapia es muy amplio
Pero la inmunoterapia CART no es el futuro por si sola. De hecho, hoy en día se están realizando tratamientos de CART incluso a pacientes que se no consigue hacer remitir la enfermedad para conseguir erradicarla y, a posteriori, realizarles un trasplante de células madre de la sangre. La inmunoterapia CART es una nueva arma que deberá complementar y regularse junto con el arsenal terapéutico ya existente.
Fuente: Fundación Josep Carreras
Rediseñar, amar, las células “buenas” del organismo de un paciente para combatir un cáncer. Pero no cualquier célula. No. Las seleccionadas son los linfocitos T.
Pero, empecemos desde el principio...
Los glóbulos blancos (o leucocitos) son parte del sistema inmunitario de nuestro cuerpo. Nos ayudan a combatir infecciones, elementos extraños (microorganismos, células tumorales o antígenos en general), etc…. Hay 3 grandes tipos de glóbulos blancos: los granulocitos (neutrófilos, eosinófilos y basófilos), los monocitos y los linfocitos (células T y células B).
Los linfocitos T, que se desarrollan en el timo, participan en la respuesta inmunitaria celular** de nuestro organismo; y los linfocitos B, que se desarrollan en la médula ósea y luego migran a diferentes tejidos linfáticos, son los encargados de la respuesta humoral** transformándose en plasmocitos que producen anticuerpos.
Los linfocitos T tienen un receptor especial en la membrana de las células que es específico de ellos y se llama, en inglés, T cell receptor.
► ¿Qué le ocurre a una persona que padece un cáncer de la sangre?
Cada año, más de 5.000 personas son diagnosticadas de leucemia en España, es el cáncer infantil más frecuente (un 30% de las neoplasias en niños).
Además de la leucemia, quizá el cáncer de la sangre más conocido, muchas personas también son diagnosticadas de linfomas, mieloma múltiple, síndromes mielodisplásicos, entre muchos otros
Una persona que padece un cáncer de la sangre como una leucemia o un linfoma, por ejemplo, tiene una médula ósea que no está funcionando correctamente. Por causas todavía desconocidas, las células madre de la sangre empiezan a fabricar en cantidades excesivas una línea celular, por ejemplo, los linfocitos. Estos linfocitos son inmaduros (linfoblastos), se multiplican rápidamente y desplazan a las células normales de la médula ósea, el tejido blando del centro de los huesos dónde se forman las células sanguíneas.
Lo que pretende la quimioterapia es administrar una serie de fármacos muy potentes y que estos erradiquen completamente las células cancerígenas (y, desgraciadamente, también las sanas). Cuando los tratamientos de quimioterapia no son suficientes, bien porque la enfermedad no remite, bien porque reaparece, en algunos cánceres de la sangre, los hematólogos pueden plantear un trasplante de células madre de la sangre (médula ósea, sangre periférica o sangre de cordón umbilical).
Básicamente, un trasplante de células madre de la sangre (llamado, médicamente, trasplante de progenitores hematopoyéticos) consiste en “substituir” la médula ósea dañada del paciente por una nueva. En un trasplante autólogo, se tratan las propias células madre de la sangre del paciente y se le vuelven a infundir y, en un trasplante alogénico, éstas se substituyen por las células de un donante sano. Muchos cánceres de la sangre pueden requerir un trasplante de células madre: las leucemias agudas, los linfomas, el mieloma múltiple o los síndromes mielodisplásicos, entre otros.
► ¿Qué pasa si estos tratamientos no funcionan?
A pesar de los avances tan importantes que se están llevando a cabo en el ámbito de la investigación científica, no todos los pacientes consiguen curarse con los tratamientos anteriormente mencionados.
Por ejemplo, muchos niños afectados de leucemia linfoblástica aguda (el cáncer infantil más frecuente) se recuperarán “solamente” con quimioterapia pero, en el caso de los adultos, y todavía más en el caso de subtipos de la enfermedad de mal pronóstico como la leucemia linfoblástica aguda cromosoma Philadelphia +, muchos necesitarán someterse a un trasplante de células madre de la sangre
Hasta el mes de abril de 2012, los pacientes que recaían tras un trasplante de células madre (o diversos), no tenían más oportunidades de curación.
► ¿Qué ocurrió en abril de 2012?
Tenemos que remontarnos un poco más atrás. El Dr. Carl June es un inmunólogo y oncólogo americano que trabaja en la Universidad de Pensilvania (Filadelfia, Estasos Unidos).
En paralelo, había una niña, Emily Whitehead, que padecía leucemia en el Hospital de Niños de Pensilvania. Tras un intenso tratamiento, la enfermedad había reaparecido con más fuerza y estaba en cuidados intensivos sin ninguna oportunidad. El equipo del Dr. Carl June decidió ofrecerle una terapia experimental que estaban investigando: una inmunoterapia CART. Emily tiene ahora catorce años y es una niña sana que lleva una vida normal.
► ¿Qué es un CART?
Las células tumorales expresan unos receptores en sus membranas. En cada subtipo de la enfermedad, estas células, y, por lo tanto, los receptores, son distintos y se denominan con “nombres” diferentes. Por ejemplo, los receptores de las células de una leucemia linfoblástica aguda o de algunos linfomas no Hodgkin de tipo B como el linfoma no Hodgkin de células B grandes, se llaman CD19; los del linfoma de Hodgkin o de algunos tipos de linfomas no Hodgkin de tipo T, CD30; o los del mieloma múltiple, CD38. Estos “CD” (cúmulo de diferenciación) son antígenos celulares que se expresan en las membranas de las células tumorales y están formados por cadenas de aminoácidos.
Pero, volvamos a los linfocitos T. Como ya hemos dicho anteriormente, estos están “entrenados” para matar células extrañas del organismo. Podríamos decir que son “naturalmente asesinos”.
Pero, en una analogía bélica poco adecuada pero muy descriptiva, podríamos decir que están diseñados biológicamente para “matar moscas a cañonazos”. Erradican muchas células extrañas que se encuentran, pero no todas y no específicamente. Un CART podría definirse, con nuestra analogía, como un calibrado de estas células. Sería coger estos linfocitos T que ya tiene el paciente y saben destruir células, y diseñarlos concretamente para acabar con los receptores concretos de las células tumorales: CD19, CD30, CD38…. según la enfermedad que se esté tratando.
► ¿Cuál es el futuro?
La inmunoterapia CART es el futuro de la curación de muchos cánceres de la sangre. En un futuro se espera poder desarrollar estrategias de tratamiento CART también para pacientes con otras neoplasias hematológicas o, incluso, tumores sólidos. El campo de aplicación de esta terapia es muy amplio
Pero la inmunoterapia CART no es el futuro por si sola. De hecho, hoy en día se están realizando tratamientos de CART incluso a pacientes que se no consigue hacer remitir la enfermedad para conseguir erradicarla y, a posteriori, realizarles un trasplante de células madre de la sangre. La inmunoterapia CART es una nueva arma que deberá complementar y regularse junto con el arsenal terapéutico ya existente.
Fuente: Fundación Josep Carreras
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