05-09-2020, 11:29 AM
El colémbolo fantasma
Estos microartrópodos denominados colémbolos viven en el suelo y apenas pueden moverse. El estudio de sus poblaciones en la Antártida Occidental permite a un equipo de científicos inferir la historia geológica de la región y determinar los cambios producidos durante millones de años en las placas de hielo.
Esta criatura no suele superar los 5 milímetros de longitud y apenas se mueve. Sin embargo, prospera en todos los continentes del mundo y es una de las especies terrestres más antiguas de las que se tiene constancia. Ahora, además, sabemos que también es de las más resistentes. Un estudio científico publicado recientemente en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences y liderado por el biólogo Byron Adams, de la Universidad Brigham Young, quien estudia las alteraciones de los ecosistemas terrestres provocados por cambios en el clima, ha determinado que estos diminutos hexápodos han soportado hasta 30 glaciaciones desde el período cuaternario, sobreviviendo a cambios drásticos a lo largo de unos 5 millones de años.
Un equipo de científicos dirigidos por Adams investiga la historia y la distribución de estos artrópodos en el suelo de la Antártida Occidental para determinar cómo evolucionó la dinámica de la banquisa a lo largo del tiempo y cómo esas variaciones climáticas afectaron a los ecosistemas en el pasado. "La historia evolutiva de los organismos biológicos puede corroborar las conclusiones que los científicos inferimos de campos como la geología y la glaciología", explica Adams en un comunicado. "Al hacerlo, podemos predecir mejor cómo la vida en la tierra podría responder a este tipo de cambios en la actualidad".
Para realizar el estudio, los investigadores han pasado 20 años recolectando muestras de seis especies de diferentes microartrópodos en 91 localizaciones de la Antártida Occidental. Estas diminutas criaturas viven en el suelo y presentan una movilidad muy limitada. Además, solo pueden colonizar áreas libres de hielo, lo que permite a los científicos inferir los movimientos de las placas de hielo a lo largo de los períodos históricos. Así, durante las glaciaciones, el área de distribución se reduce, mientras que a medida que retroceden con el deshielo, sus poblaciones vuelven a dispersarse.
Los colémbolos probablemente viajan largas distancias y colonizan nuevas áreas solo cuando se encuentran frente a aguas abiertas a lo largo del frente de las Montañas Transantárticas, explica Adams a National Geographic España. Esto es, cuando la capa de hielo de la Antártida Occidental se encuentra en retroceso. En estos casos, estos organismos no encuentran obstáculo alguno para moverse en cualquier dirección, formando largas comunidades con muy pocas diferencias en su estructura genética. Sin embargo, el avance del hielo, aclara el científico, puede atrapar poblaciones que perviven durante largos períodos de tiempo completamente aisladas que empiezan a evolucionar de forma independiente. Estas son las poblaciones de colémbolos más interesantes, pues podrían determinar hasta qué punto estas criaturas han logrado adaptarse a los cambios drásticos provocados por las glaciaciones a lo largo de millones de años.
Lo llamamos el "colémbolo fantasma" porque es blanco, como nuestras representaciones de los fantasmas. Pero también porque después de buscarlo arriba y abajo en las Montañas Transantárticas y no encontrarlo en ninguna parte, comenzamos a preguntarnos si realmente existían, explica Adams.
Las propiedades del suelo (el pH, la humedad, la presencia de sales, fósforo…) son determinantes para determinar qué tipo de organismos prospera en distintos suelos. Las regiones de las montañas Transatlánticas en las que el hielo se funde periódicamente son más adecuadas para la vida que aquellas zonas en las que se han acumulado toxinas, sin que el agua líquida pueda eliminarlas, explica el científico. En este sentido, durante los períodos más cálidos producidos entre las numerosas glaciaciones es probable que la vida microbiana fuese más abundante y más diversa, mientras que a medida que las capas de hielo iban ganando terreno se producía un fenómeno inverso, detalla el científico.
Pero esa regla de tres, alerta Adams, no es extensible a todos los organismos, pues ‘parte de la microbiota que hoy encontramos en la Antártida es capaz de entrar en etapas inactivas, en una suerte de animación suspendida, durante largos períodos de tiempo, y ‘revivir’ cuando regresan las condiciones favorables. Ese es el caso de algunos de los colémbolos estudiados, que demostraron haber sobrevivido largos períodos de tiempo a la espera de una nueva etapa de deshielo.
Los científicos analizaron las muestras obtenidas y las cotejaron con los modelos climáticos de gelólogos y glaciólogos para comprobar si estos encajaban. "A través de aproximaciones moleculares demostramos que tanto el momento como los patrones de colonización y aislamiento de los colémbolos coincide con lo que los geólogos y glaciólogos nos dicen sobre el aumento y la disminución de la capa de hielo de la Antártida Occidental", asegura el biólogo. "Si queremos predecir los cambios climáticos del futuro es fundamental que entendamos cómo se comportó esta capa de hielo en el pasado", concluye el experto.
Fuente: National Geographic.