Dejo mi ficha:
Apodo Falso: Siegfried
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Apodo Falso: Siegfried
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- Me interesa el diseño y programación de aplicaciones y vídeo juegos.
- Leo muchísimo sobre todo tipo de temas, en especial, psicología, filosofía y ocultismo.
- Dicen que una de mis mayores cualidades es mi altísimo IQ, aunque eso trae grandes problemas de sociabilización.
- Soy algo obseso por la gramática.
- Tiendo a ser despectivo con la gente irracional.
- Suelo estar distraído, me es difícil concentrarme en una sola cosa.
- Como no soy una persona demasiado emocional, cualquier sentimiento complica mi existencia y me hace perder la calma fácilmente, ya que no los comprendo.
- Tiendo a preguntar mucho el motivo de las cosas, en especial, cuando se trata de afecto y similares.
- Tengo problemas de sueño, lo que hace que en general nunca preste atención a mi entorno si no estoy buscando inspiración.
- Soy autor independiente.
Uso cabello medianamente largo, barba (Sí, tengo más de 18) y no soy una persona muy religiosa que digamos. Me interesa crear nuevos mundos, en especial, mundos que muestren mi percepción de la sociedad y lo equivocado que está el camino que la humanidad transita hace ya varios años.
Soy un fiel creyente en la frase "Dios ha muerto" (F. Nietzsche), implicando claramente que los valores y la moral que rigen nuestro mundo están trastocados y el humano ha ido violando la esencia de lo que significa ser humano realmente.
A continuación, dejo un pequeño párrafo de un escrito mío:
Cita:El libro que conmigo traía tenía un extraño símbolo en su tapa, grabado en cuero ya antiguo, seductor en efecto, de procedencia para mí desconocida, aunque me invitaba a comprender los secretos que guardaba, aquél símbolo parecía ser un infinito con algunos adornos contorneando su centro, encerrándolo como si lo aprisionasen, aquella profana hermosura me invitaba a leer sus blasfemas hojas de antigua concepción y heréticos conocimientos, como si se tratase de una invitación a descubrir mapas de antaño que guiaban a territorios desconocidos para los mortales, aquellos oscuros rebordes y su singular mezcla con algo parecido al oro, el solo recordarlo causa que desee volver a tenerlo en mis manos, aunque más que eso, me causa un pavor que nunca antes había sentido.
—Sacrum Libro Ouroboros. — Leí en la tapa de aquél manifiesto, aquel nombre que se encontraba carcomido por los años, en una de las lenguas muertas, el Latín, lengua que solo era utilizada en sectores hiper tradicionalistas del palacio de Pedro, el cual ya había cesado de existir, para bien de la humanidad y cuya traducción no era sino “Sagrado Libro de Ouroboros”. Decidí entonces abrir el broche para leer los textos que dentro estaban contenidos ¡Oh, fatídico destino, inclemente pesar que yace en mí! ¿Cómo pude ser tan estúpido como para hacer eso? ¿Es que siempre fue mi destino el dejar que la curiosidad me forzare a dar un nuevo paso hacia un vacío absoluto, en el cual solo puedo sentir sin sentido, ver sin imágenes y oír sin voces? Al leer la portada de aquél manuscrito hermoso y blasfemo, no pude evitar leer la advertencia que se encontraba ahí —Sancto, sine principium et finis, in conspectu tuo semper manifesta Ouroboros profanarum disciplinarum amisit animam. — Buscando entre mis antiguos libros, logré encontrar la traducción de aquel texto ignominioso, —Santo, sin principio ni fin, ante ti Ouroboros, siempre se manifiestan profanas disciplinas, caminos para el alma perdida. —