06-03-2019, 11:09 AM
Últimamente no escribo mucho (es algo que intentaré remediar) así que empiezo compartiendo este poema que escribí hace dos veranos.
AL LADO IZQUIERDO
Sucumbiendo a la brisa de esta noche,
el frágil verano se apodera de mí.
Recuerdo la distancia y el olvido
me suplica de rodillas volver en sí.
Como un habitante en mi memoria
juegas a las cartas con mis emociones.
Ganas con la vergüenza ante tu imagen
sin dejarme esconder por los rincones.
Mensaje de fuego por mis palabras
de las que ya no soy más dueña.
Se me escaparon por un arrebato
y ahora es el rojo el que me enseña.
Mensaje de hielo para este corazón
que arde y hiela en un salto constante.
Mi mayor deseo sería salir huyendo,
pero lo único que puedo es encararte.
Me hiciste palpitar con tu voz,
con esa con la que me escribes letras.
Mi alma se rinde ante el afecto
con el que siempre la penetras.
Y es que te quiero sin poderlo evitar.
Es esta reciprocidad la que me contenta.
Saber que puedo confiarte mi fragilidad
el cariño en mis sentimientos despierta.
Río y lloro en un vaivén delirante
que me lleva a la tortura de la duda.
Hago un esfuerzo por alcanzarte,
pero es la confusión la que me escuda.
Es este planeta de locos que no entiendo,
mi mundo entero en la cuerda floja.
Siento el golpe inhumano de la realidad
y en mi soledad de mis sueños me despoja.
El amargo suspiro de la eterna esclavitud
llena mis pulmones cuando me adentro
en la fría y oscura cárcel del lugar
donde solo con mi reflejo me encuentro.
Esa mirada profunda de todo y nada,
esa pupila de resistir sin mostrar
y esa llama que en una bravuconada
sufre de incontinencia verbal.
Soy yo, la que cae y se levanta,
la que fingiendo cuenta su verdad,
la que ríe y llora nuevamente
porque no sabe si reír o llorar.
Golpeo con fuerza hasta quebrar
el cristal que me refleja incansable.
De nada sirve si nadie lo ve
y mi rostro resulta inalcanzable.
Por mi mejilla se divierte cuesta abajo
una lágrima que sonríe al ver tu mano,
esa que me extiendes sin dudar
porque crees en este ser humano.
Y dándose un baño están
en esta noche de verano.
Mis ojos son la boca de un tobogán
bajando mi vida a contramano.
Con los pies en el suelo regresa
la distancia que siempre conservo
y aunque lucho, pues la duda pesa,
porque estás, ya no me exacerbo.
Gracias por apostar por mí,
gracias por dejarme tener tu recuerdo.
Te doy la bienvenida a mi mundo
cuya entrada verás al lado izquierdo.
Sucumbiendo a la brisa de esta noche,
el frágil verano se apodera de mí.
Recuerdo la distancia y el olvido
me suplica de rodillas volver en sí.
Como un habitante en mi memoria
juegas a las cartas con mis emociones.
Ganas con la vergüenza ante tu imagen
sin dejarme esconder por los rincones.
Mensaje de fuego por mis palabras
de las que ya no soy más dueña.
Se me escaparon por un arrebato
y ahora es el rojo el que me enseña.
Mensaje de hielo para este corazón
que arde y hiela en un salto constante.
Mi mayor deseo sería salir huyendo,
pero lo único que puedo es encararte.
Me hiciste palpitar con tu voz,
con esa con la que me escribes letras.
Mi alma se rinde ante el afecto
con el que siempre la penetras.
Y es que te quiero sin poderlo evitar.
Es esta reciprocidad la que me contenta.
Saber que puedo confiarte mi fragilidad
el cariño en mis sentimientos despierta.
Río y lloro en un vaivén delirante
que me lleva a la tortura de la duda.
Hago un esfuerzo por alcanzarte,
pero es la confusión la que me escuda.
Es este planeta de locos que no entiendo,
mi mundo entero en la cuerda floja.
Siento el golpe inhumano de la realidad
y en mi soledad de mis sueños me despoja.
El amargo suspiro de la eterna esclavitud
llena mis pulmones cuando me adentro
en la fría y oscura cárcel del lugar
donde solo con mi reflejo me encuentro.
Esa mirada profunda de todo y nada,
esa pupila de resistir sin mostrar
y esa llama que en una bravuconada
sufre de incontinencia verbal.
Soy yo, la que cae y se levanta,
la que fingiendo cuenta su verdad,
la que ríe y llora nuevamente
porque no sabe si reír o llorar.
Golpeo con fuerza hasta quebrar
el cristal que me refleja incansable.
De nada sirve si nadie lo ve
y mi rostro resulta inalcanzable.
Por mi mejilla se divierte cuesta abajo
una lágrima que sonríe al ver tu mano,
esa que me extiendes sin dudar
porque crees en este ser humano.
Y dándose un baño están
en esta noche de verano.
Mis ojos son la boca de un tobogán
bajando mi vida a contramano.
Con los pies en el suelo regresa
la distancia que siempre conservo
y aunque lucho, pues la duda pesa,
porque estás, ya no me exacerbo.
Gracias por apostar por mí,
gracias por dejarme tener tu recuerdo.
Te doy la bienvenida a mi mundo
cuya entrada verás al lado izquierdo.