[Rawr]

Nombre: Mallory Morow
Apariencia física:

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Clase: Caster
Personalidad:
Es muy difícil describirla, es más fácil empezar por decir que no es; no le gusta ser el centro de atención de un grupo reducido de amigos, prefiere pasar desapercibida para no entrar en ninguna clase de conflicto. Optimista, sincera y directa, su principal característica es que dice las palabras sin ningún filtro, dice todo tal cual lo siente y lo piensa, no anda con rodeos ni dándole muchas vueltas a las palabras. Afortunadamente para sus oyentes sabe cuándo sus palabras han sido suficiente y no hace falta dar a conocer su opinión, es ahí cuando se vuelve reservada lo que es distinto a ser seria.  

Es muy inteligente, se la pasa estudiando lo que hará, practica una y otra vez hasta que las cosas le hayan salido como ella deseaba. Brillante y estudiosa, aplicada, posee una mente muy lógica y analítica, que examina cada situación en la que se encuentra al detalle, por ello confía más es en su cabeza que en su corazón, aunque a veces esto puede jugarle en contra al desconfiar de todo lo que intente acercarse a ella. No confía en las habilidades ni conocimientos de las demás personas, es por ello que la mayor parte del tiempo trabaja sola (o así lo prefiere).

Aunque no lo parezca tiene un corazón muy noble, leal y muy fiel, si tuviera que decidir entre si salvarse ella o un ser querido… no dudaría en interponerse ante los golpes de la vida para poder rescatar a esa persona, sin embargo la confianza es algo que se debe ganar.

Arma de preferencia:
Libro de hechizos (pero no lo necesita para llevar a cabo su magia).

Historia:  
En tiempos de guerra una recién nacida nunca estaría a salvo, mucho menos aquella que fuese hija de un par de mercenarios originarios de los barrios bajos del reino, si eso no es mala suerte díganme lo que realmente lo sea, oh claro, que eran una familia de gitanos y estaban por debajo de los “reinos bajos del reino”, personas que no le importaban a nadie, no tenían ninguna clase de derecho en la sociedad y a pesar de todo eran tratados como si fuesen basura. La verdad, nunca me molestó estar hasta el fondo de la pirámide, pues mis padres siempre me hicieron sentir como si fuese el rey que muy vanidoso se miraba más de una vez en su espejo de oro.

El alimento era escaso entre la gran comunidad de gitanos con la que viajábamos, habíamos aprendido a sobrevivir con una pieza de pan, un queso y caminar kilómetros hasta encontrar el próximo alimento, definitivamente no era vida. Para fortuna de la familia me tenían a mí, en otra circunstancia me hubiesen tachado de “monstruo” o “bruja”, pero para mis padres era la bendición, ya que a través de mis habilidades los proveía de ganancias que iban desde un par de monedas de oro hasta gallinas y vacas.

¿Qué si me sentía culpable por estafar? Realmente no lo sentía como una “estafa” esa palabra suena muy fea, yo lo llamaría “donación”, ya que una persona no apuesta cosas que sabe que perderá. Así nos ganábamos la vida, compartíamos lo que teníamos con aquellos que lucían más pobres que nosotros y después seguíamos huyendo para no aparecer en carteles en donde se nos podría tachar de ratas callejeras.

Miles de hombres acudían a nosotros a probar su suerte; los dados, las cartas, piedras en una botella. Trucos baratos de adivinanza y probabilidad en donde bastaba con mover mi mano hacia mí para hacer que el dado no cayese en donde la victoria estuviese en sus manos. No era difícil, nada difícil, lo complicado venía cuando empezaban a dudar de la existencia de su mala suerte. Eso provocó que papá se convirtiera en otro esclavo del rey, pues uno de sus soldados fue nuestro último jugador de las apuestas, sospechó inmediatamente de nuestros trucos y antes de que apuntaran a mi madre o a mi él se proclamó culpable. Antes de partir mamá se dijo a si misma que el sacrificio de mi figura paterna no sería en vano y que por ello nadie me encontraría, me cambió el nombre de Mallory a un simple "M.M", además de borrarme pedazos de mi memoria.

El resto fue historia. -Mamá. - era la tercera vez que gritaba por ella, un poco más y sentía que perdería la voz. Mi mente jugaba conmigo, me hacía ver su figura a lo lejos pero cuando corría hacia donde se suponía estar de nuevo la colocaba más lejos. Los segundos se hacían minutos y los minutos horas, no sabía qué hacer. El viento golpeaba con más fuerza, los diminutos granos de polvo escabullían en mis párpados y estos a su vez me cegaban, el sol quemaba mi cuerpo y mis piernas no podían más contra eso, todo el peso del viento estaba en contra de mí. – no puedo más.-. De un momento a otro dejé de ver su figura, mis parpados se rindieron y mi delicado cuerpo cayó en medio de aquel callejón.

Horas más tarde desperté en una cálida cama. Una pesadilla, eso era lo que había tenido, una de las muchas de la misma mujer y el mismo lugar. Al pasar los años me fui haciendo múltiples preguntas acerca del significado de esos sueños tan peculiares, “todo tiene una razón de ser” pensé al tener frente a mis ojos el panorama de mis pensamientos. Actualmente vivo tranquilamente en una de las muchas pequeñas casas del reino junto a un aldeano muy humilde al que siempre le he dicho padre pero que de parentesco no tenemos ni un pelo quien me ha enseñado lo poco que sé de la vida y la magia.

- Rápido, vístete, la guerra va a comenzar.- Interrumpió el silencio.- alguien se ha levantado contra el rey.

Meh, lo hice todo al rápido :c
Duda: ¿Hay alguna clase de reglas para las habilidades? No quise ser muy específica en eso porque no tenía conocimiento de qué estaba permitido y qué no.