24-06-2018, 03:22 AM
El café era silencioso y eso me gustaba, las voces que provenían desde afuera y el silencio que reinaba allí, contrastaban bastante, me traía muchos recuerdos. Aún no había visto el pueblo, pero tampoco podía sentir la presencia de muchas personas, más bien parecía un pueblo pequeño.
Tenía pocas mesas y estaban muy lindo ambientado, tomé la carta que tenía frente a mí y apoyé ambos codos en la mesa, crucé mis piernas y cada tanto miraba a la dueña del café y al pequeño al que le había preguntado su nombre y parecía más relajado que antes; deslicé mi pesada mochila hasta la otra silla de mi mesa, podía percibir como cada uno de mis músculos pedían por favor una cama de inmediato, pero esto tendría que esperar, antes y más que nada, tenía hambre y lo poco que había allí no se me llenaría ni lo más mínimo, como mucho me daría un poco más de tiempo hasta encontrar en dónde quedarme a dormir.
Detalladamente y cómo si fuese algo mecánico, en mi mente repasé todo lo que llevaba encima y dentro de la mochila: cuchillos, mi espada y dos pistolas G-23FA. Por desgracia, en una de mis peleas quedó arruinado mi amado rifle ORSIS T-5000 y tuve que dejarlo hecho trizas en el camino. También llevaba mi kit de emergencias: sogas, cremas para el dolor y heridas, alcohol, vendas, hilos y agujas, una pequeña tabla de madera y muchas otras cosas más que muchos mortales apreciaban de tener. Si bien, a diferencia de ellos, en mi caso, poseía magia y podía curarme más rápido, debía de tenerlo porque lastimosamente, todo poder tiene una debilidad.
En esos momentos, recordé a Hanataro, había muerto por no ser preciso con su visión y no descansar cuando llegó su momento de debilidad, nos emboscaron y…terminé perdiéndolo a él, a Sadahara y a Rinn en el mismo momento. Al recordar sus rostros, cerré los ojos con fuerza y pestañé algunas veces antes de decidirme en qué comer.
Levanté mi mano para que la chica pudiera verme y sopesé deliberadamente si en algún momento me echaría del lugar por el olor a sangre que traía conmigo, respiré profundo sin importarme ello y le hablé con la voz más firme que pude sacar de mis entrañas.
-Por favor, un té de manzanilla y una rebanada de panqué.
Tenía pocas mesas y estaban muy lindo ambientado, tomé la carta que tenía frente a mí y apoyé ambos codos en la mesa, crucé mis piernas y cada tanto miraba a la dueña del café y al pequeño al que le había preguntado su nombre y parecía más relajado que antes; deslicé mi pesada mochila hasta la otra silla de mi mesa, podía percibir como cada uno de mis músculos pedían por favor una cama de inmediato, pero esto tendría que esperar, antes y más que nada, tenía hambre y lo poco que había allí no se me llenaría ni lo más mínimo, como mucho me daría un poco más de tiempo hasta encontrar en dónde quedarme a dormir.
Detalladamente y cómo si fuese algo mecánico, en mi mente repasé todo lo que llevaba encima y dentro de la mochila: cuchillos, mi espada y dos pistolas G-23FA. Por desgracia, en una de mis peleas quedó arruinado mi amado rifle ORSIS T-5000 y tuve que dejarlo hecho trizas en el camino. También llevaba mi kit de emergencias: sogas, cremas para el dolor y heridas, alcohol, vendas, hilos y agujas, una pequeña tabla de madera y muchas otras cosas más que muchos mortales apreciaban de tener. Si bien, a diferencia de ellos, en mi caso, poseía magia y podía curarme más rápido, debía de tenerlo porque lastimosamente, todo poder tiene una debilidad.
En esos momentos, recordé a Hanataro, había muerto por no ser preciso con su visión y no descansar cuando llegó su momento de debilidad, nos emboscaron y…terminé perdiéndolo a él, a Sadahara y a Rinn en el mismo momento. Al recordar sus rostros, cerré los ojos con fuerza y pestañé algunas veces antes de decidirme en qué comer.
Levanté mi mano para que la chica pudiera verme y sopesé deliberadamente si en algún momento me echaría del lugar por el olor a sangre que traía conmigo, respiré profundo sin importarme ello y le hablé con la voz más firme que pude sacar de mis entrañas.
-Por favor, un té de manzanilla y una rebanada de panqué.