22-04-2014, 07:47 AM
No soy persona que suele sentir vergüenza. Jamás; ni aunque me vaya de hocico al suelo.
Excepto un maldito día que, andando en bici, vi al tipo que me gustaba pintando unos muros con los pajeros de sus amigotes. En fin. Como siempre fui buena para manejarme sobre las bicis, ese día quería lucirme (estaba intentando llamar su maldita atención) y como al lado de esos muros vivía mi abuela, tenía excusa para detenerme. Frené arrastrando la rueda sobre la tierra, levantando polvo. Dos o tres segundos después, estaba de cara dándome contra el suelo, y la jodida bici se me iba a la mierda. El porrazo y la vergüenza de mi vida. No se me antojó saludar a la vieja; me fui tan rápido como había llegado, escuchando la risa de los cabrones esos tsch.
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