14-11-2013, 02:43 PM
ok, es mi turno de contarles como conocí a cyndaquil.
desde que era un crío, me ha gustado salir y perderme a ratos, pues no soportaba estar rodeado de gente pretenciosa, por el contrario, prefería aventurarme a lugares deshabitados, mis amigos eran pocos pero de los buenos, de esos que siempre te acompañan sin importar a donde vayas, así que nos la pasábamos de maravilla.
nuestros lugares favoritos eran cuevas y casas abandonadas, ya que nos llamaba la atención el misterio, ademas siempre habían objetos raros en ellos, mis amigos ya tenían su primer pokemon, en cambio yo aun no compraba pokebolas, ya que para ello debía vender los objetos, y para mi eran tesoros.
un día, nos encontrábamos en una casa abandonada esperando ver algo fantástico, así como un gengar o sableye, para ello nos dividimos y cada uno fue a revisar una habitación, el primero en encontrar algo fue Ann, quien grito de alegría, pues había encontrado una pepita, elegí la pieza mas tenebrosa pues pensé que de el susto alguien habría tirado algo interesante, revise cada rincón hasta que halle una ultraball, estaba entusiasmado, pues al fin podría capturar mi pokemon inicial, con ayuda de mis compañeros claro.
al regresar al salón principal vi a mis dos amigos luchando contra un haunter, ya casi lo habían debilitado y les grite que me esperasen, puesto que había encontrado una ultraball, al acercarme lance rápidamente la ultraball y para mi sorpresa de ella salio un pequeño cyndaquil. Todos quedamos anonadados, pues no sabíamos como reaccionar, en todas las excursiones que habíamos hecho jamas nos topamos con un pokemon abandonado, el haunter aprovecho la ocasión y debilito a los pokemon de mis amigos, entonces mire al cyndaquil y le ordene atacar, basto solo con un placaje y el haunter callo derrotado, luego de eso corrimos a un centro pokemon, y note que el cyndaquil traía amarrada una nota que decía: -Espero que aquí nadie te encuentre, pues eres una vergüenza- Al leer esa nota decidí no buscar al dueño, pues no valía la pena, así que me quede con cyndaquil y lo lleve con migo a todas la aventuras, le mezclaba la comida con proteínas, zinc y otras cosas que había reunido en las excursiones, con el tiempo las aventuras disminuyeron puesto que a mis amigos les había llegado una carta de un tal profesor quien les pidió ayuda para completar la pokedex, en ese entonces cada uno tomo su propio rumbo, yo no tenia invitación, ni pokedex, pero tenia a mi cyndaquil y nos volveríamos mas fuertes para demostrarle a quien lo abandono que estaba equivocado...
desde que era un crío, me ha gustado salir y perderme a ratos, pues no soportaba estar rodeado de gente pretenciosa, por el contrario, prefería aventurarme a lugares deshabitados, mis amigos eran pocos pero de los buenos, de esos que siempre te acompañan sin importar a donde vayas, así que nos la pasábamos de maravilla.
nuestros lugares favoritos eran cuevas y casas abandonadas, ya que nos llamaba la atención el misterio, ademas siempre habían objetos raros en ellos, mis amigos ya tenían su primer pokemon, en cambio yo aun no compraba pokebolas, ya que para ello debía vender los objetos, y para mi eran tesoros.
un día, nos encontrábamos en una casa abandonada esperando ver algo fantástico, así como un gengar o sableye, para ello nos dividimos y cada uno fue a revisar una habitación, el primero en encontrar algo fue Ann, quien grito de alegría, pues había encontrado una pepita, elegí la pieza mas tenebrosa pues pensé que de el susto alguien habría tirado algo interesante, revise cada rincón hasta que halle una ultraball, estaba entusiasmado, pues al fin podría capturar mi pokemon inicial, con ayuda de mis compañeros claro.
al regresar al salón principal vi a mis dos amigos luchando contra un haunter, ya casi lo habían debilitado y les grite que me esperasen, puesto que había encontrado una ultraball, al acercarme lance rápidamente la ultraball y para mi sorpresa de ella salio un pequeño cyndaquil. Todos quedamos anonadados, pues no sabíamos como reaccionar, en todas las excursiones que habíamos hecho jamas nos topamos con un pokemon abandonado, el haunter aprovecho la ocasión y debilito a los pokemon de mis amigos, entonces mire al cyndaquil y le ordene atacar, basto solo con un placaje y el haunter callo derrotado, luego de eso corrimos a un centro pokemon, y note que el cyndaquil traía amarrada una nota que decía: -Espero que aquí nadie te encuentre, pues eres una vergüenza- Al leer esa nota decidí no buscar al dueño, pues no valía la pena, así que me quede con cyndaquil y lo lleve con migo a todas la aventuras, le mezclaba la comida con proteínas, zinc y otras cosas que había reunido en las excursiones, con el tiempo las aventuras disminuyeron puesto que a mis amigos les había llegado una carta de un tal profesor quien les pidió ayuda para completar la pokedex, en ese entonces cada uno tomo su propio rumbo, yo no tenia invitación, ni pokedex, pero tenia a mi cyndaquil y nos volveríamos mas fuertes para demostrarle a quien lo abandono que estaba equivocado...