La curiosidad de un niño no tiene límites. Lo tienen que probar todo. Como aquel niño, Pablo, que para hacer la broma introdujo un lápiz en su oreja izquierda. Todos rieron, pero sonó la campana que avisa de que comienzan las clases. Todos los niños corrieron hacia clase, y uno accidentalmente golpeó a Pablo. Éste cayó sobre su lado izquierdo clavando el lápiz que su oreja sostenía hasta el interior del cerebro. Pablo quedó inconsciente, y cuándo la ambulancia llegó ya era demasiado tarde.
Vaso de agua
Vaso de agua
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