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Tras no entregarse uno de los escritos, pasamos a una nueva Votación.
Así es como la sección de Votaciones del Club da paso al 4° y primer Reto del 2017 establecido entre...
Habiamos terminado definitivamente o eso creíamos, nos habíamos distanciado el verano completo y llegando Abril, me tocó verla de nuevo. Era un viernes trece donde las nubes cubrían el cielo con diferentes formas; me gustaba mirarlas e imaginar qué formas tendrían cada una. Ya cerca de las seis de la tarde, suena el timbre, me acerco a ver y era ella, una lágrima brotaba desde su ojo derecho.
Sucede algo mi amor? - pregunté-
Perdona que te llame amor- pensé-
Que desde muy al fondo te amo aún y no he de reconocerlo- medité-
Me miró fijo a los ojos, entró lentamente, se sentó en el sofá de cuerina recién comprado y me dijo.
"Se llevaron a mi hija, se han llevado a nuestra hija"
Me explicó todo con lujo y detalle, más no podía juzgarle, necesitaba apoyo y un hombro para consolar su tristeza. Le abrace y le dije...
Puedes quedarte aquí y juntos lucharemos por el bienestar de nuestra pequeña -
No quería admitir, que la amaba aún y esperaba que ella lo hiciera también.
Aquella tarde se hizo noche y ya era hora de dormir. Habiendo solo una cama dormimos juntos...
Vestía ella un pantalón muy corto, de tela muy suave y color rosado para dormir, no tenía pijama ni nada menos provocativo, pero daría igual, pues en ese momento dudaba fuese a pasar algo.
Algo me dijo que necesitaría ella un abrazo, así que me acerqué tomándola por la cintura sin mala intención, le dije que estuviera tranquila y besé su mejilla. De pronto, intente controlar la contracción muscular de mi virilidad, más no pude, junto a la taquicardia, una erección que ella no tardaría en notar. Se movió para acomodarse, mientras mi mano ahora si con mala intención cayó sobre su muslo, su suave piel me exitaba aún más, sus diesiocho primaveras la hacían más que deseable para cualquier hombre. No sabía si cruzar el río o quedarme esperando, no había un escenario tan malo si fracasaba comparándolo con el dulce jugo del triunfo si acertaba, así fue como mi mano cobró vida, un golpe vitamínico de testorenas hicieron click para recorrer las curvas de su cuerpo. Primero fueron sus piernas morenas y apretaditas, de arriba hacia abajo, lenta y suavemente; subí un poco más, poseido por aquellas posaderas del edén, apreté con fuerza el lado izquierdo de sus gluteos firmes y redondos, para luego apretar su cuerpo con el mío, en ese momento oí que se quejó por un segundo y con eso, ya no me detuve. Besé su cuello mientras mis manos bajaban bajo su blusa, aquellas colinas que llegaron a ser mías, lo eran de nuevo y sin más preámbulo, llegué más abajo de su ombligo, mis dedos se empaparon inmediatamente como si una tormenta pasara ahí abajo. No aguantaba más, por lo que bajé su sexi pantalón de una vez, ella se volteó de espalda mirando el techo de mi habitación, mientras yo lentamente me montaba sobre ella sin quitar los dedos de su cuerpo, ni mis labios de los suyos. Solo se oían quejidos casi imperceptibles y su respiración ajitada, le pregunté si aquello estaba bien y respondió tomando a mi soldado e introduciéndolo en la selva para guerrear una vez más. Sentí como aquel gerrero entró en combate y decidí ayudarle, empujándolo lento hasta el fondo del amazonas. Una vez ahi, no podía detenerme, una y otra vez el va y ven de mi cintura sobre la suya, era un paraiso, porque la mujer a quien amaba me amaba también. Al acabar la guerra, apoyó ella su cabeza sobre mi pecho, diciédome; te amo, casi respondiendo a mis preguntas. Nos miramos, nos besamos y volvimos a la guerra otras cinco veces aquella noche.
Si a esto llamamos guerra, déjenme aquí por favor...
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Siento el césped bajo mis pies desnudos mientras voy caminando con lentitud en dirección hacia el bosque, siento como el latido de mi corazón aumenta con cada paso que doy. Los únicos sonidos que se escuchan son el viento meciendo las ramas de los robles, abedules y arces; pero también el sonido de las aves con el cual intento distraerme.
No sé qué deparará el resto de la tarde, pero mientras dejo ir y venir un millón de pensamientos y sensaciones me percato de que estoy enfrente de la pequeña cabaña, nuestro lugar de reunión. Giro el picaporte y escucho como el rechinar de la puerta al abrirse, entro con rapidez y cierro la puerta de un solo golpe. Allí estaba, apoyado sobre la chimenea arrojando leños al fuego, a pesar de ser un día soleado, estaba haciendo frío afuera.
Caminé con lentitud y deslicé mis dedos sobre su cabeza, desde la coronilla hasta llegar a su cintura. Sentí como cada fibra de mi cuerpo reaccionaba, se giró y sin darme cuenta sentí sus carnosos labios carmesí sobre los míos, deslizándose con lentitud, sin disimular su deseo.
Por mi mente pasaban con lentitud aquellas imágenes de los encuentros que tuvimos días atrás, en el cine, el boulevard, mientras caminaba frente a la galería de arte; sin pensar que aquí y ahora sintiendo su enigmático tacto que se deslizaba desde mi nuca e iba recorriendo todo el arco de mi espalda hasta llegar a la redondez de mis glúteos.
Esa sensación que recorrió todo mi cuerpo, electrizando cada fibra de mi ser haciendo que me desconectara de toda realidad, sentí como rozaba la seda de aquel vestido que busqué con tanto afán en la mañana, que ahora estaba allí tirado sin forma y sin utilidad. Lo miré a los ojos y encontré una intensa mirada que despedía llamas, una mirada penetrante haciendo que inevitablemente me entregara sin recelo.
Allí, juntos sobre el tibio suelo, alejados de todo hasta del mismo tiempo, penetrando en la intimidad de cada ser, allí estábamos los dos luego de haber dado tantas vueltas junto al tiempo. Sentí su delicado toque sobre mi pecho bajando con timidez sobre mi vientre, mis muslos hasta llegar a mis talones; aquella delicadeza quería adueñarse de todo a la vez, pero a la vez empaparse con cada detalle.
Me estremecí, sentí como su calor se apoderaba completamente de mi mente, de mi cuerpo. Sentí el roce de sus labios, sentí su esencia sobre mi cuerpo incluso sentí aquel momento en el que él penetró por completo mi alma, ese momento donde se adueñó completamente de cada fibra de mi ser; también sentí que su ser completo era mío.
Su respiración se agitó conforme sentía el mover de sus caderas como evocando un ritual prolongado para llegar al éxtasis, mis brazos rodeaban su cuello sin dejar de sentir su respiración. Mi corazón enloqueció totalmente a tal punto que sentí como llegaba a una dimensión completamente desconocida, queriendo alcanzar ese efímero momento. Solo imaginé aquella bella escultura «el éxtasis de Santa Teresa» de Gian Lorenzo de Bernini. Aquel momento de absoluto placer, ese éxtasis reflejado en aquella escultura era el mismo que cuando sentí sus brazos rodearme con tal abrasadora sensación que mi cuerpo se movió por si solo al unísono hasta llegar a tan anhelado momento.
Caímos con suavidad y respiración entrecortada, sentí todo su ser sobre el mío y me sentí aliviada y en completa felicidad. Lo abracé con tanto cariño y ternura que sentí como terminaban de resbalar pequeñas lágrimas por mis mejillas. Permanecimos tendidos durante todo el día, juntos, anhelamos que aquel momento nunca acabara.
- VOTACIONES -
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Tema: Relata una intimidad Genero: Narrativo Características del Reto: Letra arial Número 12, justificada.
El relato no debe incluir las siguientes palabras: "Sexo, amor y toda aquella palabra referida al órgano reproductor."
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El Universo tiene un principio, pero no un final. Infinito. Las estrellas también tienen un principio, pero su propio poder las conduce a su destrucción. Finito. La historia nos ha enseñado que los más sabios son los más estúpidos. Esto podría llamarse "La última advertencia de Dios" a aquellos que todavía resisten. HK