28-03-2019, 04:29 PM
Vengo, vengo cantando~~
@Zoom - Zennys acumulados: 550
Quizá sea mejor esperar a que salga la luna. Al conducir de noche con luz insuficiente, no se sabe los problemas que podrían surgir.
Sigues conduciendo mientras queda algo de luz crepuscular y aparcas luego un lado para esperar a que salga la luna. Ja, sugiere que duerman un poco. Conducir a la luz de la luna será fatigoso. Pones la alarma del cronógrafo de pulsera y te echas en la hierba. Al principio, los ruidos nocturnos te impiden dormir. Luego tratas de relajarte con ejercicios de yoga y antes de que te puedas dar cuenta te despierta la alarma.
Jan y tú revisan el Lancia, comprueban el aceite, los neumáticos y el motor. La luna empieza a levantarse por encima de los árboles. Ésta es casi llena y su luz pálida será muy bien recibida por vosotros.
La luz de la luna os permite ir a mucha mayor velocidad que en la obscuridad. Estáis ganando bastante tiempo.
-Hay algo allí adelante –dice Jan poco antes de verlo tú.
-La carretera está bloqueada –dices.
Un guardia uniformado de gran estatura se indica que paréis. Antes de que puedan preguntar qué pasa, ordena que bajes del coche.
Miras sorprendido a Jan. El guardia se lo toma mal y os apunta con la metralleta.
-Fuera del coche -dice de nuevo, y esta vez amenazadoramente-. Los dos.
No se puede discutir con él. Os bajáis los dos. Inmediatamente os veis rodeados de hombres con metralletas. Echas una segunda mirada a sus uniformes
-Estos hombres no son del gobierno -le susurras a Jan-. Son bandidos.
El guardia alto que os paró agita la mano pidiendo silencio. Señala entonces un punto con la metralleta. El significado es claro: id por ese camino.
Salís de la carretera y, en silencio os internáis en el bosque por espacio de 10 minutos. Al llegar a un claro, el guardia alto, que evidentemente es el jefe, os hace parar junto a un árbol. Señalando siempre con la metralleta, ordena a un joven bandido que os ate de espaldas uno al otro con el árbol de por medio. Entonces, los bandidos se alejan por el bosque unos 15 metros.
Hasta vosotros llegan voces en swahili. Lamentas no haber aprendido esa lengua. Le susurras a Jan:
-¿Entiendes algo? -pero los ojos de Jan te dicen que no. Te preguntas qué es lo que os espera.
Desde el campamento de los bandidos llega un olor a comida asándose. Jan murmura:
-Mi cuerda está algo floja. El tipo que nos ató parecía muy nervioso.
-La mía está muy apretada. Te ató después que a mí. Debía tener mucha prisa.
-Creo que aún tenemos algo de tiempo –le dices a Jan-. A ver si puedes soltarte.
Al cabo de varios minutos y algunos gruñidos, Jan dice:
-Estoy libre.
Un minuto después te ha desatado. Ahora ¿qué podéis hacer? Oís las risas de los bandidos. Deben de estar comiendo.
Sabes que debes escapar. No cabe duda de que estáis en peligro. La cuestión es dónde y cómo. Sería mejor volver al Lancia y macha los en el cuanto antes, aunque no sabéis el coche permanece en el lugar que lo dejasteis o si está vigilado. También podríais huir a pie. Sería más silencioso, pero los bandidos seguramente conocen el terreno mejor que vosotros y adentrarse en la selva de noche puede ser todavía más peligroso. No tenéis tiempo que perder. Cuanto antes os marchéis más tiempo tendréis antes de que los bandidos se den cuenta de que habéis escapado.
Opciones:
1. Decides volver al coche.
2. Decides escaparte silenciosamente a pie.
@Angra Mainyu - Zennys acumulados: 140
-Muy bien -le dices-. Supongo que tendré que confiar en usted.
-Perfecto, no hay tiempo que perder -firmas tus cheques de viaje y él paga al jefe del puerto. Después te conduce la motora que ha alquilado.
Los dos subís a bordo. El capitán enciende el motor, tú sueltas las amarras, y después te colocas junto a él; observas cómo gobierna la embarcación por el canal, y, sin consultar la brújula, pone rumbo a la isla de los Terneros.
Al atardecer, la motora llega a la laguna. Tú estás en la proa, intentando ver el Daphne II, pero no hay ni rastro de él, cosa que te sorprende porque estás segura de que, si tus amigos hubieran decidido regresar, os habríais cruzado.
La motora entra en la laguna. Ves un escollo delante de la derecha y, cuando estás apunto de avisar al capitán para que vire a la izquierda, este cambia la dirección. Continúa el rumbo eludiendo expertamente, los escollos y arrecifes.
Sorprendentemente es capaz de llevar la embarcación hasta pocos metros de la playa. Lanza el ancla de la popa y te grita:
-¡Date prisa! Coges esa cuerda, salta a la playa y tira de ella.
Haces lo que te dice. Cuando la motora ya está bien segura en la proa y amarrada por las cuerdas de la popa, lleva tierra un ancla extra y la ata la cuerda que tú sostienes.
El capitán Duval sonríe, descubriendo una dentadura amarilla y estropeada.
-Ahora tú y yo iremos en busca del oro.
-Pero ¿y mis amigos? –preguntas- ¿Qué cree que les ha podido ocurrir?
-No lo sé .responde suavemente el capitán.
-Quizá los encontremos en la isla –dices-, pero no si nos quedamos aquí. ¿Por dónde empezamos a buscar el Pico Canopus?
Es obvio que el capitán está más interesado en el tesoro que en Howard Y Allen. Te sientes intranquilo, sólo hace una hora que le conoces y, aunque decides confiar en él, no estás seguro de que no te esté tomando el pelo. Pese tus recelos, escalas, por delante del viejo capitán la bruta pendiente. Cuando llegáis a lo alto de la sierra, se detiene para recuperar fuerzas, contemplando el océano a la distancia. Entonces se vuelve hacia ti, y una leve sonrisa se pinta en su cara arrugada.
-Bueno, ¿y ahora?
-Sígame –le dices, y lo conduces por la sierra hasta las ruinas del molino.
-¿Qué es eso? –pregunta, señalando algo medio oculto por matas de hierba. Se acerca, y ve que es una pala.
-¡Es de Howard! –exclamas- ¿Por qué la habrá dejado aquí?
-Espero que lo averigüemos –dice el capitán al tiempo que la recoge-. Mientras tanto nos será muy útil. Bueno, ya estamos en el molino. ¿Cuántos pasos hacia el Pico Canopus?
-Cincuenta –respondes, recordando las pistas del mapa.
El capitán mira su reloj, entonces ex tiene un brazo y apunta directamente al sol. A continuación, extiende el otro brazo e indica hacia un punto a la izquierda. Avanza contando los pasos, en voz alta, y, al llegar al 50, se detiene en medio de una saliente amplia y rocosa. Tú le sigues a poca distancia.
-¿Y ahora? -pregunta con voz excitada.
-No le entiendo –dices-. ¿Por qué dice que este lugar es el Pico Canopus?
-Canopus es una estrella que sirve de guía a los marinos –explica-. Es la segunda más brillante en el cielo, pero probablemente nunca la hayas visto, porque sólo es visible en los trópicos o en el Ecuador.
-Pero ¿y el pico?
-¿Qué es un pico sino el punto más alto? ¿Dónde está Canopus cuando alcanza su punto más elevado en el cielo? Hacia el sur, por supuesto, a no ser que estés en Patagonia. Ahora dime cuál es la próxima pista.
No acabas de entender las palabras del capitán, pero estás casi seguro de que está en lo cierto. Dudas antes de revelarle la última pista, porque podrías descubrirle la situación exacta del tesoro.
Él adivina lo que estás pensando.
-Es mejor que me lo digas, pequeño; si no, nunca encontrarás el tesoro.
Pero tú no le prestas atención, acabas de ver delante de vosotros, en el mar, una gran roca, que sobre sale del agua más allá del promontorio norte de la isla. A su lado, distingues un conjunto de rocas mucho más pequeñas; no te extrañaría que algún marinero les hubiera puesto el nombre de la Gallina y los Polluelos. Si estás en lo cierto, eso significa que sabes dónde está el tesoro. ¡Ya no necesitas al capitán!
-Vamos -dice él-, he pasado dificultades y te conducido al Pico Canopus. Lo justo es que tú me digas cuál es la última pista.
Opciones:
1 Le revelas la última pista.
2 Decides no revelar la última pista.
@KProject - Zennys acumulados: 1610
-Hemos llegado hasta aquí -dices a Jan-; continuaremos por el mismo camino.
Cinco minutos más tarde te arrepientes de lo dicho. Las montañas parecen aun más cercanas y tienen un aspecto todavía más sombrío. ¡Ahora sí que estáis totalmente perdidos!
-¡Espera un momento! -te grita Jan- ¡Eso no son montañas, son nubes! Es la luna la que las hace parecer montañas.
El sol que se levanta sobre la llanura, demuestra que Jan está no cierto. Así que no os habéis perdido. Pisas el acelerador mientras el sol ilumina la sabana africana.
A media mañana divisáis las banderolas del siguiente puesto de control. Te detienes para pasar por el registro y proveerte de combustible antes de reemprender la marcha. Has hecho un buen tiempo y vas mejor de lo que creías. Ni siquiera necesitas poner a punto las luces; si todo marcha bien terminarás antes de que se haga de noche.
Al seguir conduciendo durante toda la noche anterior has compensado ampliamente el tiempo que perdiste la salida. El Lancia está dando un magnífico rendimiento hasta el final. Estás conduciendo a la perfección y recibes los aplausos del público cuando llegas a la meta vencedor.
¡Enhorabuena!
Opciones
1. Iniciar la carrera todo terreno.
2. Cobrar zennys y retirarse.
3. Reiniciar la aventura.
4. Volver frente a las puertas.
Me voy, me voy bailando~~
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@Zoom - Zennys acumulados: 550
Quizá sea mejor esperar a que salga la luna. Al conducir de noche con luz insuficiente, no se sabe los problemas que podrían surgir.
Sigues conduciendo mientras queda algo de luz crepuscular y aparcas luego un lado para esperar a que salga la luna. Ja, sugiere que duerman un poco. Conducir a la luz de la luna será fatigoso. Pones la alarma del cronógrafo de pulsera y te echas en la hierba. Al principio, los ruidos nocturnos te impiden dormir. Luego tratas de relajarte con ejercicios de yoga y antes de que te puedas dar cuenta te despierta la alarma.
Jan y tú revisan el Lancia, comprueban el aceite, los neumáticos y el motor. La luna empieza a levantarse por encima de los árboles. Ésta es casi llena y su luz pálida será muy bien recibida por vosotros.
La luz de la luna os permite ir a mucha mayor velocidad que en la obscuridad. Estáis ganando bastante tiempo.
-Hay algo allí adelante –dice Jan poco antes de verlo tú.
-La carretera está bloqueada –dices.
Un guardia uniformado de gran estatura se indica que paréis. Antes de que puedan preguntar qué pasa, ordena que bajes del coche.
Miras sorprendido a Jan. El guardia se lo toma mal y os apunta con la metralleta.
-Fuera del coche -dice de nuevo, y esta vez amenazadoramente-. Los dos.
No se puede discutir con él. Os bajáis los dos. Inmediatamente os veis rodeados de hombres con metralletas. Echas una segunda mirada a sus uniformes
-Estos hombres no son del gobierno -le susurras a Jan-. Son bandidos.
El guardia alto que os paró agita la mano pidiendo silencio. Señala entonces un punto con la metralleta. El significado es claro: id por ese camino.
Salís de la carretera y, en silencio os internáis en el bosque por espacio de 10 minutos. Al llegar a un claro, el guardia alto, que evidentemente es el jefe, os hace parar junto a un árbol. Señalando siempre con la metralleta, ordena a un joven bandido que os ate de espaldas uno al otro con el árbol de por medio. Entonces, los bandidos se alejan por el bosque unos 15 metros.
Hasta vosotros llegan voces en swahili. Lamentas no haber aprendido esa lengua. Le susurras a Jan:
-¿Entiendes algo? -pero los ojos de Jan te dicen que no. Te preguntas qué es lo que os espera.
Desde el campamento de los bandidos llega un olor a comida asándose. Jan murmura:
-Mi cuerda está algo floja. El tipo que nos ató parecía muy nervioso.
-La mía está muy apretada. Te ató después que a mí. Debía tener mucha prisa.
-Creo que aún tenemos algo de tiempo –le dices a Jan-. A ver si puedes soltarte.
Al cabo de varios minutos y algunos gruñidos, Jan dice:
-Estoy libre.
Un minuto después te ha desatado. Ahora ¿qué podéis hacer? Oís las risas de los bandidos. Deben de estar comiendo.
Sabes que debes escapar. No cabe duda de que estáis en peligro. La cuestión es dónde y cómo. Sería mejor volver al Lancia y macha los en el cuanto antes, aunque no sabéis el coche permanece en el lugar que lo dejasteis o si está vigilado. También podríais huir a pie. Sería más silencioso, pero los bandidos seguramente conocen el terreno mejor que vosotros y adentrarse en la selva de noche puede ser todavía más peligroso. No tenéis tiempo que perder. Cuanto antes os marchéis más tiempo tendréis antes de que los bandidos se den cuenta de que habéis escapado.
Opciones:
1. Decides volver al coche.
2. Decides escaparte silenciosamente a pie.
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@Angra Mainyu - Zennys acumulados: 140
-Muy bien -le dices-. Supongo que tendré que confiar en usted.
-Perfecto, no hay tiempo que perder -firmas tus cheques de viaje y él paga al jefe del puerto. Después te conduce la motora que ha alquilado.
Los dos subís a bordo. El capitán enciende el motor, tú sueltas las amarras, y después te colocas junto a él; observas cómo gobierna la embarcación por el canal, y, sin consultar la brújula, pone rumbo a la isla de los Terneros.
Al atardecer, la motora llega a la laguna. Tú estás en la proa, intentando ver el Daphne II, pero no hay ni rastro de él, cosa que te sorprende porque estás segura de que, si tus amigos hubieran decidido regresar, os habríais cruzado.
La motora entra en la laguna. Ves un escollo delante de la derecha y, cuando estás apunto de avisar al capitán para que vire a la izquierda, este cambia la dirección. Continúa el rumbo eludiendo expertamente, los escollos y arrecifes.
Sorprendentemente es capaz de llevar la embarcación hasta pocos metros de la playa. Lanza el ancla de la popa y te grita:
-¡Date prisa! Coges esa cuerda, salta a la playa y tira de ella.
Haces lo que te dice. Cuando la motora ya está bien segura en la proa y amarrada por las cuerdas de la popa, lleva tierra un ancla extra y la ata la cuerda que tú sostienes.
El capitán Duval sonríe, descubriendo una dentadura amarilla y estropeada.
-Ahora tú y yo iremos en busca del oro.
-Pero ¿y mis amigos? –preguntas- ¿Qué cree que les ha podido ocurrir?
-No lo sé .responde suavemente el capitán.
-Quizá los encontremos en la isla –dices-, pero no si nos quedamos aquí. ¿Por dónde empezamos a buscar el Pico Canopus?
Es obvio que el capitán está más interesado en el tesoro que en Howard Y Allen. Te sientes intranquilo, sólo hace una hora que le conoces y, aunque decides confiar en él, no estás seguro de que no te esté tomando el pelo. Pese tus recelos, escalas, por delante del viejo capitán la bruta pendiente. Cuando llegáis a lo alto de la sierra, se detiene para recuperar fuerzas, contemplando el océano a la distancia. Entonces se vuelve hacia ti, y una leve sonrisa se pinta en su cara arrugada.
-Bueno, ¿y ahora?
-Sígame –le dices, y lo conduces por la sierra hasta las ruinas del molino.
-¿Qué es eso? –pregunta, señalando algo medio oculto por matas de hierba. Se acerca, y ve que es una pala.
-¡Es de Howard! –exclamas- ¿Por qué la habrá dejado aquí?
-Espero que lo averigüemos –dice el capitán al tiempo que la recoge-. Mientras tanto nos será muy útil. Bueno, ya estamos en el molino. ¿Cuántos pasos hacia el Pico Canopus?
-Cincuenta –respondes, recordando las pistas del mapa.
El capitán mira su reloj, entonces ex tiene un brazo y apunta directamente al sol. A continuación, extiende el otro brazo e indica hacia un punto a la izquierda. Avanza contando los pasos, en voz alta, y, al llegar al 50, se detiene en medio de una saliente amplia y rocosa. Tú le sigues a poca distancia.
-¿Y ahora? -pregunta con voz excitada.
-No le entiendo –dices-. ¿Por qué dice que este lugar es el Pico Canopus?
-Canopus es una estrella que sirve de guía a los marinos –explica-. Es la segunda más brillante en el cielo, pero probablemente nunca la hayas visto, porque sólo es visible en los trópicos o en el Ecuador.
-Pero ¿y el pico?
-¿Qué es un pico sino el punto más alto? ¿Dónde está Canopus cuando alcanza su punto más elevado en el cielo? Hacia el sur, por supuesto, a no ser que estés en Patagonia. Ahora dime cuál es la próxima pista.
No acabas de entender las palabras del capitán, pero estás casi seguro de que está en lo cierto. Dudas antes de revelarle la última pista, porque podrías descubrirle la situación exacta del tesoro.
Él adivina lo que estás pensando.
-Es mejor que me lo digas, pequeño; si no, nunca encontrarás el tesoro.
Pero tú no le prestas atención, acabas de ver delante de vosotros, en el mar, una gran roca, que sobre sale del agua más allá del promontorio norte de la isla. A su lado, distingues un conjunto de rocas mucho más pequeñas; no te extrañaría que algún marinero les hubiera puesto el nombre de la Gallina y los Polluelos. Si estás en lo cierto, eso significa que sabes dónde está el tesoro. ¡Ya no necesitas al capitán!
-Vamos -dice él-, he pasado dificultades y te conducido al Pico Canopus. Lo justo es que tú me digas cuál es la última pista.
Opciones:
1 Le revelas la última pista.
2 Decides no revelar la última pista.
Mostrar ContenidoKProject:
@KProject - Zennys acumulados: 1610
-Hemos llegado hasta aquí -dices a Jan-; continuaremos por el mismo camino.
Cinco minutos más tarde te arrepientes de lo dicho. Las montañas parecen aun más cercanas y tienen un aspecto todavía más sombrío. ¡Ahora sí que estáis totalmente perdidos!
-¡Espera un momento! -te grita Jan- ¡Eso no son montañas, son nubes! Es la luna la que las hace parecer montañas.
El sol que se levanta sobre la llanura, demuestra que Jan está no cierto. Así que no os habéis perdido. Pisas el acelerador mientras el sol ilumina la sabana africana.
A media mañana divisáis las banderolas del siguiente puesto de control. Te detienes para pasar por el registro y proveerte de combustible antes de reemprender la marcha. Has hecho un buen tiempo y vas mejor de lo que creías. Ni siquiera necesitas poner a punto las luces; si todo marcha bien terminarás antes de que se haga de noche.
Al seguir conduciendo durante toda la noche anterior has compensado ampliamente el tiempo que perdiste la salida. El Lancia está dando un magnífico rendimiento hasta el final. Estás conduciendo a la perfección y recibes los aplausos del público cuando llegas a la meta vencedor.
¡Enhorabuena!
FINAL DESEADO
Opciones
1. Iniciar la carrera todo terreno.
2. Cobrar zennys y retirarse.
3. Reiniciar la aventura.
4. Volver frente a las puertas.
Me voy, me voy bailando~~