Buenas a todos.~
Bien, la otra vez leí a cierta persona decir que nada más faltaba que no subiera sus escritos siendo líder del club y mi conciencia se lo tomó a pecho. (?) Yo solía subir mucho lo que escribía, luego me volví más perfeccionista o disconforme con mi estilo; soy algo así como una hater de mí misma.
Este es un engendro que me salió del desamor hace varios años, no recuerdo con exactitud la fecha en que lo escribí pero creo que fue por el 2015. Lo reedité este mes, pero creo que el pobrecillo no será mejor ni con todos los remiendos que le haga. Con que me digan qué está mal, además de que es típico, dramático, cursi y no sabes qué diantres va pasando, me vale. (?)
Nota al margen: estoy hablando en serio, comprendo que puede ser un buen lío leerlo.
No soy buena poniendo nombres y antes lo había llamado algo como Monocromático, así que lo dejé de la misma forma que este tema, "Monócromo".
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Con el pesar de la oscuridad a cuestas, sus tiernos labios irrumpieron en mi mente. Debía sentirse reconfortante, pero ¿Qué me impedía disfrutarlo? Es verdad, se debía a que ese era el recuerdo ellos mientras decían "Adiós".
“¿Por qué? ¿Por qué te despediste? ¿Por qué parecías esperar que te detuviera?”
De pronto, fue gris. Su dulce boca tomó un color que hacía que mis ojos se volvieran ciegos. Lo buscaba, rebuscaba tanteando por doquier con rapidez, con la angustia de no conseguirlo si no lo lograba pronto.
“Oh, es que… no hay luz.”
Repentinamente, la recuperé. Pero en mi visión tan sólo se proyectaban los momentos juntos como si fuesen una vieja película desgastada.
El gradual ocre. Mi corazón comenzaba a perder su color, se volvía un poco transparente y finalmente se desvanecía al viento. Se transformó en la hoja del árbol que cae para ser pisada y que luego el viento arrastre consigo los diminutos trozos restantes.
Había algo, sin embargo, que no dejaba de palpitar en mi pecho… no quería abandonarle. Deseaba seguir introduciendo mi vida en las espinas, sentir todavía más el precio de los sentimientos que habitaban en mi interior.
Negro. Mientras el cielo entristecía, parecía tan abatido como yo. Pero no, no estaba así. Envuelta en mi caparazón, murmuraba que se trataba de un dolor que ni el mundo ni el cielo conocían. Cuanto más me ocultaba en aquella coraza, cada uno de mis sistemas rechazaban aquella sensación, hasta alcanzar el instante en que todo se detuvo.
Aún titubeaba entre gamas de colores, bordeando los límites de una paleta de pintor. Esperaba oír pronto las campanadas, que surja un nuevo sol a medianoche, sin atravesar la soledad. Entre tanto, derramaba lágrimas que deseaba derritieran la fina cuerda del sufrimiento que cortaba a la mitad mi cuerpo. Era tan resistente… y yo seguía de pie en aquel límite.
“¿Qué haré? Si salto, moriré. Si me quedo, padeceré.”
“¿Estoy lejos? ¿Estoy cerca?”
“A tu lado… en otro sitio.”
“¿Seguir o detenerme? ¿Dejarte o amarte?”
“¿Puedo olvidarte? O debería esperarte...”
“¿Puedo abandonarte? No dejaré de recordarte…”
La duodécima campanada sonó.
¿Qué hice?
Los colores siguen siendo poco claros y no entiendo mis acciones. Los pensamientos de hace unos instantes vuelan lejos, como los trozos de las hojas. No comprendo si evito sincerarme o no quiero mentirme.
“¡Oye!”
El miedo me abrazó cuando noté que aún te recuerdo, a pesar de que en el último momento grité que decidía seguir sufriendo… que te elegía a ti.
~Lumière
Aún necesitaría ser mucho más pulido, pero quería compartirlo ahora o jamás lo haría. UwU Espero sus críticas a mi yo súper emo y despechada. (?)
Nos leemos, les mando abracitos.~