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Angra Mainyu - Zennys acumulados: 140
-Muy bien -le dices-. Supongo que tendré que confiar en usted.
-Perfecto, no hay tiempo que perder -firmas tus cheques de viaje y él paga al jefe del puerto. Después te conduce la motora que ha alquilado.
Los dos subís a bordo. El capitán enciende el motor, tú sueltas las amarras, y después te colocas junto a él; observas cómo gobierna la embarcación por el canal, y, sin consultar la brújula, pone rumbo a la isla de los Terneros.
Al atardecer, la motora llega a la laguna. Tú estás en la proa, intentando ver el Daphne II, pero no hay ni rastro de él, cosa que te sorprende porque estás segura de que, si tus amigos hubieran decidido regresar, os habríais cruzado.
La motora entra en la laguna. Ves un escollo delante de la derecha y, cuando estás apunto de avisar al capitán para que vire a la izquierda, este cambia la dirección. Continúa el rumbo eludiendo expertamente, los escollos y arrecifes.
Sorprendentemente es capaz de llevar la embarcación hasta pocos metros de la playa. Lanza el ancla de la popa y te grita:
-¡Date prisa! Coges esa cuerda, salta a la playa y tira de ella.
Haces lo que te dice. Cuando la motora ya está bien segura en la proa y amarrada por las cuerdas de la popa, lleva tierra un ancla extra y la ata la cuerda que tú sostienes.
El capitán Duval sonríe, descubriendo una dentadura amarilla y estropeada.
-Ahora tú y yo iremos en busca del oro.
-Pero ¿y mis amigos? –preguntas- ¿Qué cree que les ha podido ocurrir?
-No lo sé .responde suavemente el capitán.
-Quizá los encontremos en la isla –dices-, pero no si nos quedamos aquí. ¿Por dónde empezamos a buscar el Pico Canopus?
Es obvio que el capitán está más interesado en el tesoro que en Howard Y Allen. Te sientes intranquilo, sólo hace una hora que le conoces y, aunque decides confiar en él, no estás seguro de que no te esté tomando el pelo. Pese tus recelos, escalas, por delante del viejo capitán la bruta pendiente. Cuando llegáis a lo alto de la sierra, se detiene para recuperar fuerzas, contemplando el océano a la distancia. Entonces se vuelve hacia ti, y una leve sonrisa se pinta en su cara arrugada.
-Bueno, ¿y ahora?
-Sígame –le dices, y lo conduces por la sierra hasta las ruinas del molino.
-¿Qué es eso? –pregunta, señalando algo medio oculto por matas de hierba. Se acerca, y ve que es una pala.
-¡Es de Howard! –exclamas- ¿Por qué la habrá dejado aquí?
-Espero que lo averigüemos –dice el capitán al tiempo que la recoge-. Mientras tanto nos será muy útil. Bueno, ya estamos en el molino. ¿Cuántos pasos hacia el Pico Canopus?
-Cincuenta –respondes, recordando las pistas del mapa.
El capitán mira su reloj, entonces ex tiene un brazo y apunta directamente al sol. A continuación, extiende el otro brazo e indica hacia un punto a la izquierda. Avanza contando los pasos, en voz alta, y, al llegar al 50, se detiene en medio de una saliente amplia y rocosa. Tú le sigues a poca distancia.
-¿Y ahora? -pregunta con voz excitada.
-No le entiendo –dices-. ¿Por qué dice que este lugar es el Pico Canopus?
-Canopus es una estrella que sirve de guía a los marinos –explica-. Es la segunda más brillante en el cielo, pero probablemente nunca la hayas visto, porque sólo es visible en los trópicos o en el Ecuador.
-Pero ¿y el pico?
-¿Qué es un pico sino el punto más alto? ¿Dónde está Canopus cuando alcanza su punto más elevado en el cielo? Hacia el sur, por supuesto, a no ser que estés en Patagonia. Ahora dime cuál es la próxima pista.
No acabas de entender las palabras del capitán, pero estás casi seguro de que está en lo cierto. Dudas antes de revelarle la última pista, porque podrías descubrirle la situación exacta del tesoro.
Él adivina lo que estás pensando.
-Es mejor que me lo digas, pequeño; si no, nunca encontrarás el tesoro.
Pero tú no le prestas atención, acabas de ver delante de vosotros, en el mar, una gran roca, que sobre sale del agua más allá del promontorio norte de la isla. A su lado, distingues un conjunto de rocas mucho más pequeñas; no te extrañaría que algún marinero les hubiera puesto el nombre de la Gallina y los Polluelos. Si estás en lo cierto, eso significa que sabes dónde está el tesoro. ¡Ya no necesitas al capitán!
-Vamos -dice él-, he pasado dificultades y te conducido al Pico Canopus. Lo justo es que tú me digas cuál es la última pista.
Opciones:
1 Le revelas la última pista.
2 Decides no revelar la última pista.