30-11-2016, 01:07 AM
Tras no entregarse uno de los escritos, pasamos a una nueva Votación.
Así es como la sección de Votaciones del Club da paso al 3er Reto establecido entre...
@Noir PARTICIPANTE |
PARTICIPANTE |
Mostrar ContenidoEscrito 1:
Mientras caminaba por el parque, en un día lluvioso y frío, sin darse cuenta de la hora que era ni que camino tomaba al girar la esquina o cruzar la calle, estaba Micah o M.K como lo llamaban sus amigos; un chico alto de cabello largo y negro, ojos verdes y una bella sonrisa. Caminaba a prisa, como intentando apagar sus pensamientos, calmar sus sentimientos; había sido un día largo y laborioso.
Podía sentir como las gotas de agua chocaban contra su piel, escuchaba el ruido que hacían sus botas al caminar, lo pesado que se hacía su abrigo. Trataba de sacar las palabras que tenía ahogadas en su garganta. De un momento a otro se detuvo, se percató que estaba mucho más lejos de su casa.
Miro hacia el cielo como esperando una señal, algo que resolviera ese gran dilema que en su corazón guardaba. Giró sobre sus talones y volvió a caminar, esta vez percatándose hacia donde se dirigía, rindiéndose a la voz en su cabeza, a las imágenes que repetía su cerebro sin cesar.
Al llegar a casa, se quitó sus botas mojadas y se dirigió hacía el baño quitándose por el camino toda la ropa mojada que llevaba encima, abrió la llave de la ducha y se colocó bajo el agua caliente, el vapor inundó la habitación.
Cerró los ojos y un recuerdo no muy distante inundó su cabeza. Hace seis horas, se encontraba en el café en las cercanías al parque de la ciudad. Había quedado con Anne, como el la llamaba, para ir a conocer el nuevo lugar. Annette una chica de cabello largo de color azul medianoche, ojos color almendra y estatura promedio. Recién se había mudado al lugar, una ciudad no muy grande, donde se reencontraría de nuevo con su gran amiga de universidad. Hace mucho no la veía, se sentía inseguro, ansioso y sobre todo demasiado feliz.
Se encontraba sentado cerca a la ventana del pequeño «Antique café», esperando a que ella entrara por la puerta, habían pasado dos años desde la última vez que se vieron. La campanilla de la puerta sonó y Ann entraba por la puerta. Al verla de nuevo su corazón palpita con violencia. «¿Qué me está pasando?» se pregunta, es una sensación que nunca había sentido por Anne.
Ella observó por todo el lugar, mirando mesa por mesa tratando de encontrar aquella cara que encontraba familiar. Al llegar al último rincón junto a la ventana estaba Micah, sonrió e instantáneamente comenzó a correr hacia él, hacía tanto tiempo que no lo veía que sentía como su pecho se hinchaba y sentía una corriente llenar todo su cuerpo, estaba feliz, feliz como hace mucho no se sentía.
Micah al ver aproximarse a Anne se levanta de la silla y sorpresivamente siente como los brazos de Ann rodean su cuello, automáticamente sus brazos rodean su cintura. - ¡Ha pasado tanto tiempo! -exclamó- se siente como si hubiesen pasado décadas desde que nos vimos-. Ann soltó su cuello y tomó su mano. -Salgamos de aquí-. Dijo sonriendo.
Al sentir su mano entre la suya sintió una corriente que recorrió su cuerpo, Micah sonríe y ambos salen del lugar. Caminaron por las calles adoquinadas, visitaron el museo de arte, el museo de historia. Recorrieron las calles con extraña lentitud, como si ambos quisieran que el tiempo se detuviera en aquel instante, queriendo caminar siempre uno al lado del otro.
Se sentaron en una banca del parque y hablaron como si nunca lo hubiesen hecho. Ann de repente se levantó -iré por un helado ¿deseas un sabor en especial? – le preguntó a Micah. – N-no, no deseo uno en especial – dijo sonriendo. – bien, ya regreso – respondió Anne.
Micah sintió como se sonrojaba, nunca la había encontrado tan hermosa como en aquel momento, la observó mientras caminaba entre la multitud, «vamos con calma, necesito tranquilizarme» dijo para sí. De repente, se levantó de la silla y con gran energía comenzó a caminar -¡¡ANNE!!- gritó con todas sus fuerzas. Anne giró de inmediato con sorpresa, sintió como se sonrojaba, cerrando los ojos de repente, sintió unas tibias manos alrededor de su cara, unas manos que la tomaban con gentileza; sintió el roce de sus labios con otros, cerrando sus ojos y sintiendo como el tiempo se detenía en aquel momento.
Micah besaba con ternura los labios de Anne, sintiendo sus manos temblando alrededor de su cuello. Luego la abrazo con fuerza entre sus brazos, sintiendo como su corazón latía con una impresionante fuerza, tanto que hacía que sus manos temblaran. – Te amo, Annette – Susurró Micah – Te amo -.
Anne sintió una dicha que no podría comparar con nada, sintió como las lágrimas rodaban por su mejilla, con alivio respondió – Lo sé, yo también te amo -. Lo abrazo con fuerza hundiendo su cara contra su pecho. Ambos caminaron el resto del día tomados de la mano.
Al atardecer, caminaron juntos hacía el cinema, donde se encontrarían con otros de sus amigos. Al verlos llegar, todos vieron con sorpresa lo que había sucedido. – Hasta que al fin te diste cuenta, M.K. – dijo sonriendo uno de ellos.
El timbre sonó, sacándolo de su ensimismamiento. Ya se encontraba vestido y recostado sobre su cama, se levantó – En seguida voy – dijo caminando hacia la entrada. Abrió la puerta – Hola, no podía esperar hasta mañana – dijo Anne sonriendo avergonzada.
Micah se acercó y la estrechó entre sus brazos – yo tampoco puedo esperar–.
Al fin lo había comprendido, estaba completamente enamorado de Annette. Había ocurrido en el instante en que cruzó aquella puerta del café, en el instante en el que ella había tomado su mano, en el que había besado sus labios.
Podía sentir como las gotas de agua chocaban contra su piel, escuchaba el ruido que hacían sus botas al caminar, lo pesado que se hacía su abrigo. Trataba de sacar las palabras que tenía ahogadas en su garganta. De un momento a otro se detuvo, se percató que estaba mucho más lejos de su casa.
Miro hacia el cielo como esperando una señal, algo que resolviera ese gran dilema que en su corazón guardaba. Giró sobre sus talones y volvió a caminar, esta vez percatándose hacia donde se dirigía, rindiéndose a la voz en su cabeza, a las imágenes que repetía su cerebro sin cesar.
Al llegar a casa, se quitó sus botas mojadas y se dirigió hacía el baño quitándose por el camino toda la ropa mojada que llevaba encima, abrió la llave de la ducha y se colocó bajo el agua caliente, el vapor inundó la habitación.
Cerró los ojos y un recuerdo no muy distante inundó su cabeza. Hace seis horas, se encontraba en el café en las cercanías al parque de la ciudad. Había quedado con Anne, como el la llamaba, para ir a conocer el nuevo lugar. Annette una chica de cabello largo de color azul medianoche, ojos color almendra y estatura promedio. Recién se había mudado al lugar, una ciudad no muy grande, donde se reencontraría de nuevo con su gran amiga de universidad. Hace mucho no la veía, se sentía inseguro, ansioso y sobre todo demasiado feliz.
Se encontraba sentado cerca a la ventana del pequeño «Antique café», esperando a que ella entrara por la puerta, habían pasado dos años desde la última vez que se vieron. La campanilla de la puerta sonó y Ann entraba por la puerta. Al verla de nuevo su corazón palpita con violencia. «¿Qué me está pasando?» se pregunta, es una sensación que nunca había sentido por Anne.
Ella observó por todo el lugar, mirando mesa por mesa tratando de encontrar aquella cara que encontraba familiar. Al llegar al último rincón junto a la ventana estaba Micah, sonrió e instantáneamente comenzó a correr hacia él, hacía tanto tiempo que no lo veía que sentía como su pecho se hinchaba y sentía una corriente llenar todo su cuerpo, estaba feliz, feliz como hace mucho no se sentía.
Micah al ver aproximarse a Anne se levanta de la silla y sorpresivamente siente como los brazos de Ann rodean su cuello, automáticamente sus brazos rodean su cintura. - ¡Ha pasado tanto tiempo! -exclamó- se siente como si hubiesen pasado décadas desde que nos vimos-. Ann soltó su cuello y tomó su mano. -Salgamos de aquí-. Dijo sonriendo.
Al sentir su mano entre la suya sintió una corriente que recorrió su cuerpo, Micah sonríe y ambos salen del lugar. Caminaron por las calles adoquinadas, visitaron el museo de arte, el museo de historia. Recorrieron las calles con extraña lentitud, como si ambos quisieran que el tiempo se detuviera en aquel instante, queriendo caminar siempre uno al lado del otro.
Se sentaron en una banca del parque y hablaron como si nunca lo hubiesen hecho. Ann de repente se levantó -iré por un helado ¿deseas un sabor en especial? – le preguntó a Micah. – N-no, no deseo uno en especial – dijo sonriendo. – bien, ya regreso – respondió Anne.
Micah sintió como se sonrojaba, nunca la había encontrado tan hermosa como en aquel momento, la observó mientras caminaba entre la multitud, «vamos con calma, necesito tranquilizarme» dijo para sí. De repente, se levantó de la silla y con gran energía comenzó a caminar -¡¡ANNE!!- gritó con todas sus fuerzas. Anne giró de inmediato con sorpresa, sintió como se sonrojaba, cerrando los ojos de repente, sintió unas tibias manos alrededor de su cara, unas manos que la tomaban con gentileza; sintió el roce de sus labios con otros, cerrando sus ojos y sintiendo como el tiempo se detenía en aquel momento.
Micah besaba con ternura los labios de Anne, sintiendo sus manos temblando alrededor de su cuello. Luego la abrazo con fuerza entre sus brazos, sintiendo como su corazón latía con una impresionante fuerza, tanto que hacía que sus manos temblaran. – Te amo, Annette – Susurró Micah – Te amo -.
Anne sintió una dicha que no podría comparar con nada, sintió como las lágrimas rodaban por su mejilla, con alivio respondió – Lo sé, yo también te amo -. Lo abrazo con fuerza hundiendo su cara contra su pecho. Ambos caminaron el resto del día tomados de la mano.
Al atardecer, caminaron juntos hacía el cinema, donde se encontrarían con otros de sus amigos. Al verlos llegar, todos vieron con sorpresa lo que había sucedido. – Hasta que al fin te diste cuenta, M.K. – dijo sonriendo uno de ellos.
El timbre sonó, sacándolo de su ensimismamiento. Ya se encontraba vestido y recostado sobre su cama, se levantó – En seguida voy – dijo caminando hacia la entrada. Abrió la puerta – Hola, no podía esperar hasta mañana – dijo Anne sonriendo avergonzada.
Micah se acercó y la estrechó entre sus brazos – yo tampoco puedo esperar–.
Al fin lo había comprendido, estaba completamente enamorado de Annette. Había ocurrido en el instante en que cruzó aquella puerta del café, en el instante en el que ella había tomado su mano, en el que había besado sus labios.
Mostrar ContenidoEscrito 2:
Todas las noches escapaba de su habitación y recorría sigilosamente el pasillo del segundo piso, deteniéndose frente a una puerta de roble media abierta. Luego deslizaba su cuerpo entre el hueco que la misma puerta dejaba; y ya estando dentro de las cuatro paredes color crema que conocía bastante bien, dirigía sus pasos hacia la cama de la izquierda.
Sobre la ya mencionada cama dormía una niña de aproximadamente 9 años de edad. Él sólo se dedicaba a observarle allí, relajada, sin ninguna preocupación aparente. Sacrificaba sus horas de sueño para velar por ella, con el fin de que no tuviese pesadillas terroríficas. Apretaba su mano suavemente, asegurándose de no despertarle. Entonces apoyaba su frente sobre el colchón y se dormía junto a ella, su querida amiga. Observaba el sol matutino a su lado, sonriéndole, cuando ya lograba ver sus ojos verdes medio abiertos y algo abrumados por los rayos brillantes colándose por la ventana frontal.
Así pasaban los días. Los niños jugaban en el jardín trasero de la estructura, entre las hermosas rosas de colores inimaginables. Corrían debajo del agua que la pileta expedía en sus direcciones. Se sentaban sobre el techo con la intención de observar el ocaso, esperando por las estrellas en el nebuloso cielo del anochecer. Hablaban de sus problemas y de la escuela, dándose apoyo físico y moral. Su relación se asemejaba a una relación filial, aun si no existía vínculo sanguíneo entre ellos.
Cuatro años fueron dejados atrás. Los dos pre-adolescentes seguían siendo tan cercanos como antaño, sin ningún cambio aparente en el trato mutuo que llevaban…
Él continuaba con sus viajes nocturnos dentro de la estructura. Ella continuaba comportándose vulnerable sólo frente a él. Se desplazaban juntos, entrelazando sus dedos, como si fuese lo más normal del mundo, ya que su vínculo crecía más allá de lo individual. Sin embargo, desde la perspectiva del chico, algo cambiaba dentro de su pecho. El sentimiento ya no era el mismo. Se hacía cada día más intenso, mucho más opresor y atrapante. Alejarse de ella significaba una tortura inmensa. Y no sabía, no entendía, no comprendía el porqué.
Fue en una mañana cálida de verano. La feria medieval ambulante se instaló en los prados cercanos a la estructura. Todos los chicos se dirigieron a la feria, acompañados de sus tutoras. La emoción se sentía en el aire. No era para menos: habían miles de puestos sumamente realistas; y caracterización de personajes a nivel profesional.
Él y ella caminaron juntos, explorando el entorno. Llegaron a dos puestos bastante alejado de los demás, ubicados debajo de grandes árboles meciéndose al compás de la brisa. La sombra allí se hacía muy refrescante, a diferencia del potente sol abrumando a los visitantes en el centro de la feria.
Una de las mujeres—caracterizando a una bella elfa—divisó a los chicos cerca, por lo que se aproximó a ellos y les propuso una idea a la no se pudieron negar—más bien, no quisieron negarse: probar la caracterización de personajes.
Él vestía un traje de caballero, de color negro con detalles rojos; y ella un hermoso vestido de tonalidades verdes, similar al color de sus hermosas pupilas. La mujer decidió realizar una sesión de fotos, con el fin de guardarlas y promocionar los trajes que confeccionaba junto a su equipo de trabajo, en ciudades cercanas. Pidió a los chicos que posasen de distintas formas, siempre juntos, bajo el concepto del fuerte caballero que protege a su dama sin importar el desafío. En el fondo lo disfrutaban bastante.
Él se agacho. Ella no se percató de lo que sucedía, ya que se dedicaba a observar los prados entre los árboles, sintiéndose parte de un cuento de hadas. Volteó de la nada, curiosa. Observó al chico allí abajo. Realmente parecía un caballero. Uno bastante joven, pero no menos fuerte que los demás. Le sonrío.
—Gracias por protegerme siempre, mi caballero—expresó ella, sin quitar la gran sonrisa de su rostro.
El chico no dimensionó en ese preciso momento las palabras de ella. Su corazón latía tan rápido que la reacción de su cuerpo se desfasó algunos minutos. Veía el largo cabello de la chica oscilando con la brisa; y detrás de ella veía la luz traspasando las verdosas hojas de los árboles. Su silueta. Sus labios. La forma en que sus mejillas se levantaban un poco al sonreír. Sus largas pestañas de ensueño. La melodiosa voz que calmaba la ira de su alma en momentos culmines, su atractiva pero a la vez pasiva personalidad, el cambio de sus expresiones al sentirse triste, enojada, feliz… ¿así se sentía el amor? ¿Qué era ello si no?
Bajó la cabeza, realizando un ademán protector. Se encontraba literalmente y metafóricamente a sus pies.
El fondo de su mente aseguraba un simple amor adolescente, su primer amor; pero al mismo tiempo, el fondo de su corazón esperaba que no se tratase de algo tan simple, algo tan efímero…
Y no lo fue.
Sobre la ya mencionada cama dormía una niña de aproximadamente 9 años de edad. Él sólo se dedicaba a observarle allí, relajada, sin ninguna preocupación aparente. Sacrificaba sus horas de sueño para velar por ella, con el fin de que no tuviese pesadillas terroríficas. Apretaba su mano suavemente, asegurándose de no despertarle. Entonces apoyaba su frente sobre el colchón y se dormía junto a ella, su querida amiga. Observaba el sol matutino a su lado, sonriéndole, cuando ya lograba ver sus ojos verdes medio abiertos y algo abrumados por los rayos brillantes colándose por la ventana frontal.
Así pasaban los días. Los niños jugaban en el jardín trasero de la estructura, entre las hermosas rosas de colores inimaginables. Corrían debajo del agua que la pileta expedía en sus direcciones. Se sentaban sobre el techo con la intención de observar el ocaso, esperando por las estrellas en el nebuloso cielo del anochecer. Hablaban de sus problemas y de la escuela, dándose apoyo físico y moral. Su relación se asemejaba a una relación filial, aun si no existía vínculo sanguíneo entre ellos.
Cuatro años fueron dejados atrás. Los dos pre-adolescentes seguían siendo tan cercanos como antaño, sin ningún cambio aparente en el trato mutuo que llevaban…
Él continuaba con sus viajes nocturnos dentro de la estructura. Ella continuaba comportándose vulnerable sólo frente a él. Se desplazaban juntos, entrelazando sus dedos, como si fuese lo más normal del mundo, ya que su vínculo crecía más allá de lo individual. Sin embargo, desde la perspectiva del chico, algo cambiaba dentro de su pecho. El sentimiento ya no era el mismo. Se hacía cada día más intenso, mucho más opresor y atrapante. Alejarse de ella significaba una tortura inmensa. Y no sabía, no entendía, no comprendía el porqué.
Fue en una mañana cálida de verano. La feria medieval ambulante se instaló en los prados cercanos a la estructura. Todos los chicos se dirigieron a la feria, acompañados de sus tutoras. La emoción se sentía en el aire. No era para menos: habían miles de puestos sumamente realistas; y caracterización de personajes a nivel profesional.
Él y ella caminaron juntos, explorando el entorno. Llegaron a dos puestos bastante alejado de los demás, ubicados debajo de grandes árboles meciéndose al compás de la brisa. La sombra allí se hacía muy refrescante, a diferencia del potente sol abrumando a los visitantes en el centro de la feria.
Una de las mujeres—caracterizando a una bella elfa—divisó a los chicos cerca, por lo que se aproximó a ellos y les propuso una idea a la no se pudieron negar—más bien, no quisieron negarse: probar la caracterización de personajes.
Él vestía un traje de caballero, de color negro con detalles rojos; y ella un hermoso vestido de tonalidades verdes, similar al color de sus hermosas pupilas. La mujer decidió realizar una sesión de fotos, con el fin de guardarlas y promocionar los trajes que confeccionaba junto a su equipo de trabajo, en ciudades cercanas. Pidió a los chicos que posasen de distintas formas, siempre juntos, bajo el concepto del fuerte caballero que protege a su dama sin importar el desafío. En el fondo lo disfrutaban bastante.
Él se agacho. Ella no se percató de lo que sucedía, ya que se dedicaba a observar los prados entre los árboles, sintiéndose parte de un cuento de hadas. Volteó de la nada, curiosa. Observó al chico allí abajo. Realmente parecía un caballero. Uno bastante joven, pero no menos fuerte que los demás. Le sonrío.
—Gracias por protegerme siempre, mi caballero—expresó ella, sin quitar la gran sonrisa de su rostro.
El chico no dimensionó en ese preciso momento las palabras de ella. Su corazón latía tan rápido que la reacción de su cuerpo se desfasó algunos minutos. Veía el largo cabello de la chica oscilando con la brisa; y detrás de ella veía la luz traspasando las verdosas hojas de los árboles. Su silueta. Sus labios. La forma en que sus mejillas se levantaban un poco al sonreír. Sus largas pestañas de ensueño. La melodiosa voz que calmaba la ira de su alma en momentos culmines, su atractiva pero a la vez pasiva personalidad, el cambio de sus expresiones al sentirse triste, enojada, feliz… ¿así se sentía el amor? ¿Qué era ello si no?
Bajó la cabeza, realizando un ademán protector. Se encontraba literalmente y metafóricamente a sus pies.
El fondo de su mente aseguraba un simple amor adolescente, su primer amor; pero al mismo tiempo, el fondo de su corazón esperaba que no se tratase de algo tan simple, algo tan efímero…
Y no lo fue.
- VOTACIONES -
BY ORIANI~© SAVAGE-THEMES
— — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —
El Universo tiene un principio, pero no un final. Infinito.
Las estrellas también tienen un principio, pero su propio poder las conduce a su destrucción.
Finito. La historia nos ha enseñado que los más sabios son los más estúpidos.
Esto podría llamarse "La última advertencia de Dios" a aquellos que todavía resisten. HK
Mostrar Contenido► Regalos, Premios, Clubes & Demas Cosas ►:
Porque nuestros lazos jamas desaparezcan... A&J