13-01-2022, 11:57 PM
Una historia de Messenger
Ante todo debería aclarar que no se trata de una historia de amor, sino de una amistad hermosa, sin ningún tipo de confusiones amorosas, y quizá la que más me marcó en la vida. Cuando alguien conservador suele largar una frase similar a que no existe la amistad entre el hombre y la mujer, inmediatamente me pasa por la cabeza este recuerdo inolvidable y me dan ganas de reírme mientras pienso "vos porque te perdiste de vivir algo así".
Amistad inquebrantable. ¤
¿Alguna vez les pasó que en MSN Messenger los agregaban desconocidos? Seguro se acuerdan que los contactos se importaban solo con la dirección de eMail de la otra persona. Bueno, así empezó esta historia. Un día ella apareció en mi lista de conectados, nunca aclaramos quién agregó a quién, aunque estoy seguro que no fui yo porque no era de buscar personas con correos desconocidos. Supuse que se trataría de otra chica que se topaba conmigo creyendo que era Messi. Ni les cuento la de catalanes que aparecían por llamarle Lionel y se llevaban una decepción al ver que no era él. Buf, pero eso da para otro relato, jaja.
La cuestión no fue como creía. Cuando le comenté eso que ocurría con frecuencia me dijo: "no, si me cae mal Messi". En fin, como sea empezamos a conversar ese día, la semana, el mes y varios más. Para entonces ya teníamos nuestros teléfonos y nos echábamos ánimos al arrancar nuestras mañanas de estudiantes de facultad, quemábamos el tiempo de viajes mensajéandonos por sms (todavía no había WhatsApp, lol) y todo el crédito también. Ya en casa sabíamos que nos encontrábamos en el mismo lugar de siempre, en la compu.
sin un guiño de ojo. ¤
¿Alguna vez sintieron que encontraron a su alma gemela? No me refiero en sentido romántico sino a que estábamos en la misma sintonía en todo. Se notaba que los dos disfrutábamos hablar de lo que surgiera, las bromas de ambos daban justo en la tecla, no nos reservábamos nada. Una alegría, una frustación, lo que ella estudiaba, lo que yo estudiaba, una película, una serie, una canción, un consejo, un chiste, una anécdota, un sueño, un miedo, muchas risas, un 'te quiero mucho' nunca faltaron durante esos días.
Cuando uno creía que eso que compartíamos era suficientemente lindo, se generó la oportunidad de que sea mejor. Me invitó a su cumpleaños. Primero no caía porque imaginaba que nunca íbamos a conocernos en persona, que todo iba a seguir en letras y llamadas. Pero claro, su invitación iba muy en serio, después de todo éramos grandes amigos. El largo viaje de casi dos horas valió la pena y nos dimos un fuerte abrazo inolvidable. Después pasamos un día genial, parecido a lo de siempre.
a veces... ¤
¿Alguna vez sintieron que empezaban a alejarse de alguien muy valioso y nada acompañaba para poder evitarlo? Seguimos encontrándonos durante un tiempo y quedamos con la excusa de conocer mejor la ciudad de cada uno. Lo importante era vernos y divertirnos. Pero a todo esto, algo se perdió. Sin darme cuenta nos estábamos alejando de los días que nos la pasábamos en contacto de la mañana a la noche. Ya casi tampoco no nos metíamos a chatear como antes y cuando lo hacíamos parecía que no había nada para contarnos, cuando en realidad deberíamos tener mucho más.
Mi grosero error para terminar de arruinarla, fue expresarme mal, todavía no sé si en broma o lleno de frustración, y decirle que tal vez ya habíamos hablado de todo y no quedaba nada. Lógicamente a ella no le hizo ninguna gracia y solo conseguí ponerla triste. ¿No soy un genio? Me sentí horrible, peor al imaginar cómo se sentiría ella, y en vez de buscarla para disculparme me escondí y guardé todo el dolor para adentro. No volvimos a llamarnos. Ese final fue el trago amargo de esta historia. Años más tarde nos reencontramos en Facebook y recién ahí me animé a pedirle perdón. Desde entonces no hacemos más que intercambiar saludos, felicitaciones y unos "me gusta".
Claro que toda esta experiencia dejó enseñanzas. Al menos tres me pegaron fuerte: 1. La primera es que varias de las cosas más lindas de la vida llegan sin buscarlas y sin tanta explicación. 2. Cuando las estamos transitando lo mejor que podemos hacer es disfrutarlas con todo nuestro ser, porque uno nunca sabe qué depara el futuro y ni vale la pena perder tiempo pensando en ello. 3. No alcanzar tal grado de idiotez para acabar con todo y, si la situación o algo nos empujó sin querer a ello, inmediatamente pedir perdón, nunca guardárselo, jamás esperar vaya a saber a qué.