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“Existe en este reino un áspero valle, repleto de demonios. Los lugareños evitan cruzar por este valle en la noche, habitado por salvajes, con una lengua ni vista ni oída, imposible de entender ”

Documentos carmelitas del siglo XV



Pare mi vehículo en esa aldea remota, situada en una colina, en las Hurdes extremeñas. Entre antiguas casas de piedra donde a penas llegaba el tendido eléctrico. Camine por sus pequeñas calles buscando a alguien a quien preguntar donde podía comer algo y descansar un rato.

Al acercarme a una pequeña casa, vi que se reunía un grupo de personas. Sentí un gran shock cuando vi que velaban a uno de sus vecinos. Un chico joven que había fallecido esa misma noche.

Finalmente un vecino muy amable me invito a su casa a comer algo, me daba algo de vergüenza, pero no había ningún sitio donde ir en la zona, así que decidí aceptar su invitación.

Hay que tener cuidado cuando sales de noche por estas tierras, no es el primero, ni tampoco va a ser el ultimo.
¿A que se refiere?
El joven Nicolás, dicen que murió de un ataque al corazón. Pero todos aquí sabemos que murió de miedo.

Santiago contó que Nicolás había vivido algo que también le había pasado a el mismo de joven.

Ya había anochecido cuando buscaba una pequeña cabra que se había separado del rebaño, la di por perdida y volví a dejar el resto en el pueblo.

La medianoche estaba bañada por la luna y se podía ver bien en la noche, así que decidió volver a buscarla. Sin alejarse mucho del pueblo dio con ella, Santiago cargo la cabra en su espalda y se dispuso a volver al pueblo.

Aunque no estaba lejos, el camino parecía aun lejano, sus pies no podían con la carga, y sus fuerzas comenzaban a fallar. Un camino que debería hacer en poco tiempo le llevaba ya casi una hora. Cuando se dio cuenta, la pequeña cabra tenia el peso de un cuerpo grande, casi humano. Sin atreverse a girar su cabeza, vio como la cabeza de la cabra se juntaba a la suya. Con una barba negra como el carbón y carente de pelaje con la carne en sangre se acerco a su oído y le susurró.

¿Peso? ¿Santiago?

Santiago soltó la cabra y sin fuerzas a penas salio corriendo como pudo y se encerró en su casa. Se tiro al suelo y empezó a rezar todo lo que conocía. Hasta que llego la mañana.

Bueno siendo un forastero no creerá estas historias – dijo el bueno de Santiago
No crea, hay cosas que están fuera de nuestro entendimiento y que nos persiguen toda la vida. – dije acercándome a Santiago desde atrás, y desvelando mi verdadera forma le pregunte.
¿Peso? ¿Santiago?