La casa de hojas no es una novela cualquiera. Es una novela monstruo, una terrorífica muñeca rusa literaria en cuyo corazón late un misterioso documental titulado El expediente Navidson.
Un documental que comparte espíritu con The Blair Witch Project en el sentido de que sus protagonistas también se acercan al monstruo cámara en mano.
Solo que el monstruo no es una bruja devoraniños, sino la casa de tus sueños.
Que no es que esté encantanda, sino que es mutante. Crece. Sin descanso. Hasta el punto de que su dueño, el inquieto Will Navidson, decidido a reconquistar a su mujer, la cada vez más distante Karen, se ve obligado a internarse en ella, a través del pasillo de los cinco minutos y medio, un pasillo que un día apareció sin más, con un equipo de espeleólogos.
Pero como ha dicho su autor, el ambicioso y brillantísimo Mark Z. Danielewski La casa de hojas no es solo la historia de una casa que es más grande por dentro que por fuera, sino la historia de tres personajes perdidos que tratan de encontrarse a partir de sus relatos, «hechizándonos» con el poder de sus historias.
Porque el lector no se limita a leer El expediente Navidson sino que, como ocurría en la infantil La historia interminable, lo lee de forma indirecta, es decir, lee al lector y reconstructor de El expediente Navidson, un tipo llamado Johnny Truant, un yonqui que trabaja en un salón de tatuajes, cuya vida se precipita sin remedio hacia su propio abismo, casi en paralelo a la de Navidson, que para él no es más que un desconocido sobre el que está leyendo.
Un metajuego, lleno todo tipo de recursos visuales, una maquetación increíblemente compleja.
Aviso a navegantes, este libro te va a dejar "con el culo roto" y probablemente la cabeza te de vueltas el primer mes después de leerlo.
Dice Danielewski que la novela es el artefacto artístico más flexible que existe. Este rompecabezas con sentido; una novela que es más que una novela, es una experiencia.
Una experiencia única, extraña, fascinante y, por momentos, terrorífica y hasta arriesgada.
La clase de novela que una vez acabada no va a ninguna parte. Se queda contigo para siempre.
Leedla.
Cuanto antes.
Un documental que comparte espíritu con The Blair Witch Project en el sentido de que sus protagonistas también se acercan al monstruo cámara en mano.
Solo que el monstruo no es una bruja devoraniños, sino la casa de tus sueños.
Que no es que esté encantanda, sino que es mutante. Crece. Sin descanso. Hasta el punto de que su dueño, el inquieto Will Navidson, decidido a reconquistar a su mujer, la cada vez más distante Karen, se ve obligado a internarse en ella, a través del pasillo de los cinco minutos y medio, un pasillo que un día apareció sin más, con un equipo de espeleólogos.
Pero como ha dicho su autor, el ambicioso y brillantísimo Mark Z. Danielewski La casa de hojas no es solo la historia de una casa que es más grande por dentro que por fuera, sino la historia de tres personajes perdidos que tratan de encontrarse a partir de sus relatos, «hechizándonos» con el poder de sus historias.
Porque el lector no se limita a leer El expediente Navidson sino que, como ocurría en la infantil La historia interminable, lo lee de forma indirecta, es decir, lee al lector y reconstructor de El expediente Navidson, un tipo llamado Johnny Truant, un yonqui que trabaja en un salón de tatuajes, cuya vida se precipita sin remedio hacia su propio abismo, casi en paralelo a la de Navidson, que para él no es más que un desconocido sobre el que está leyendo.
Un metajuego, lleno todo tipo de recursos visuales, una maquetación increíblemente compleja.
Aviso a navegantes, este libro te va a dejar "con el culo roto" y probablemente la cabeza te de vueltas el primer mes después de leerlo.
Dice Danielewski que la novela es el artefacto artístico más flexible que existe. Este rompecabezas con sentido; una novela que es más que una novela, es una experiencia.
Una experiencia única, extraña, fascinante y, por momentos, terrorífica y hasta arriesgada.
La clase de novela que una vez acabada no va a ninguna parte. Se queda contigo para siempre.
Leedla.
Cuanto antes.
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