SANDRA
En esa sonrisa
de blancas y brillantes perlas
yo te supe alegre
y sentí la codicia de tenerlas.
Mientras que tus ojos,
siempre de miradas vacías,
como que no duermen,
son de ojeras hinchadas y sombrías.
Y Sandra cayó,
esa mujer de cuerpo sano,
la Sandra invencible
que quisiste creerte, pero en vano.
La imbatible diosa
que tanto te gustó sentirte
cayó del Olimpo
y tu salud vino a contradecirte.
En esa sonrisa
de blancas y brillantes perlas
yo te supe alegre
y sentí la codicia de tenerlas.
Mientras que tus ojos,
siempre de miradas vacías,
como que no duermen,
son de ojeras hinchadas y sombrías.
Y Sandra cayó,
esa mujer de cuerpo sano,
la Sandra invencible
que quisiste creerte, pero en vano.
La imbatible diosa
que tanto te gustó sentirte
cayó del Olimpo
y tu salud vino a contradecirte.