21-12-2016, 08:09 AM
Buenas gente. Como aparentemente nadie ha escrito nada en la sección fan-fics aun. He decidido aportar con algo que escribí hace un par de semanas, desafortunadamente lo escribí en inglés y tendré que traducirlo, pero haré el esfuerzo...no puede ser tan difícil, no?
Our Younger Days
Author – Ruxxandra [me]
Lenght – 1.111 Words
Characters – Alucard; Integra; Walter.
Pairing – Alutegra [?]
Rating – K [por ahora]
Notas de la Autora: La idea había sido hacer una serie de drabbles, pero luego me golpeo la inspiración y se me hizo un capitulo largo. Por tanto, serán episodios no demasiado largos, sin fecha de actualización fija –Puesto que mi inspiración va y viene cuando se le antoja–. Como siempre, créditos a Kouta Hirano, autor de Hellsing, porque si fuese por mi Alucard e Integra se habrían abrazado aunque sea.
Resumen: La calma antes de la tormenta, pequeños momentos entre ama y sirviente.
1. Familiarizándose.
Ha pasado un mes desde el fallecimiento de su padre, un mes desde que asesinó a su ambicioso tío, un mes desde que tomó las riendas de la organización perteneciente a su familia, un mes desde que ella...despertó a la bestia. Tenía que admitir que Alucard ni se acercaba a la forma que ella había pintado a los vampiros; su padre los había descrito como criaturas sedientas de sangre, guiadas por el instinto y que muchas veces mataban por deporte. Y aunque su primer encuentro con el vampiro había sido muy violento, una vez que su tío estuvo muerto, él simplemente se tranquilizó.
Lo recordaba como si fuese ayer, Alucard, con una pequeña sonrisa en su rostro, la tomo en sus engañosamente delgados brazos y caminó hacia la enfermería de los soldados. Le sorprendió que tan bien conocía la mansión, pero solamente porque todavía estaba en shock por el hecho de que su padre había encerrado a un vampiro en el sótano, y dicho vampiro era ahora su sirviente. Él tendió su herida, sus ojos desprovisto de la sed de sangre que ella esperaba; y si no fuese por su apariencia tenebrosa, le habría parecido que se veía inofensivo.
Después de eso, él la dejó bajo los cuidados de Walter, pero el sentimiento de que él de alguna manera la observaba siempre estaba presente. Ella continuó con sus estudios, ademas de aprender como manejar la organización; su mayordomo demostró ser un ángel caído del cielo en esta última tarea. Sin embargo, ella no podía evitar sentirse abrumada por todas las responsabilidades que caían sobre sus hombros ¡Solo tenía doce años! Así que en la soledad de su cuarto, ella se permitía romperse, aunque sea por unos momentos.
Era entonces cuando el vampiro aparecía.
No era fácil de ignorar su presencia, la temperatura de la habitación descendía dramáticamente y una sensación de inquietud escalaba por su espalda. Ella entonces secaría sus lágrimas y trataría de calmarse, buscando frenéticamente entre las sombras, esperando a que él se materializara. El muy maldito era exasperante, le gustaba molestarla e iniciar pequeños juegos mentales; los juegos terminaban cuando ella perdía los estribos y le gritaba, a veces incluso le disparaba con balas de plata. Él se reiría, se regeneraría y le desearía buenas noches antes de desaparecer.
Entonces ella olvidaría porque estaba triste en primer lugar, muchas veces se preguntaba si esa era su retorcida manera de subirle el animo.
Habían otros comportamientos que la confundían. Hubo una vez que no podía dormir, no porque tuviese pesadillas, estas se habían anulado luego de la primera semana de vivir con Alucard –tal vez él tenía algo que ver con ello–. Esa noche ella simplemente tenía insomnio. No queriendo despertar a Walter, se dirigió a la cocina por un vaso de leche tibia. En uno de los corredores, ella lo encontró, mirando fijamente a una de las pinturas en las paredes; ella estaba segura de que él se había percatado de su presencia, pero no le importaba, luego de unos momentos que se le hicieron eternos, él continuó con su caminata nocturna y se perdió en las sombras. Ella siguió los pasos de su vampiro y descubrió que la pintura era de hecho un retrato de su bisabuelo, Abraham Van Helsing. Entonces se pregunto si el vampiro sostenía resentimientos en contra de su ancestro, pero nuevamente, no había visto rabia u odio en su expresión. Quien sabía lo que ese monstruo pensaba? Ciertamente era un individuo extraño.
Otras noches ella le encontraría en la biblioteca, leyendo o parado junto a la ventana, mirando a la luna. Otras veces le encontraría en la cocina, fastidiando o hablando con Walter, quien parecía conocerle muy bien. Ella no entendía, él era tan calmado, manso, un poco molesto, si...pero no era un vampiro normal, no es que tuviese otros vampiros para comparar pero ella sabía lo suficiente para afirmar aquello.
Fue en una noche de verano en particular, cuando el calor en el aire hacía casi imposible el conciliar el sueño, que decidió ir por una caminata. Tal vez el poco frío que quedaba en el suelo contra sus pies descalzos calmarían el fuego que la quemaba. Le encontró en el jardín, una brisa sobrenatural hacía que su cabello negro danzara en el aire; estaba sentado bajo un árbol, podía notar su marcado perfil y su piel tan blanca que parecía brillar con luz propia. Lentamente se acercó a él, y su simple proximidad envió escalofríos por todo su cuerpo.
– Es un poco tarde para estar paseándose, no cree, ama?
Su profunda voz siempre le ponía la piel de gallina, y no tenía nada que ver con el aura fría que siempre lo acompañaba.
– No puedo dormir... que estas haciendo aquí, de todos modos?
Finalmente él la miro, sus ojos ardían como las llamas del infierno, como siempre, junto con la sonrisa ladeada que parecía siempre estar plasmada en su cara.
– Quería un poco de aire fresco, ha pasado tiempo... todos esos años encerrado en esa celda y las noches siguen siendo tan hermosas como lo eran antes. Aun así, los corderitos no deberían estar fuera cuando los lobos merodean, esperando por el momento perfecto para morder.
– Y supongo que tu eres uno de esos lobos.
El se carcajeo.
–Yo? No, yo no soy nada más que un simple perro. Y como buen perro, es mi deber cuidar de los corderitos cuando el pastor no está mirando.
Ella podría haber jurado que había cierto cariño en sus ojos, y era de alguna manera tranquilizador. Ella tomó uno, dos, tres pasos y al siguiente momento estaba sentada junto a él, el césped seco bajo sus palmas.
– Eres raro.
– Soy un vampiro, se supone que debo ser raro.
– No, eres raro para ser un vampiro... Todos los vampiros son como tú?
Se mantuvo callado por un momento, pensando, y entonces dirigió su mirada al cielo.
– No, no hay otros como yo... probablemente nunca habrá.
Ella miró sus pies, y abrazó sus piernas, descansando su cabeza contra sus rodillas. El silencio entre ellos no era incómodo, pero tampoco era confortable. De alguna forma ella se sentía a salvo cuando él estaba cerca, incluso sabiendo que él era un monstruo, tenía la certeza de que él no era una amenaza para ella.
Su caballero en la armadura ensangrentada.
– Seras un buen perro y me protegerás?
Ella no lo vio, pero él sonreía.
– Siempre y mientras sea capaz, corderito.
El frío emanando de su acompañante comenzó a arrullarla, lo último que recordaba era su cabeza cayendo al costado, y la sensación de la tela de la larga gabardina roja de Alucard contra su mejilla. Cuando despertó, estaba en su cuarto; Alucard debió haberla llevado allí en brazos y la metió en su cama, sintió su cara ardiendo ante el pensamiento.
Un par de golpecitos en la puerta la distrajeron, Walter, por supuesto. Le dio permiso de entrar, y el mayordomo ingresó saludándola y dejando la bandeja con su desayuno en la mesa de luz.
– Durmió bien, señorita?
Pensó en Alucard, y una misteriosa sonrisa decoró su cara.
– Si Walter, de verdad que si.
Notas finales: Y- ahí se termina por ahora. Cuando vuelva mi inspiración continuaré...me pregunto si me salieron medio OOC ¡Pero bueno, que es un fan-fic, y ellos están en mis manos! En fin, me fui.
Our Younger Days
Author – Ruxxandra [me]
Lenght – 1.111 Words
Characters – Alucard; Integra; Walter.
Pairing – Alutegra [?]
Rating – K [por ahora]
Notas de la Autora: La idea había sido hacer una serie de drabbles, pero luego me golpeo la inspiración y se me hizo un capitulo largo. Por tanto, serán episodios no demasiado largos, sin fecha de actualización fija –Puesto que mi inspiración va y viene cuando se le antoja–. Como siempre, créditos a Kouta Hirano, autor de Hellsing, porque si fuese por mi Alucard e Integra se habrían abrazado aunque sea.
Resumen: La calma antes de la tormenta, pequeños momentos entre ama y sirviente.
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1. Familiarizándose.
Ha pasado un mes desde el fallecimiento de su padre, un mes desde que asesinó a su ambicioso tío, un mes desde que tomó las riendas de la organización perteneciente a su familia, un mes desde que ella...despertó a la bestia. Tenía que admitir que Alucard ni se acercaba a la forma que ella había pintado a los vampiros; su padre los había descrito como criaturas sedientas de sangre, guiadas por el instinto y que muchas veces mataban por deporte. Y aunque su primer encuentro con el vampiro había sido muy violento, una vez que su tío estuvo muerto, él simplemente se tranquilizó.
Lo recordaba como si fuese ayer, Alucard, con una pequeña sonrisa en su rostro, la tomo en sus engañosamente delgados brazos y caminó hacia la enfermería de los soldados. Le sorprendió que tan bien conocía la mansión, pero solamente porque todavía estaba en shock por el hecho de que su padre había encerrado a un vampiro en el sótano, y dicho vampiro era ahora su sirviente. Él tendió su herida, sus ojos desprovisto de la sed de sangre que ella esperaba; y si no fuese por su apariencia tenebrosa, le habría parecido que se veía inofensivo.
Después de eso, él la dejó bajo los cuidados de Walter, pero el sentimiento de que él de alguna manera la observaba siempre estaba presente. Ella continuó con sus estudios, ademas de aprender como manejar la organización; su mayordomo demostró ser un ángel caído del cielo en esta última tarea. Sin embargo, ella no podía evitar sentirse abrumada por todas las responsabilidades que caían sobre sus hombros ¡Solo tenía doce años! Así que en la soledad de su cuarto, ella se permitía romperse, aunque sea por unos momentos.
Era entonces cuando el vampiro aparecía.
No era fácil de ignorar su presencia, la temperatura de la habitación descendía dramáticamente y una sensación de inquietud escalaba por su espalda. Ella entonces secaría sus lágrimas y trataría de calmarse, buscando frenéticamente entre las sombras, esperando a que él se materializara. El muy maldito era exasperante, le gustaba molestarla e iniciar pequeños juegos mentales; los juegos terminaban cuando ella perdía los estribos y le gritaba, a veces incluso le disparaba con balas de plata. Él se reiría, se regeneraría y le desearía buenas noches antes de desaparecer.
Entonces ella olvidaría porque estaba triste en primer lugar, muchas veces se preguntaba si esa era su retorcida manera de subirle el animo.
Habían otros comportamientos que la confundían. Hubo una vez que no podía dormir, no porque tuviese pesadillas, estas se habían anulado luego de la primera semana de vivir con Alucard –tal vez él tenía algo que ver con ello–. Esa noche ella simplemente tenía insomnio. No queriendo despertar a Walter, se dirigió a la cocina por un vaso de leche tibia. En uno de los corredores, ella lo encontró, mirando fijamente a una de las pinturas en las paredes; ella estaba segura de que él se había percatado de su presencia, pero no le importaba, luego de unos momentos que se le hicieron eternos, él continuó con su caminata nocturna y se perdió en las sombras. Ella siguió los pasos de su vampiro y descubrió que la pintura era de hecho un retrato de su bisabuelo, Abraham Van Helsing. Entonces se pregunto si el vampiro sostenía resentimientos en contra de su ancestro, pero nuevamente, no había visto rabia u odio en su expresión. Quien sabía lo que ese monstruo pensaba? Ciertamente era un individuo extraño.
Otras noches ella le encontraría en la biblioteca, leyendo o parado junto a la ventana, mirando a la luna. Otras veces le encontraría en la cocina, fastidiando o hablando con Walter, quien parecía conocerle muy bien. Ella no entendía, él era tan calmado, manso, un poco molesto, si...pero no era un vampiro normal, no es que tuviese otros vampiros para comparar pero ella sabía lo suficiente para afirmar aquello.
Fue en una noche de verano en particular, cuando el calor en el aire hacía casi imposible el conciliar el sueño, que decidió ir por una caminata. Tal vez el poco frío que quedaba en el suelo contra sus pies descalzos calmarían el fuego que la quemaba. Le encontró en el jardín, una brisa sobrenatural hacía que su cabello negro danzara en el aire; estaba sentado bajo un árbol, podía notar su marcado perfil y su piel tan blanca que parecía brillar con luz propia. Lentamente se acercó a él, y su simple proximidad envió escalofríos por todo su cuerpo.
– Es un poco tarde para estar paseándose, no cree, ama?
Su profunda voz siempre le ponía la piel de gallina, y no tenía nada que ver con el aura fría que siempre lo acompañaba.
– No puedo dormir... que estas haciendo aquí, de todos modos?
Finalmente él la miro, sus ojos ardían como las llamas del infierno, como siempre, junto con la sonrisa ladeada que parecía siempre estar plasmada en su cara.
– Quería un poco de aire fresco, ha pasado tiempo... todos esos años encerrado en esa celda y las noches siguen siendo tan hermosas como lo eran antes. Aun así, los corderitos no deberían estar fuera cuando los lobos merodean, esperando por el momento perfecto para morder.
– Y supongo que tu eres uno de esos lobos.
El se carcajeo.
–Yo? No, yo no soy nada más que un simple perro. Y como buen perro, es mi deber cuidar de los corderitos cuando el pastor no está mirando.
Ella podría haber jurado que había cierto cariño en sus ojos, y era de alguna manera tranquilizador. Ella tomó uno, dos, tres pasos y al siguiente momento estaba sentada junto a él, el césped seco bajo sus palmas.
– Eres raro.
– Soy un vampiro, se supone que debo ser raro.
– No, eres raro para ser un vampiro... Todos los vampiros son como tú?
Se mantuvo callado por un momento, pensando, y entonces dirigió su mirada al cielo.
– No, no hay otros como yo... probablemente nunca habrá.
Ella miró sus pies, y abrazó sus piernas, descansando su cabeza contra sus rodillas. El silencio entre ellos no era incómodo, pero tampoco era confortable. De alguna forma ella se sentía a salvo cuando él estaba cerca, incluso sabiendo que él era un monstruo, tenía la certeza de que él no era una amenaza para ella.
Su caballero en la armadura ensangrentada.
– Seras un buen perro y me protegerás?
Ella no lo vio, pero él sonreía.
– Siempre y mientras sea capaz, corderito.
El frío emanando de su acompañante comenzó a arrullarla, lo último que recordaba era su cabeza cayendo al costado, y la sensación de la tela de la larga gabardina roja de Alucard contra su mejilla. Cuando despertó, estaba en su cuarto; Alucard debió haberla llevado allí en brazos y la metió en su cama, sintió su cara ardiendo ante el pensamiento.
Un par de golpecitos en la puerta la distrajeron, Walter, por supuesto. Le dio permiso de entrar, y el mayordomo ingresó saludándola y dejando la bandeja con su desayuno en la mesa de luz.
– Durmió bien, señorita?
Pensó en Alucard, y una misteriosa sonrisa decoró su cara.
– Si Walter, de verdad que si.
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Notas finales: Y- ahí se termina por ahora. Cuando vuelva mi inspiración continuaré...me pregunto si me salieron medio OOC ¡Pero bueno, que es un fan-fic, y ellos están en mis manos! En fin, me fui.