10-03-2019, 07:31 PM
Una historia corta, basada en una pesadilla aludiendo a un padecimiento personal. Será lo más cercana posible a mis recuerdos. Disfruten la lectura y... eso.
Al abrir mis ojos, desperté en un mundo oscurecido. Una casa enorme. Apagada, careciendo de señales de vida, iluminada por suaves haz de luz que emanan las ventanas. Caminé hacia ellas lentamente y, aunque cegado por la luz, descubrí la razón de la carente iluminación. Tablas de madera tapaban la mayor parte de las ventanas por donde solo salían finos brillos de una luz blanca. La puerta principal se encontraba a la izquierda, entablada y encadenada. No importaba cuanta fuerza hiciera, la misma ni siquiera se movería. Suspiré y comencé a explorar el pasillo en donde me encontraba. Muebles y decoraciones por doquier, con algunos cuadros de personas irreconocibles. El único sonido audible en la casa era la madera del suelo, rechinando levemente bajo mis pies. Caminé por mucho tiempo. Las horas parecían pasar… y el transcurso era interminable. Explore habitaciones, baños, salas, cocinas, todo lo que pudiera darme una pista de donde estaba. Pero a medida que exploraba, se hacía más evidente la falta de vida en aquella casa. Ni un solo sonido… solo mis pasos y mi respiración, y el eternamente presente latido de mi corazón. Hasta aquel momento, pensé que estaba totalmente solo en un lugar del cual nunca podría escapar. Pero luego la vi.
Al voltearme lentamente encontré a una chica de mi estatura. Oscura como el interior de aquel lugar y de cabello largo, que tapaba su rostro. Continúe caminando sin prestarle mucha atención, ya que se había quedado en su lugar una vez la vi; sin moverse siquiera para poder mirarme. Continúe caminando por los innumerables pasillos y habitaciones de la casa sin rumbo alguno, tratando de encontrar una salida. Continuaba escuchando solamente mis pasos y mi respiración, así que decidí voltearme. Allí la había visto otra vez, completamente quita, con sus brazos hacia atrás y su rostro cubierto. Sin embargo, cada vez que me volteaba, ella se acercaba cada vez más. Fue hasta el momento que encontré un cuarto con una puerta abierta… con una brillante luz emanando de allí. Corrí con todas mis energías hasta aquella habitación, encontrándome con una habitación pequeña. Allí solo cabía un armario y un televisor dentro del mismo, una ventana y una puerta sin abrir. Avancé lentamente hacia la puerta, acostumbrándome a la luz proveniente de la ventana y del exterior de la puerta. En el instante que fui posar un pie a unos pies de la puerta, unos brazos fríos y suaves rodearon mis caderas. Sentí como la puerta detrás de mí se cerraba, y sentía la respiración de aquella chica en mi nuca. Fría, lenta, sin indicios de ser bucal, pero nasal, mientras sus manos se entrelazaban para retenerme junto a ella. Su cuerpo desnudo se acercaba al mío aún más, pegándose a mi espalda. Un escalofrió recorrió mi columna entera como si de fantasma se tratase.
Tome sus manos con las mías y las separe forzosamente, permitiéndome acercarme a la puerta para abrirla con anticipación. La brillante luz blanca comenzó a brillar con más intensidad mientras me acercaba a su origen, pero algo me interrumpió. Una mano me tomó por el hombro y me volteo rápidamente, acompañado de un dolor intenso en mi pecho. La chica de antes portaba un cuchillo, que clavó directamente en mi corazón. Me tambalee y traté de estabilizarme contra la pared cercana, pero ella me apuñalo otra vez. Una, dos, tres veces, suficientes para hacerme caer como si muerto estuviera. Sin detenerse, se subió en mí y comenzó a apuñalarme aún más. Una, dos, tres, cuatro, cinco… ya habría perdido la cuenta. Cada vez que aquella fría hoja entraba en mí, mi visión se corrompía una y otra vez, como si mis ojos fueran un televisor. Lloré y me retorcí frente al dolor inhumano en mi corazón… hasta que finalmente ella se detuvo. Mis ojos vagamente reconocían mis alrededores… mientras la luz aun me cegaba. Frente a mi estaba ella, una chica atractiva con su cabello cubriendo su rostro, con sus manos completamente blancas… mi sangre cubrían sus manos por completo. Y mientras mis oidos apreciaban el dulce canto de los pájaros y las risas del exterior, y mis ojos el brillo del exterior, sentí mi cabeza siendo soportada por las piernas de aquella chica. Sentí sus manos frías y suaves acariciar mi cabeza… mi cabello… mis mejillas. Y en la puerta trasera a nosotros, se escuchaban fuertes golpes junto con gritos de voces que solía reconocer. Sin embargo, no podía descifrar lo que decían.
En aquel momento, mi cabeza se inclinó hacia mi captora, quien continuaba acariciándome. Una voz jovial y suave atravesó mis oídos, desvaneciéndose rápidamente. “No te libraras de mí.” –mencionó. Y allí fue que, por fin, pude apreciar sus suaves labios y su pequeña nariz, junto a sus ojos… un par de ojos brillantes, de pupilas negras y pequeñas, que reflejaban el mismo brillo del exterior. Un brillo en el cual me vi consumido a mirar para siempre.
Mi voz quiso salir, pero estaba mudo.
Mis ojos quisieron llorar, pero estaban secos.
Mi cuerpo se quiso mover, pero estaba quieto.
Mi corazón quiso latir… pero yo ya estaba muerto, con un hueco en mi pecho, donde alguna vez estuvo aquel frágil órgano que solía hacerme vivir.
Pero ahora… se siente vacío. Muy vacío… y solitario.
Lo siento por ser tan corta. Escribiré algo mas "elaborado" en el futuro.
Los leere luego ♥
Mostrar ContenidoPesadilla:
Al abrir mis ojos, desperté en un mundo oscurecido. Una casa enorme. Apagada, careciendo de señales de vida, iluminada por suaves haz de luz que emanan las ventanas. Caminé hacia ellas lentamente y, aunque cegado por la luz, descubrí la razón de la carente iluminación. Tablas de madera tapaban la mayor parte de las ventanas por donde solo salían finos brillos de una luz blanca. La puerta principal se encontraba a la izquierda, entablada y encadenada. No importaba cuanta fuerza hiciera, la misma ni siquiera se movería. Suspiré y comencé a explorar el pasillo en donde me encontraba. Muebles y decoraciones por doquier, con algunos cuadros de personas irreconocibles. El único sonido audible en la casa era la madera del suelo, rechinando levemente bajo mis pies. Caminé por mucho tiempo. Las horas parecían pasar… y el transcurso era interminable. Explore habitaciones, baños, salas, cocinas, todo lo que pudiera darme una pista de donde estaba. Pero a medida que exploraba, se hacía más evidente la falta de vida en aquella casa. Ni un solo sonido… solo mis pasos y mi respiración, y el eternamente presente latido de mi corazón. Hasta aquel momento, pensé que estaba totalmente solo en un lugar del cual nunca podría escapar. Pero luego la vi.
Al voltearme lentamente encontré a una chica de mi estatura. Oscura como el interior de aquel lugar y de cabello largo, que tapaba su rostro. Continúe caminando sin prestarle mucha atención, ya que se había quedado en su lugar una vez la vi; sin moverse siquiera para poder mirarme. Continúe caminando por los innumerables pasillos y habitaciones de la casa sin rumbo alguno, tratando de encontrar una salida. Continuaba escuchando solamente mis pasos y mi respiración, así que decidí voltearme. Allí la había visto otra vez, completamente quita, con sus brazos hacia atrás y su rostro cubierto. Sin embargo, cada vez que me volteaba, ella se acercaba cada vez más. Fue hasta el momento que encontré un cuarto con una puerta abierta… con una brillante luz emanando de allí. Corrí con todas mis energías hasta aquella habitación, encontrándome con una habitación pequeña. Allí solo cabía un armario y un televisor dentro del mismo, una ventana y una puerta sin abrir. Avancé lentamente hacia la puerta, acostumbrándome a la luz proveniente de la ventana y del exterior de la puerta. En el instante que fui posar un pie a unos pies de la puerta, unos brazos fríos y suaves rodearon mis caderas. Sentí como la puerta detrás de mí se cerraba, y sentía la respiración de aquella chica en mi nuca. Fría, lenta, sin indicios de ser bucal, pero nasal, mientras sus manos se entrelazaban para retenerme junto a ella. Su cuerpo desnudo se acercaba al mío aún más, pegándose a mi espalda. Un escalofrió recorrió mi columna entera como si de fantasma se tratase.
Tome sus manos con las mías y las separe forzosamente, permitiéndome acercarme a la puerta para abrirla con anticipación. La brillante luz blanca comenzó a brillar con más intensidad mientras me acercaba a su origen, pero algo me interrumpió. Una mano me tomó por el hombro y me volteo rápidamente, acompañado de un dolor intenso en mi pecho. La chica de antes portaba un cuchillo, que clavó directamente en mi corazón. Me tambalee y traté de estabilizarme contra la pared cercana, pero ella me apuñalo otra vez. Una, dos, tres veces, suficientes para hacerme caer como si muerto estuviera. Sin detenerse, se subió en mí y comenzó a apuñalarme aún más. Una, dos, tres, cuatro, cinco… ya habría perdido la cuenta. Cada vez que aquella fría hoja entraba en mí, mi visión se corrompía una y otra vez, como si mis ojos fueran un televisor. Lloré y me retorcí frente al dolor inhumano en mi corazón… hasta que finalmente ella se detuvo. Mis ojos vagamente reconocían mis alrededores… mientras la luz aun me cegaba. Frente a mi estaba ella, una chica atractiva con su cabello cubriendo su rostro, con sus manos completamente blancas… mi sangre cubrían sus manos por completo. Y mientras mis oidos apreciaban el dulce canto de los pájaros y las risas del exterior, y mis ojos el brillo del exterior, sentí mi cabeza siendo soportada por las piernas de aquella chica. Sentí sus manos frías y suaves acariciar mi cabeza… mi cabello… mis mejillas. Y en la puerta trasera a nosotros, se escuchaban fuertes golpes junto con gritos de voces que solía reconocer. Sin embargo, no podía descifrar lo que decían.
En aquel momento, mi cabeza se inclinó hacia mi captora, quien continuaba acariciándome. Una voz jovial y suave atravesó mis oídos, desvaneciéndose rápidamente. “No te libraras de mí.” –mencionó. Y allí fue que, por fin, pude apreciar sus suaves labios y su pequeña nariz, junto a sus ojos… un par de ojos brillantes, de pupilas negras y pequeñas, que reflejaban el mismo brillo del exterior. Un brillo en el cual me vi consumido a mirar para siempre.
Mi voz quiso salir, pero estaba mudo.
Mis ojos quisieron llorar, pero estaban secos.
Mi cuerpo se quiso mover, pero estaba quieto.
Mi corazón quiso latir… pero yo ya estaba muerto, con un hueco en mi pecho, donde alguna vez estuvo aquel frágil órgano que solía hacerme vivir.
Pero ahora… se siente vacío. Muy vacío… y solitario.
Lo siento por ser tan corta. Escribiré algo mas "elaborado" en el futuro.
Los leere luego ♥