29-12-2021, 05:05 PM
La mujer herrada es una de las tantas leyendas que, se dice, tuvieron origen en la Ciudad de México.
Al caminar por las calles de la Ciudad de México podemos encontrarnos con sitios que, se dice, fueron escenarios de curiosos y muy peculiares hechos, en especial en el Centro Histórico, justo donde nace la leyenda de la mujer herrada.
Se dice que alrededor del año 1600, un solitario clérigo vivía en la calle llamada Puerta Falsa de Santo Domingo, lo que hoy se conoce como República de Perú. Dada su soledad, el hombre optó por buscar una mujer con quien vivir, a pesar de que nadie veía su acción con buenos ojos, en especial su compadre, un herrero que vivía a unas calles de distancia y era profundamente religioso.
El herrero solía insistirle al clérigo que alejara a dicha mujer de su vida y volviera a encausar su vocación, sin embargo el religioso se resistía a dejarla y continuó desenfadado su vida con ella.
Al caminar por las calles de la Ciudad de México podemos encontrarnos con sitios que, se dice, fueron escenarios de curiosos y muy peculiares hechos, en especial en el Centro Histórico, justo donde nace la leyenda de la mujer herrada.
Se dice que alrededor del año 1600, un solitario clérigo vivía en la calle llamada Puerta Falsa de Santo Domingo, lo que hoy se conoce como República de Perú. Dada su soledad, el hombre optó por buscar una mujer con quien vivir, a pesar de que nadie veía su acción con buenos ojos, en especial su compadre, un herrero que vivía a unas calles de distancia y era profundamente religioso.
El herrero solía insistirle al clérigo que alejara a dicha mujer de su vida y volviera a encausar su vocación, sin embargo el religioso se resistía a dejarla y continuó desenfadado su vida con ella.
Una noche, el herrero escuchó fuertes golpes en su puerta y se apresuró a ver quién podía acudir a su taller tan tarde. Al abrir se encontró con dos hombres que llevaban amarrada a una mula. Le comentaron que el clérigo los había mandado a verlo para que herrara a la mula cuanto antes, pues apenas llegara la mañana debía salir de viaje.
El herrero, aunque extrañado, se apresuró a ponerle las herraduras a la mula y una vez que estuvo lista los mensajeros se la llevaron dándole fuertes golpes. Al amanecer, el hombre corrió a la casa del clérigo para conocer el motivo de su apresurado viaje; sin embargo, lo encontró todavía dormido.
Al despertar el religioso le comentó al herrero que no pleaneaba ir a ningún lado y que jamás envió a ningún mensajero a su casa durante la noche. Ambos creyeron que se había tratado de una broma y se rieron del asunto.
Pero su semblante cambió cuando se acercaron a la compañera del clérigo, quien se encontraba todavía acostada en la cama. Al retirar la cobija ambos notaron con horror que ella estaba muerta y que en manos y pies tenía clavadas las herraduras que la noche anterior el herrero le había colocado a la mula.
El herrero y el clérigo interpretaron el hecho como un castigo hacia ella y al religioso por la mala acción que estaban cometiendo. Concluyeron que los dos mensajeros eran demonios, quienes habían convertido a la mujer en mula para castigarla.
Llamaron a otros clérigos, quienes los ayudaron a enterrar a la mujer en la misma casa, prometiendo jamás hablar del asunto. El clérigo huyó en cuanto pudo de la ciudad, mientras que uno de los testigos reveló el hecho ante la gente tiempo después, dando así origen a la leyenda de la mujer herrada.