12-03-2014, 05:50 PM
La Enterrada Viva
Mi madre jura que esto que os voy a contar es cierto:
Mi tatarabuela, venía arrastrando durante algún tiempo una horrible enfermedad que finalmente, y a pesar de su fortaleza, le logró arrebatar la vida después de un intenso coma de varios días. Mi tatarabuelo, se sintió vacío, Después de 50 años de matrimonio, su verdadero amor le había sido arrebatado. Aquella mujer que miró una vez pareciendo que se conocieran desde siempre se había ido para siempre. Con sólo mirarse a los ojos era suficiente para saber que pasaba por la cabeza del otro.
Después de que el médico pronunciara la palabra muerta, mi tatarabuelo insistía una y otra vez que no lo era. Tuvieron que apartarlo del cuerpo de su esposa para iniciar los preparativos de su entierro.
Aquellos días fueron especialmente duros para la familia, especialmente para mi tatarabuelo, tuvieron que retrasar los preparativos hasta tener un lugar donde dar descanso al cuerpo en el cementerio, y mientras, para interrumpir la descomposición del cadáver tuvieron que drenar los fluidos corporales y así mantener el cuerpo materialmente fresco.
Durante este desagradable proceso mi tatarabuelo protestó tan ferozmente que tuvieron que sedarlo y acostarlo en cama. Ese mismo día enterraron a su esposa.
Aquella noche se despertó de una horrible pesadilla, la escalofriante visión en la que aparecía su mujer, histérica, tratando de salir del ataúd lo levantó de la cama. Llamó inmediatamente al médico y le pidió que el cuerpo de su esposa fuera exhumado inmediatamente. El médico se negó.
Esta pesadilla perseguía noche tras noche a mi tatarabuelo, durante una semana sufría la misma visión.
Por fin, y después de muchos ruegos, el médico cedió y juntamente con las autoridades locales exhumaron el cuerpo. Al abrir el ataúd, el horror se apoderó de todos los allí presentes. Los dedos de las manos de mi tatarabuela ya no tenían uñas, se las había arrancado intentando salir de la caja, en el interior de la tapa podían verse las marcas de los arañazos.
Entonces creyeron a mi tatarabuelo. Tenía razón…
Mi madre jura que esto que os voy a contar es cierto:
Mi tatarabuela, venía arrastrando durante algún tiempo una horrible enfermedad que finalmente, y a pesar de su fortaleza, le logró arrebatar la vida después de un intenso coma de varios días. Mi tatarabuelo, se sintió vacío, Después de 50 años de matrimonio, su verdadero amor le había sido arrebatado. Aquella mujer que miró una vez pareciendo que se conocieran desde siempre se había ido para siempre. Con sólo mirarse a los ojos era suficiente para saber que pasaba por la cabeza del otro.
Después de que el médico pronunciara la palabra muerta, mi tatarabuelo insistía una y otra vez que no lo era. Tuvieron que apartarlo del cuerpo de su esposa para iniciar los preparativos de su entierro.
Aquellos días fueron especialmente duros para la familia, especialmente para mi tatarabuelo, tuvieron que retrasar los preparativos hasta tener un lugar donde dar descanso al cuerpo en el cementerio, y mientras, para interrumpir la descomposición del cadáver tuvieron que drenar los fluidos corporales y así mantener el cuerpo materialmente fresco.
Durante este desagradable proceso mi tatarabuelo protestó tan ferozmente que tuvieron que sedarlo y acostarlo en cama. Ese mismo día enterraron a su esposa.
Aquella noche se despertó de una horrible pesadilla, la escalofriante visión en la que aparecía su mujer, histérica, tratando de salir del ataúd lo levantó de la cama. Llamó inmediatamente al médico y le pidió que el cuerpo de su esposa fuera exhumado inmediatamente. El médico se negó.
Esta pesadilla perseguía noche tras noche a mi tatarabuelo, durante una semana sufría la misma visión.
Por fin, y después de muchos ruegos, el médico cedió y juntamente con las autoridades locales exhumaron el cuerpo. Al abrir el ataúd, el horror se apoderó de todos los allí presentes. Los dedos de las manos de mi tatarabuela ya no tenían uñas, se las había arrancado intentando salir de la caja, en el interior de la tapa podían verse las marcas de los arañazos.
Entonces creyeron a mi tatarabuelo. Tenía razón…