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- Me aburroooooo, me aburroooo, me abuURROOOOO, ME ABUUUUURRROOOOO - cantaba Kaori dentro del ascensor donde le habían metido a la fuerza 6 guardaespaldas de mirada inexpresiva y vestidos de un negro impoluto. Les había obligado a todos a tener que empuñar sus armas y aumentar el nivel de seguridad tras los recientes acontecimientos con el pobre empleado de la primera planta.

El ascensor era totalmente minimalista. No tenía botones y solo una luz azul detrás de un cristal blindado iluminaba lo que eran cuatro paredes de granito sin ningún tipo de posible apertura ni vía de escape... así que se resignó a esperar su destino de la forma que mejor se le ocurrió. Cantando. 

- Me aburrroooooo, me abuuroooo, me abuu.... 

El ascensor se detuvo entonces y las puertas se abrieron de arriba a abajo en el momento en que la oscuridad se apoderó de todo el lugar. 

- ¿Hola? ¿Perdón? !!¿¿No veo un caraj...??!! 
- ¿Kaori? ¿Hermanita? ¿Eres tú? - dijo una voz infantil al fondo de la sala. 

Pero Kaori ya no podía decir nada. Empezó a temblar de forma antinatural y un fuerte dolor en el pecho le hizo caer de rodillas al suelo. Ni siquiera se atrevía a levantar la mirada.

- Erik.... - dijo con una solemne voz que parecía salir de una parte muy profunda y totalmente olvidada de su ser... Entonces las luces se encendieron de golpe y un pequeño muchacho de unos 7 años con el pelo negro alborotado apareció en el centro de la enorme sala.
- Hermanita... ¿Qué ha pasado? Papá y mamá dijeron que te habías ido y que nunca más ibas a volver.
- Erik... He hecho cosas malas... No voy a poder volver... Pero tienes que entender que no tuve elección...
- Pero... ¿Estás enfadada conmigo? ¿Hice algo malo? Perdóname por favor, quiero que vuelvas a casa...
- Erik... yo... yo... ¡TE ODIO! ¡NO QUIERO SABER NADA DE TI! ¡OLVIDA QUE EXISTO!
- ¿Porqué me dices esto? ¿Dime... dime... que he hecho? - dijo el pobre niño con lágrimas en los ojos mientras agarraba del vestido a su hermana.
- ¡QUE TE VAYAS! ¡QUE ME OLVIDES! ¡NO ME TOQUES! - Gritó mientras se levantaba de golpe y empezaba a correr hacia el ascensor de nuevo. Del impulso Erik cayó al suelo de espaldas y rompió en llanto.
- ¡QUIERO SALIR! ¡SACADME DE AQUÍ! ¡SACADME DE AQUÍ YA! -  Siguió gritando dentro del ascensor mientras golpeaba con fuerza su cabeza contra la parez de granizo. 

La sangre empezó a brotar de la herida que se le había abierto en la frente en el mismo momento en que la puerta del ascensor se cerró. Kaori, en el suelo, sentada y abatida, se observaba a sí misma en el reflejo del charco de su propia sangre. Su cara de terror y sus ojos rojos impregnados en lágrimas se transformaron de golpe en la mueca de una sonrisa deforme y con ojos encolerados. 

- Pagaréis por esto... Juro que pagaréis por esto... - dijo finalmente mientras el ascensor se empezó mover de nuevo.