06-02-2022, 08:55 PM
El amor en tiempos de cólera - Gabriel García Márquez:
Las ventajas de ser invisible - Stephen Chbosky:
La extraña desaparición de Esme Lennox - Maggie O´farrell:
"—¿Sí?
—Iris, ¿sabías que cada año mueren dos mil quinientos zurdos utilizando cosas hechas para diestros? —Es Alex.
—No lo sabía, no.
—Pues es verdad. Lo tengo aquí delante. Estoy trabajando en un sitio web de seguridad doméstica. Así es mi vida. Se me ha ocurrido llamarte para avisarte. No sabía que tu existencia fuera tan precaria".
"Al llegar al último rellano, Iris se detiene. Debajo de la puerta se ve una línea de luz. Hay alguien en su piso.
Pasa adelante de Esme y, vacilando sólo un instante, gira el pomo.
—¿Hola? —se anuncia en el pasillo—. ¿Hay alguien ahí?
El perro se frota contra ella. Iris le agarra el collar y lo nota tensarse. Luego el animal alza la cabeza y lanza un grave ladrido.
—¿Hola? —repite Iris, y su voz se rompe a mitad de la palabra. Una persona aparece en el umbral de la puerta. Un hombre.
—¿Es que no tienes comida en casa? —pregunta Alex".
"—¿Dónde vives? —pregunta Esme.
—En Stockbridge —contesta Alex—. Pero antes vivía en Nueva York.
—¿En los Estados Unidos de América? —Esme se inclina por encima de su plato.
Él sonríe.
—Exactamente".
Diario de un vampiro en pijama - Mathias Malzieu
"—¿Tendré que dormir aquí?
—El médico se lo confirmará, pero me parece que sí, señor Malzieu —me responde una enfermera enmascarada.
Los cubiertos vienen en una bolsita de plástico que la auxiliar de enfermería rompe para que yo los coja sin que ella tenga que tocarlos. Nunca habría imaginado que el infierno fuera un lugar tan limpio".
"—A ver, ahora voy a pinchar…
¡Y vaya si pincha! ¡Aunque «atravesar» hubiese sido más exacto! Clava el instrumento en el esternón con ambas manos y ayudándose con todo su peso para traspasar la piel hasta lo más profundo del hueso. Es como si me apuñalasen con una banderilla. Me esfuerzo por mantener una respiración regular y por no mirar demasiado lo que está sucediendo.
—A ver, ahora voy a aspirar…
Mis costillas parecen despegarse, es como si me arrancase la caja torácica. ¡Duele como un navajazo! Se me corta la respiración, el corazón me estalla. Por fin retiran el arpón.
—¡Ya está, puede usted respirar!
No lo consigo porque, por un momento, soy una puta trucha y ya no sé cómo se respira".
"—¿De qué grupo es usted? —me pregunta.
—Dionysos —respondo.
–Me refería al grupo sanguíneo.
—Ah, sí… O positivo".
"—¿Necesita usted algo, señor Malzieu?
—¡Sí, unos besitos! ¡Estoy hasta las narices de no recibir besitos!
Ella se rió detrás de su mascarilla y la noche siguiente me trajo una hoja de papel plastificado donde había escrito «Buenas noches» y dos besos en rojo. Las imagino a ella y a su auxiliar de enfermería besando la hoja en blanco y metiéndola en el plástico para luego desinfectarlo. Después se ponen la mascarilla, el gorro y la bata para traérmelo. El placer de un gesto hermoso. Dos bocas en forma de corazón que contribuirán a que mi espíritu pueda cantar. Templar los nervios a través de la risa".
"Al regresar al hospital me ha tocado un taxista de antología. Subo en el taxi. Me echa una mirada por el retrovisor. Ni un saludo.
—Buenos días, querría ir al hospital Saint-Louis, avenida Claude-Vellefaux número uno, por favor.
—Huele usted mal. ¿Qué es ese medicamento?
—Es líquido desinfectante para las manos, es difícil estar más limpio".
Lenore - Roman Dirge:
"Mago: Ahora nos enfretaremos a... LA CAJA DE LA MUERTE.
Lenore: ¿La caja de qué?
Mago: LA CAJA DE LA MUERTE".
"Una vez un niño pequeño me preguntó por qué las personas no podían ser mejores y quererse los unos a los otros.
Reflexioné un momento y luego, por supuesto, me comí al niño.
Era muy fuerte y desde luego NO sabía a pollo.
Aunque tenía un poco de pollo Moo-shoo que había dejado toda la noche en el coche. Se suponía que tenía que haber algo de moral en algún lugar de la humanidad y en cómo nos desarrollamos en la sociedad de la autosatisfacción, pero, a lo mejor debería ser:
"no hables con extraños". Si eso hubiera tenido más efecto sobre ese niño, seguiría vivo hoy.
Y yo no tenría que explicar el mal olor que viene de debajos de mi casa. Quiero decir, sólo fue un incoveniente para mí.
Es triste".
"Tu familia no te volvió a entender. Parecía que ni siquiera sabían quién eras, y te evitaban. ¿Te acuerdas? Sí, te acuerdas. Pero los recuerdos cesaron... como la lluvia. Era el momento de empezar una nueva vida... um... muerte".
"—Algo falla. Tu sangre debería haberme vuelto a la normalidad pero había algo raro en tu sangre.
—¡He sido embalsamada!
—¡Ahora estaré condenado a esta forma por la eternidad! ¡¿Qué haré?! ¡Yo! Uno de los más salvajes asesinos que ha conocido el mundo!
Luego:
—¿Más té, Sr. Muffinman?
—Sí".
Diccionario de las cosas que no supe explicarte - Risto Mejide:
Artista:
"Adolf Hitler quiso ser pintor.
Mussolini lo intentó con la poesía.
Fidel Castro estudió para actor.
Y Stalin pudo haberse dedicado a la moda, si no hubiese sido porque nadie lo quiso contratar.
Conclusión, hay algo mucho peor que un artista fracasado.
Un artista frustrado".
Fatiga:
"¿Te quieres cansar conmigo?
(No me mates, éste tampoco es mío.)"
Odio:
"Véase amor".
Seguridad:
"1. Has nacido.
2. Te vas a morir.
Todo lo demás, nunca es seguro".
El señor Nakano y las mujeres - Hiromi Kawakami:
"—¿No te da rabia? —le pregunté.
—Lo que siento no es exactamente rabia —me respondió él, con una sonrisa torcida.
—¿Qué es, entonces? —inquirí de nuevo, pero él soltó una risita desganada.
—No lo entiendes, Hitomi —me dijo—. A ti te gustan los libros y tienes una mente compleja. Yo tengo una mente simple —prosiguió".
"—¿De quién es ese cuadro que hay en la pared? —pregunté.
—De Seiji Togo.
—Qué nostalgia transmiten sus cuadros, ¿verdad?
—No los conozco.
—¡Pero si acabas de decirme el nombre del pintor!
—Ha sido pura chiripa, lo siento.
—No hace falta que te disculpes, que no estamos en el trabajo.
—Es la costumbre, lo siento.
—¡Lo has hecho otra vez!
—Perdón".
"—Oye, Hitomi —me dijo Masayo.
—¿Sí?
—¿Cómo terminó tu historia? —me preguntó sin volverse, mirando fijamente al vacío.
—¿A qué historia se refiere? —inquirí.
—A la de aquel chico.
—Ah…
—¿Cómo que «ah»?
—¿Cómo que «ah»?
—Uf…
—¿Cómo que «uf»?
—Bueno…
—¿Cómo que «bueno»?".
"«Estoy enamorada como una idiota —pensé—. El amor es un sentimiento idiota»".
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"—Aprovecha ahora que eres joven para sufrir todo lo que puedas—le decía —, que estas cosas no duran toda la vida".
“—Contéstale que sí —le dijo — . Aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le contestas que no”.
“—Contéstale que sí —le dijo — . Aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le contestas que no”.
Las ventajas de ser invisible - Stephen Chbosky:
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"25 de agosto de 1991
Querido amigo:
Te escribo porque ella dijo que escuchas y comprendes y que no intentaste acostarte con aquella persona en esa fiesta aunque hubieras podido hacerlo. Por favor, no intentes descubrir quién es ella porque entonces podrías descubrir quién soy yo, y la verdad es que no quiero que lo hagas".
"En esa hoja blanca de papel, Sam tecleó:
«Escribe sobre mí alguna vez». Y yo respondí, de pie allí mismo, en su habitación. Escribí simplemente: «Lo haré»".
"—¿Charlie?
—¿Ajá?
—¿Te gusto yo?
—Ajá.
—¿Sabes a lo que me refiero?
—Ajá.
—¿Estás nervioso?
—Ajá.
—No lo estés.
—Vale".
"Pero sobre todo, lloraba porque de repente fui consciente del hecho de que era yo el que estaba de pie en ese túnel con el viento corriendo por mi cara. Sin preocuparme de ver el centro de la ciudad. Sin ni siquiera pensar en ello. Porque estaba de pie en el túnel. Y estaba realmente allí. Y aquello era suficiente para hacerme sentir infinito".
Querido amigo:
Te escribo porque ella dijo que escuchas y comprendes y que no intentaste acostarte con aquella persona en esa fiesta aunque hubieras podido hacerlo. Por favor, no intentes descubrir quién es ella porque entonces podrías descubrir quién soy yo, y la verdad es que no quiero que lo hagas".
"En esa hoja blanca de papel, Sam tecleó:
«Escribe sobre mí alguna vez». Y yo respondí, de pie allí mismo, en su habitación. Escribí simplemente: «Lo haré»".
"—¿Charlie?
—¿Ajá?
—¿Te gusto yo?
—Ajá.
—¿Sabes a lo que me refiero?
—Ajá.
—¿Estás nervioso?
—Ajá.
—No lo estés.
—Vale".
"Pero sobre todo, lloraba porque de repente fui consciente del hecho de que era yo el que estaba de pie en ese túnel con el viento corriendo por mi cara. Sin preocuparme de ver el centro de la ciudad. Sin ni siquiera pensar en ello. Porque estaba de pie en el túnel. Y estaba realmente allí. Y aquello era suficiente para hacerme sentir infinito".
La extraña desaparición de Esme Lennox - Maggie O´farrell:
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"—¿Sí?
—Iris, ¿sabías que cada año mueren dos mil quinientos zurdos utilizando cosas hechas para diestros? —Es Alex.
—No lo sabía, no.
—Pues es verdad. Lo tengo aquí delante. Estoy trabajando en un sitio web de seguridad doméstica. Así es mi vida. Se me ha ocurrido llamarte para avisarte. No sabía que tu existencia fuera tan precaria".
"Al llegar al último rellano, Iris se detiene. Debajo de la puerta se ve una línea de luz. Hay alguien en su piso.
Pasa adelante de Esme y, vacilando sólo un instante, gira el pomo.
—¿Hola? —se anuncia en el pasillo—. ¿Hay alguien ahí?
El perro se frota contra ella. Iris le agarra el collar y lo nota tensarse. Luego el animal alza la cabeza y lanza un grave ladrido.
—¿Hola? —repite Iris, y su voz se rompe a mitad de la palabra. Una persona aparece en el umbral de la puerta. Un hombre.
—¿Es que no tienes comida en casa? —pregunta Alex".
"—¿Dónde vives? —pregunta Esme.
—En Stockbridge —contesta Alex—. Pero antes vivía en Nueva York.
—¿En los Estados Unidos de América? —Esme se inclina por encima de su plato.
Él sonríe.
—Exactamente".
Diario de un vampiro en pijama - Mathias Malzieu
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"—¿Tendré que dormir aquí?
—El médico se lo confirmará, pero me parece que sí, señor Malzieu —me responde una enfermera enmascarada.
Los cubiertos vienen en una bolsita de plástico que la auxiliar de enfermería rompe para que yo los coja sin que ella tenga que tocarlos. Nunca habría imaginado que el infierno fuera un lugar tan limpio".
"—A ver, ahora voy a pinchar…
¡Y vaya si pincha! ¡Aunque «atravesar» hubiese sido más exacto! Clava el instrumento en el esternón con ambas manos y ayudándose con todo su peso para traspasar la piel hasta lo más profundo del hueso. Es como si me apuñalasen con una banderilla. Me esfuerzo por mantener una respiración regular y por no mirar demasiado lo que está sucediendo.
—A ver, ahora voy a aspirar…
Mis costillas parecen despegarse, es como si me arrancase la caja torácica. ¡Duele como un navajazo! Se me corta la respiración, el corazón me estalla. Por fin retiran el arpón.
—¡Ya está, puede usted respirar!
No lo consigo porque, por un momento, soy una puta trucha y ya no sé cómo se respira".
"—¿De qué grupo es usted? —me pregunta.
—Dionysos —respondo.
–Me refería al grupo sanguíneo.
—Ah, sí… O positivo".
"—¿Necesita usted algo, señor Malzieu?
—¡Sí, unos besitos! ¡Estoy hasta las narices de no recibir besitos!
Ella se rió detrás de su mascarilla y la noche siguiente me trajo una hoja de papel plastificado donde había escrito «Buenas noches» y dos besos en rojo. Las imagino a ella y a su auxiliar de enfermería besando la hoja en blanco y metiéndola en el plástico para luego desinfectarlo. Después se ponen la mascarilla, el gorro y la bata para traérmelo. El placer de un gesto hermoso. Dos bocas en forma de corazón que contribuirán a que mi espíritu pueda cantar. Templar los nervios a través de la risa".
"Al regresar al hospital me ha tocado un taxista de antología. Subo en el taxi. Me echa una mirada por el retrovisor. Ni un saludo.
—Buenos días, querría ir al hospital Saint-Louis, avenida Claude-Vellefaux número uno, por favor.
—Huele usted mal. ¿Qué es ese medicamento?
—Es líquido desinfectante para las manos, es difícil estar más limpio".
Lenore - Roman Dirge:
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"Mago: Ahora nos enfretaremos a... LA CAJA DE LA MUERTE.
Lenore: ¿La caja de qué?
Mago: LA CAJA DE LA MUERTE".
"Una vez un niño pequeño me preguntó por qué las personas no podían ser mejores y quererse los unos a los otros.
Reflexioné un momento y luego, por supuesto, me comí al niño.
Era muy fuerte y desde luego NO sabía a pollo.
Aunque tenía un poco de pollo Moo-shoo que había dejado toda la noche en el coche. Se suponía que tenía que haber algo de moral en algún lugar de la humanidad y en cómo nos desarrollamos en la sociedad de la autosatisfacción, pero, a lo mejor debería ser:
"no hables con extraños". Si eso hubiera tenido más efecto sobre ese niño, seguiría vivo hoy.
Y yo no tenría que explicar el mal olor que viene de debajos de mi casa. Quiero decir, sólo fue un incoveniente para mí.
Es triste".
"Tu familia no te volvió a entender. Parecía que ni siquiera sabían quién eras, y te evitaban. ¿Te acuerdas? Sí, te acuerdas. Pero los recuerdos cesaron... como la lluvia. Era el momento de empezar una nueva vida... um... muerte".
"—Algo falla. Tu sangre debería haberme vuelto a la normalidad pero había algo raro en tu sangre.
—¡He sido embalsamada!
—¡Ahora estaré condenado a esta forma por la eternidad! ¡¿Qué haré?! ¡Yo! Uno de los más salvajes asesinos que ha conocido el mundo!
Luego:
—¿Más té, Sr. Muffinman?
—Sí".
Diccionario de las cosas que no supe explicarte - Risto Mejide:
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Artista:
"Adolf Hitler quiso ser pintor.
Mussolini lo intentó con la poesía.
Fidel Castro estudió para actor.
Y Stalin pudo haberse dedicado a la moda, si no hubiese sido porque nadie lo quiso contratar.
Conclusión, hay algo mucho peor que un artista fracasado.
Un artista frustrado".
Fatiga:
"¿Te quieres cansar conmigo?
(No me mates, éste tampoco es mío.)"
Odio:
"Véase amor".
Seguridad:
"1. Has nacido.
2. Te vas a morir.
Todo lo demás, nunca es seguro".
El señor Nakano y las mujeres - Hiromi Kawakami:
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"—¿No te da rabia? —le pregunté.
—Lo que siento no es exactamente rabia —me respondió él, con una sonrisa torcida.
—¿Qué es, entonces? —inquirí de nuevo, pero él soltó una risita desganada.
—No lo entiendes, Hitomi —me dijo—. A ti te gustan los libros y tienes una mente compleja. Yo tengo una mente simple —prosiguió".
"—¿De quién es ese cuadro que hay en la pared? —pregunté.
—De Seiji Togo.
—Qué nostalgia transmiten sus cuadros, ¿verdad?
—No los conozco.
—¡Pero si acabas de decirme el nombre del pintor!
—Ha sido pura chiripa, lo siento.
—No hace falta que te disculpes, que no estamos en el trabajo.
—Es la costumbre, lo siento.
—¡Lo has hecho otra vez!
—Perdón".
"—Oye, Hitomi —me dijo Masayo.
—¿Sí?
—¿Cómo terminó tu historia? —me preguntó sin volverse, mirando fijamente al vacío.
—¿A qué historia se refiere? —inquirí.
—A la de aquel chico.
—Ah…
—¿Cómo que «ah»?
—¿Cómo que «ah»?
—Uf…
—¿Cómo que «uf»?
—Bueno…
—¿Cómo que «bueno»?".
"«Estoy enamorada como una idiota —pensé—. El amor es un sentimiento idiota»".