FA's Magic Café [Rol libre].
#1
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¿Por qué nadie me dijo que abrir un café era tanto trabajo? No sólo había tenido que conseguir los permisos correspondientes del local; también había diseñado y amueblado yo misma, decidido un menú, hecho promoción a través de anuncios y cartas, comprado algunos ingredientes (que no habían sido nada baratos), barrido el piso, colocado la decoración de "Gran Inauguración" y hasta había aprendido a hacer esos cafés latte con dibujitos. 

Suspiré cansada, era de mañana y estaba por abrir. 
Di un último vistazo al local, el marrón claro del piso de encino combinaba bien con las paredes color crema y hacía resaltar bastante el verde de las plantas en las macetas flotantes y en el muro verde que abarcaba la pared del recibidor. Además los ventanales de pared completa y claraboyas proporcionaban luz natural haciendo agradable el ambiente.

Por el momento sólo contaba con tres mesas pues no sabía cuántos clientes recibiría, cada una tenía taburetes acolchados para cuatro personas, dos de un lado de la mesa y dos del otro. Coloqué un menú al centro de cada una y aproveché para leerlo por quincuagésima vez. 


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-Tontas regulaciones- Murmuré sin dejar que me afectara del todo, ya había pasado suficientes disgustos.
Una pequeña figura atravesó la cafetería desde la puerta de entrada para trepar con rapidez hasta una torre para gatos que estaba al fondo del local, la llegada repentina del gatito "Bastas" me había recordado poner un letrero "Pet Friendly" bien visible en el recibidor. 

Salí por la puerta principal, la fachada aún parecía un edificio abandonado en medio de la nada así que esperaba que nadie llegara por ahí, aunque nunca se sabe, por las noches merodea gente rara buscando refugio.
Finalmente activé el pequeño cristal violeta que colgaba de la puerta, éste comenzó a girar de forma muy suave indicándome que el enlace interdimensional ya estaba funcionando. 
No tenía demasiado presupuesto para publicidad así que había ido yo misma a pegar carteles en unas cuantas dimensiones y también había enviado cartas, un poco al azar. 

-Ahora, a esperar- 

Me senté en el recibidor, atenta a la puerta. 
Por supuesto, tenía un plan de emergencia en caso de que llegara alguien o algo peligroso, pero contaba en que al ser poco conocido mi negocio tardarían en aparecer problemas. No había servido a un sólo cliente aún y no me quitaba de la cabeza la idea de que necesitaba más personal...
[Imagen: XatKA8q.png]

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#2
[Imagen: RkwmWky.png]
(Imagen de referencia. Gato humanoide con garras, patas, cola y orejas de gato, con una aparente melena en su cuello.
Y no, no esta desnudo. La ropa esta descrita.)

-Muéstranos otra vez pequeño, tu truco es interesante.- menciono uno de los prisioneros del Inquisidor. Tome mi libro y leí nuevamente la inscripción, haciendo la invocación de la ilusión. La ilusión tomo la forma de uno de los prisioneros y copio su postura; los demás mofándose y llamando la atención de Kron, el Inquisidor; quien no tardo en alzar su martillo y golpear el suelo.

-¡Es hora! ¡Levántense!- alzó su voz para una inmediata reacción de aquellos hombres enmascarados, quienes tomaron sus armas y sus escudos, despidiéndose de mí. Suspire y tome las pocas cosas que traía conmigo, tomando mi libro en brazos para seguir mi camino. Esta dimensión tenía muchas cosas interesantes para ver y muchos más hechizos para aprender. Me hubiera gustado mostrarle mi libro a mi maestra, si no fuera por un imprevisto.

Una mujer de cabello blanco y tez pálida aterrizo frente a mí con un gran golpe. El movimiento de la tierra cerca de mi hizo que me tambaleara, dejando caer los elixires y la comida que llevaba; ya no me serviría de cualquier manera al estar frente a ella. Su brazo izquierdo era horrendo y enorme, con crecimientos espinosos casi exagerados en contraste con su otro brazo, espinado levemente con severos tintes azules. Un hombre con una máscara de pájaro cayó frente a mí y me tomo del cuello con sus garras enrojecidas, tirándome al suelo a una distancia considerable. Su túnica morada parecía levantarse con una energía que ni yo podía describir y sus ojos escarlata brillaban ominosamente. La mujer salto nuevamente y aviste que aterrizaría sobre mí con su brazo, así que corrí con mi libro en brazos. Note un brillo extraño en una puerta y me dirigí hacia ella, saltando para ser engullido en un agujero de gusano. Cerré  mis ojos y espere lo peor; ya estaba acostumbrado a esto pero no a ser perseguido por figuras extrañas. 

Antes de siquiera abrir mis ojos, aterricé. Aun me dolían los raspones y mi bata estaba rasguñada; no pude evitar llorar un poco. Hubiera sido un poco mejor si no hubiera aterrizado con mi cara. Tome la oportunidad y miré a mi alrededor con miedo; estaba en un lugar ordenado y lindo, con rastros de magia, con una mujer sentada en un recibidor. Mis orejitas se pararon un segundo y trate de arrodillarme, viendo el lugar donde ya había aterrizado. –Nyaa…- deje salir un leve maullido casi por naturaleza. Para mi suerte, no había ensuciado ni dejado marca alguna en el suelo ni en ningún lado. Pero no quitaba que aún seguía asustado, y de costumbre abracé mi libro mientras miraba a aquella mujer.
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#3
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-Ah... a pesar de que puse trampas en algunas puertas para tener visitantes accidentales-

"Quizá debí hacer publicidad en redes sociales..." Pensé mirando mi teléfono de forma distraída, ya había pasado un rato y nadie aparecía para pedir café.
Bostecé, perezosa. La falta de movimiento me hacía adormilar por lo que cerré los ojos un momento tratando de no quedarme dormida.
Los abrí de golpe al escuchar un estruendo acompañado de un sonido parecido al de una campana de viento que era emitido por el cristal enlaza dimensiones al ser activado. Un pequeño yacía en el suelo con la cara pegada al piso.

Mi gato Bastas (que había dormido plácidamente hasta entonces) comenzó a gruñir bajo desde su torre acolchada y al observar mejor al visitante entendí porqué. Era una especie de híbrido entre gato y humano... y era macho. Mi gato estaba siendo un poco territorial.

Me levanté preocupada y avancé hasta él ignorando los reclamos de Bast.

-Tranquilo...- Levanté suavemente una de mis manos y la acerqué hacia su rostro con la palma extendida. -No te asustes pequeño. ¿Puedes hablar?-

A pesar de que se veía asustado decidí tomar su rostro con ambas manos y acaricié sus mejillas con mis pulgares para limpiar sus lágrimas, usé un tono de voz bastante suave para hablarle.

-No sé quien te hirió pero ya estás a salvo aquí- carraspeé -Bienvenido a FA's Magic Café, ¿Qué tal una bebida para curar tus heridas?- dije mientras lo conducía a una de las mesas y ponía un menú frente a él sin esperar a que respondiera.
Bast seguía mirándolo mientras agitaba su cola con indignación.
[Imagen: XatKA8q.png]

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#4
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Había dejado atrás a mi reino natal, Sapphire, atrás para empezar una nueva vida. Todo había cambiado desde que derrocaron al rey y todos los guardianes de la familia real anterior tenían que servirle, pero luego de ver la masacre a la cual habían sido sometidos nuestros amados soberanos, algunos de mis compañeros y yo tomamos nuestras pertenencias y salimos en dirección hacia el norte.

Esa había sido mi idea. Lastimosamente no fue una de las mejores que tuve en mi vida, pero sus soldados no perseguirían a nadie por el desierto y menos que menos pisar las tierras que más allá se encontraban. Era territorio inhóspito y estaba acechado por muchos piratas de sangre fría, no había nadie que los equipara en lo que se refería a matar a sus enemigos luego de haberles robado todo lo que tenían, se sabían mover en el desierto a la perfección. Por el contrario a mi persona….no era algo a lo que estaba acostumbrada, las tierras fértiles y las montañas eran mi fuerte, más que nada porque podía confundir con facilidad a mis enemigos.
Esta vez me encontraba sola. Los otros tres muchachos que me habían acompañado murieron a los primeros días de embarcarnos allí; me detuve entre varios edificios que habían sido destruidos por la última guerra, saqué mi cantimplora y tomé un poco de agua. Mis provisiones estaban agotándose con rapidez y no tenía alguna manera de salir de allí sin un mapa y sin una brújula, confiaba en que las estrellas me estaban guiando bien hacia mi siguiente destino, la ciudadela de Mistenk. Se encontraba a no más de diez kilómetros de mi reino natal, pero como dije previamente sin una brújula ni nada se me complicaba demasiado.
Maldecía una y otra vez con cada paso que daba. Maldito seas, Alanik y todos tus seguidores por romper la paz y enterrarme en este viaje. Cuando quise darme cuenta había llegado, los ciudadanos no respondían a preguntas ni nada por el estilo sino daba monedas de Pellil (las monedas de mi ciudad), pero por suerte conocía a alguien allí que me podía ayudar: Kathrina. Una vieja amiga, una vieja y querida compañera de castillos antes de que me adjudicaran a la guardia.
Me la encontré escondida entre los montones de mercaderes, me reconoció de inmediato, le expliqué lo que pasó, me llevó hacia su cabaña e hizo un portal interdimensional, me deseó suerte y lo atravesé con esperanza.
Había cerrado los ojos porque no vi cuando se cerró el portal al escupirme contra el suelo, me froté la nariz y me levanté como pude, me encontraba justo en la parte de atrás de un café, miré a mi alrededor y no había nadie, pero escuché unas voces muy cercanas, volvía  caminar hasta que me topé con un muchacho de orejas de gato y a una chica muy bonita a su lado.
-Perdón por destrozar la parte trasera de su café. Por desgracia no puedo ayudarla a arreglarlo, pero tengo dinero si así le sirve-le dije firme mientras me acercaba mostrando mi bolsa de monedas.
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#5
[Imagen: RkwmWky.png]

Mi atención instantáneamente se dirigió a aquella mujer, quien se acercó y limpio mi rostro de las frías gotas de agua que caían de mis ojos.  Me enrojecí levemente mientras sus manos me acariciaban suavemente, haciéndome ronronear muy bajo al finalmente calmarme.  Su tono de voz hizo que mis orejitas se levantaran sin más, y respondí a su pregunta con tontos tartamudeos.

-S-si… Gracias p-por ayudarme y r-recibirme…–expresé con timidez más un sonroje en incremento. Fui llevado brevemente a una mesa luego de ser bienvenido a este café. Aun podía sentir magia rebozando en el lugar, y no solo en ese curioso objeto girando encima de la puerta principal donde realice mi gran entrada. Con mi cara.

En mi leve delirio aviste a un gato agitando su cola y fijándome con una vista adversaria. Creo que pensó que estaba violando su territorio, y que estaba aquí para marcar el mío. Suerte para mí y mi cuerpo, eso no pasará. Mi vista se dirigió al menú luego de observar al felino, mirando cada una de las opciones a elegir. Y tomando mi libro firmemente contra mí, señale el texto “Chocolate Caliente” con mi dedo. Pero antes de que siquiera pudiera hablarle a mi nueva y amigable conocida, sentí otra fuente de ruptura mágica, como la que sentí en la puerta que atravesé.

Fue ahí donde otra chica de cuernos y ojos rojos se acercó disculpándose por una severa destrucción, probablemente causada por ese portal.
-Nyan… Q-quisiera esto por favor…–mencioné, aun con mi dedo señalando el menú mientras que dejaba mi libro en mi regazo para así saludar a la nueva visitante. Mi curiosidad solo incrementaba a este punto.
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#6
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Caminé hasta mi gato y acaricié su cabeza para demostrarle que no había razón para estar molesto. Me tomó un tiempo que dejara de mirar al otro gatito y centrara su atención en mí, más relajado. 

De la nada otro estruendo se hizo presente asustando a Bast, quien corrió hacia la calle con una mezcla de sorpresa y enojo. 

"No va a perdonarme en días" me lamenté, ya podía ver mis intentos de contentarlo con mimos y comida.

No fue necesario que fuera a investigar lo que había pasado, una nueva cliente apareció rápidamente, disculpándose. Sonreí y negué su ofrecimiento, estaba más concentrada mirando su saco de monedas. 

—Oh, no te preocupes, cariño. Ya tenía previsto que se rompieran cosas tarde o temprano.— Hice un leve movimiento con mi mano derecha, como si le restara importancia al asunto y el estruendo de un momento antes se repitió pero a la inversa. En la parte de atrás las cosas tiradas volvieron a su lugar y las rotas se reconstruyeron. 

—¿Por qué no tomas asiento y pides un café? Luces un poco cansada— le señalé una de las mesas que ya contaba con menú. 

Antes de regresar con el gatito caminé a la puerta para revisar el cristal, quizá tenía algún tipo de falla que estaba haciendo que mis visitantes se estrellaran contra el suelo pero parecía perfecto. Me encogí de hombros, quizá era un problema en sus dimensiones.

 —¿Ya has decidido?— le sonreí al pequeño. —Ah, que buena elección, lo traeré enseguida.—

Era algo del menú normal así que me tomaría algo más de tiempo preparalo ya que no lo hacía con magia. Fui a la parte trasera del local, donde se encontraba la cocina y puse a derretir algo de chocolate junto con una pizca de canela y una varita de romero que serviría como analgésico... quizá. 

En cuanto estuvo listo lo serví en una bonita taza con helechos pintados a mano y la llevé hasta mi joven cliente. No pude evitar mirarlo atentamente, me encantan los gatos. 

—¿Cómo te llamas, encanto?— Cuando veía a alguien en problemas mi primer impulso era ayudarlo y protegerlo, había prometido no hacerlo esta vez... pero él era adorable y no podía resistirme, al diablo la profesionalidad.
[Imagen: XatKA8q.png]

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#7
El café era silencioso y eso me gustaba, las voces que provenían desde afuera y el silencio que reinaba allí, contrastaban bastante, me traía muchos recuerdos. Aún no había visto el pueblo, pero tampoco podía sentir la presencia de muchas personas, más bien parecía un pueblo pequeño.

Tenía pocas mesas y estaban muy lindo ambientado, tomé la carta que tenía frente a mí y apoyé ambos codos en la mesa, crucé mis piernas y cada tanto miraba a la dueña del café y al pequeño al que le había preguntado su nombre y parecía más relajado que antes; deslicé mi pesada mochila hasta la otra silla de mi mesa, podía percibir como cada uno de mis músculos pedían por favor una cama de inmediato, pero esto tendría que esperar, antes y más que nada, tenía hambre y lo poco que había allí no se me llenaría ni lo más mínimo, como mucho me daría un poco más de tiempo hasta encontrar en dónde quedarme a dormir.
Detalladamente y cómo si fuese algo mecánico, en mi mente repasé todo lo que llevaba encima y dentro de la mochila: cuchillos, mi espada y dos pistolas G-23FA. Por desgracia, en una de mis peleas quedó arruinado mi amado rifle ORSIS T-5000 y tuve que dejarlo hecho trizas en el camino. También llevaba mi kit de emergencias: sogas, cremas para el dolor y heridas, alcohol, vendas, hilos y agujas, una pequeña tabla de madera y muchas otras cosas más que muchos mortales apreciaban de tener. Si bien, a diferencia de ellos, en mi caso, poseía magia y podía curarme más rápido, debía de tenerlo porque lastimosamente, todo poder tiene una debilidad.
En esos momentos, recordé a Hanataro, había muerto por no ser preciso con su visión y no descansar cuando llegó su momento de debilidad, nos emboscaron y…terminé perdiéndolo a él, a Sadahara y a Rinn en el mismo momento. Al recordar sus rostros, cerré los ojos con fuerza y pestañé algunas veces antes de decidirme en qué comer.
Levanté mi mano para que la chica pudiera verme y sopesé deliberadamente si en algún momento me echaría del lugar por el olor a sangre que traía conmigo, respiré profundo sin importarme ello y le hablé con la voz más firme que pude sacar de mis entrañas.
-Por favor, un té de manzanilla y una rebanada de panqué.
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#8
[Imagen: tOS45NK.png]


- ¿Bien, y ahora qué? – resonó en su mente la vocecita de él único acompañante de Elise que podía hablar. Ella por otro lado lo ignoraba, pues si bien le alegraba tener alguien con quien hablar, y que por si fuera poco nunca dejará su lado sin deseos de lastimarla, a veces Lio podía ser demasiado para la chica, sobre todo ante el hecho de que los demás Kin’s pegados a su cabeza y a sus brazos no dejaban de moverse inquietamente, los demás no podían hablar como Lio, pero Elise sabía exactamente que querían decir con tan solo sentir sus emociones.

Ella acababa de robar un pequeño saco de monedas, no sabía con exactitud de que dimensión provenían, pero eso no era realmente importante, ella había visto que ellos los robaban y asesinaban a un grupo de hombres para conseguirlo. Y bueno, no es como si ella se sintiera bien al hacerlo, una empata difícilmente se siente bien con cualquier contacto que tenga con otro ser, sobre todo si lo son tan depravados como ellos, pero lo necesitaba.

Escondida detrás de los árboles, usaba a su Kin Rey que poseía el don de la invisibilidad, pero eso solo duraría un poco más, Elise había notado que uno de aquellos hombres podía rastrear el tipo de magia, una vez que se acabará el efecto… los descubrirían. Y se podía decir que el de ella era particularmente especial, difícilmente había recolectores (o fures como le llamaban en algunas tierras) en las dimensiones, incluso había quienes creían que eran un mito. Se creía que eran invencibles, algo que la misma Elise podía desmentir; Si, son seres de mucha capacidad y que gracias a sus habilidades son capaces de recolectar y/o copiar la magia de otros y crear un “Kin”, pero a un gran costo, además de que en combate cuerpo a cuerpo la gran mayoría de los pocos fures que hay, son prácticamente inútiles, razón por la cual no podía salir de su escondite. - Y creímos que escapar de la reina nos iba a llevar a un mundo de caramelo – Elise frunció el ceño, tan solo que Lio mencionará a la reina ponía a los demás Kin’s inquietos, sin mencionar que a ella también, pues no quería pensar en ella. Y aun así sabía que siempre estaba en su inconsciente…lo que la enojaba más.

La niña sacudió un poco el hombro en el que se encontraba Lio, alertándolo de que no hiciera mención de su nombre - ¿Qué? Sabes que es verdad, y ni siquiera sabemos si las monedas nos servirán, no todas las dimensiones son tan amables cuando se trata de recibir el oro o lo que sea que usen en otras

Pasaron unos minutos hasta que finalmente los ladrones desistieron y Elise fue capaz de salir. Tomando la capa que también les hurto, se la puso, teniendo mucho cuidado de no lastimar a los Kin’s, pero asegurándose de cubrirlos.

Está dimensión no parecía particularmente peligrosa una vez adentrándose, ¿tal vez era un lugar de paso?, no es como si la chica pudiera saber con exactitud, antes, pocas veces pudo turistear en otras dimensiones, y siempre la acompañaban guardias.
Pero hubo algo que capto su atención, dejando de lado como se veía de bonito por fuera, Elise podía sentir un gran dolor proviniendo de adentro, así que, sin pensarlo mucho, entró.
- ¿De quién viene? – pregunto mentalmente Lio a Elise. Sin embargo, ella no lo sabía, por lo que frunció el ceño un poco aturdida. Los recolectores son empatas desde nacimiento, pero se necesitan años para perfeccionar esta habilidad, por lo que pocas veces sabían de donde provenían las emociones que sentían, y había incluso gente que se entrenaba para evitar a los empatas, por lo que representaba más dificultad leerlos, sobre todo a gente con grandes poderes mágicos. Había otros que nacían con una barrera en su alma que se activaba inconscientemente, estás personas eran probablemente las favoritas de Elise.
- ¿Quieres ayudarlos? Nosotros ya tenemos suficientes problemas – La pelinegra pensaba lo mismo, pero no podía evitar sentir un gran dolor, y le afectaba a sus Kin’s también, por lo que indecisa se acerco a la única persona sola y más próxima, una chica con cuernos y cabellera larga sentada en una mesa.  
El sentimiento de perdida se intensifico. Pero algo estaba raro, Elise sentía que está chica era fuerte, ¿tal vez no se había entrenado contra empatas? ¿o puede que solo estuviera demasiado sensible?

Puso a Lio en la mesa, y Elise mirando a la chica a los ojos, soltó la siguiente frase con una voz serena y dulce:

- ¿Estás triste? ¿Quieres que tranquilicemos el dolor? – dijo inocentemente y Lio dio unos pequeños saltitos entre sus manos.
- ¡Pero si eres terca! – dijo primero refiriéndose a Elise, para luego voltear hacia la desconocida -Tranquila, está chica es una recolectora, yo soy su don de la sanación del alma y la mente, ¿ocupas ayuda? – hablo esta vez en voz alta Lio.

Algunos de sus Kin’s saltaron angustiados en su cabellera, ante la mención de que su dueña fuera una recolectora por parte de Lio, se supone que estaban encubierto, pero por alguna razón esta vez no le importo a Elise, sentía que debía hacer algo.

________________
PD: lo que está en cursiva son pensamientos dirigidos de Lio a Elise jeje 
Los Kin's son las bolitas negras que se ven en la imagen, todos pegados a su cabello o brazos. 
[Imagen: BYgReEJ.png]



[Imagen: pVoX0oW.png]
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#9
[Imagen: RkwmWky.png]

-E-… ¿Encanto? –dije con leve tartamudeo. Mi cara se había vuelto un tomate por el rojo intenso que había tomado y rápidamente sacudí mi cabeza con notable vergüenza. –A-ah, espera, no me llamo Encanto, ahm… –puse mi libro sobre la mesa y probé el chocolate que había pedido. Los raspones de mis piernas y mis brazos aliviaron con cierta rapidez, haciéndome soltar un leve suspiro luego de poner la taza en la mesa. –Mi nombre es… Kuro… a-aunque mi maestra me dice “Mi lindo Neko”… ¡T-tu entiendes! –nuevamente exclame avergonzado. Mis orejas se aplanaron contra mi cabeza y mire hacia otro lado, sin poder mantener contacto visual con aquella mujer quien me miraba atentamente. Sentía nervios con solo mirarla, y mi cara aún no se recuperaba del intenso sonroje.


En ese momento una nueva disrupción mágica llamo mi atención, y parecía ser una chica que camino lentamente hacia otra mesa pasando casi desapercibida. Mi cola se agito contra el suelo por una gran inquietud; mi piel se sentía extraña y picaba. El color de mi cara se desvaneció con rapidez, observándola cuidadosamente. Y la razón era simple: Parecía tener seres moviéndose inquietos en su cabeza y en sus brazos, y ella misma parecía tener un aura especial. Pero no podía describirla. Incluso puso a uno de ellos en la mesa junto a la mujer con cuernos, de quien no pude sentir nada. Solo rastros de aquella ruptura dimensional que causo su transporte por el agujero de gusano.

Volví mi atención nuevamente a la mujer que me ayudo, dándole una gentil sonrisa. Aún mantenía mis manos semi-humanas encima de la taza, calentándolas un poco. –Aún no se tu nombre pero… gracias… ¿puedo devolverte… el favor? –y al terminar mis palabras un suave ronroneo empezó a sonar, nuevamente mostrándome calmado junto a lentos movimientos de mi colita.
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#10
Me quedé mirando sorprendida a la chica que se había sentado a mi lado y a su bolita negra que se posó en la mesa gritando a toda voz, la referencia hacia su ama me hizo cosquillas en mi mente, traté de recordar a alguien con ese mismo don, pero sólo había leído libros de ellos.

Acerqué mi mano a esa bolita y posé uno de mis dedos en su pequeña cabecita jugué con el durante un rato pensando en qué le diría, pero más allá de eso no me gustaba que la gente se me acercara tan amigablemente. Bueno….no en esos tiempos.
-El dolor está ahí por alguna razón, pequeña mía. Las emociones del alma no son algo con las que jugar y más especialmente en alguien como yo. Tú, pequeño revoltoso, terminarías siendo consumido.
No podía decir mi don, pero sí podían saber si qué es lo que les sucedería si se acercasen a mi alma. Mi especie es de demonios y, en mi caso, con mi don podía destruir a todo a su paso si así lo quisiera. Pero cuando se trataba de que alguien se adentrase a mi alma con o sin mi permiso…ahí no tenía control.
Seguí mirando hacia la dueña de la tienda y al chico gato que estaba siendo demasiado tímido para mi gusto. La gran mayoría correría a abrazarlo, pero para mí, eso significaba una molestia. Sólo necesitaba salir de la encrucijada en donde me encontraba y no necesitaba gente que fuera a quedarse en el medio del camino, pasé mi mano por mi cinturón, justo por donde se encontraba uno de mis cuchillos y los sostuve con delicadeza entre mis dedos sin sacarlo de la funda. Mi paciencia tenía un límite, pero pensé en ese café y no quería ser una molestia más de lo que ya fui, así que me dediqué a esperar mi pedido pacientemente mientras esquivaba la mirada de la niña y su bolita hacia un gato muy escurridizo que se había metido detrás del mostrador con mucha facilidad.
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