Hola chicos.
Luego de mucho tiempo viendo que historia subir me decidí por esta(?) Es muy antigua pero me gusta un montón.
Espero le echen una miradita ^^
Saludos.
Deep Love
Luego de mucho tiempo viendo que historia subir me decidí por esta(?) Es muy antigua pero me gusta un montón.
Espero le echen una miradita ^^
Saludos.
Deep Love
Mostrar ContenidoSpoiler:
Siempre he sido de esta manera: un tipo algo serio y callado, con gustos diferentes a los que usualmente la gente tiene. Mi madre me ve como “un caso perdido”, aunque ya estoy consciente de que no puedo lograr revertir eso, al menos no ahora mismo.
Desde que tengo memoria que me han gustado las cosas negras, lo “oscuro”. A mi familia nunca le gustó, trataron de cambiar mis gustos con todos los medios posibles ¿pero que podían hacer? Nada de lo que hicieron sirvió para que me dejaran de gustar esas cosas. Incluso, fue tanto mi disgusto que me comencé a vestir extraño, para que entendieran de una vez por todas que solo estaban empeorando las cosas.
Fue cuando ya tenía quince años, que encontré una tribu urbana que combinaba todas las cosas que me gustaban. Se hacían llamar “Darks”. Existían varias bandas del mismo tipo, estaba indeciso, no sabía muy bien a cual entrar o “acercarme” en un principio, pero luego conocí a un chico que pertenecía a una banda genial. Afortunadamente logré entrar y ser uno más de ellos.
Fue algo difícil adaptarme, maquillarme de forma extraña, y fingir que no me importaba que la gente me mirara raro. Me gustaba ser parte del grupo, pero una parte de mi decía "Basta, realmente no eres así”. Ignoré lo que esa parte trataba de decirme, y seguí con ellos, involucrándome tanto, que ya era casi imposible salir.
Una fría mañana, cuando caminaba a reunirme con los chicos de la banda, la vi a ella. Era una chica ni alta ni baja, con unos ojos color marrón que brillaban aunque fueran oscuros. Su sonrisa era amplia y hermosa, al igual que su cabello castaño hasta los hombros.
-¡Oye! –Mina grito desde lejos, impresionantemente la chica misteriosa también miro, después de todo venían juntas –Mira, quiero presentarte a una amiga mía… su nombre es Serika –miré fijamente a Serika. Por un momento desee no estar maquillado ridículamente ni con esas ropas tan extrañas.
-¡Hola!–Respondió ella amablemente mientras me brindaba una amplia y linda sonrisa –como acaba de decir Mina mi nombre es Serika, un gusto –se acercó a mí. Me quede petrificado al darme cuenta que me había besado la mejilla. Para no ser descortés asentí con la cabeza y le sonreí de vuelta.
-Mi nombre es Kano… el gusto es mío –respondí. Las dos siguieron caminando hacia el punto de reunión. No me moví por algunos minutos, hasta que llego otro de mis amigos y me dio un gran empujón, el que me hizo avanzar unos pasos.
-¿Qué es lo que miras? ¡Vamos, llegaremos tarde! –siguió empujándome hasta que llegamos al punto de reunión. Ya estaban todos, y de seguro tratarían temas en los cuales ya no me interesaba opinar. Serika había movido algo en mi, algo que estaba petrificado desde hace mucho tiempo.
Unos días más tarde me entere que Serika no era “Dark”, simplemente había hecho un trato con Mina. Si ella iba vestida de “Dark” a una reunión, Mina tendría que acompañarla a una fiesta de cumpleaños, que era totalmente fresa. Por alguna razón me sentí mal. Era obvio que tal vez nunca más la iba a volver a ver. Y si la volvía a ver, lo más probable era que simplemente me ignorara por ser tan diferente a ella.
Caminaba distraído por la calle. Mis ojos chocaron con un vestido totalmente rosa, tanto que era algo incomodo mirarlo, al menos para mí. Seguí subiendo para ver la cara de la chica que lo llevaba puesto. Al darme cuenta quien era, abrí los ojos sorprendido: era Serika.
Quería evitar a toda costa que me viera, así que traté de mirar a otro lado. Que ingenuo fui cuando pensé que no se daría cuenta que era yo. Después de todo, siempre vestía de negro y diferente a los demás.
– ¿Kano? –Se acerco a mi tímidamente – ¿Eres tú? –me di la vuelta.
-H-Hola Serika –le respondí fríamente – ¿Qué es lo que haces aquí? –no sabía qué rayos
decirle.
-Solo estoy esperando a alguien… aunque creo que me dejo plantada –sonrió tristemente
–nunca lo pensé de él –estaba triste, se notaba a kilómetros.
-Si quieres... –Me arme de valor. Ella me miro con la boca un poco entreabierta –
si quieres podemos ir a comer un helado –sonrió. Era tan hermosa cuando sonreía
que me olvidaba de todo lo malo que me afligía.
-¡Claro, me encantaría! –caminamos hablando hasta la heladería. Aunque suene impresionante, en ese pequeño lapso de tiempo me entere de muchas cosas sobre ella. Era hija de padres separados, era un año menor que yo –en ese tiempo yo tenía diecisiete –y sabia tocar muy bien el violonchelo. Para que no fuera injusto también le conté parte de mi vida. Me escucho atentamente. Tan atentamente que se sentía demasiado bien hablar con ella, incluso me daban ganas de hablar más, cosa que nunca antes me había sucedido.
-Me lo he pasado muy bien contigo hoy, Serika –le dije mientras lamia mi helado apoyado en un barandal de acero. La gente nos miraba extraño, les parecía raro que un chico como yo sé juntara con una chica como ella –No les hagas caso… –le dije al ver que ella le devolvía la mirada a la gente, pero enojada.
-¿No te molesta? –me miró con sus ojos curiosos – A veces… ¿A veces has deseado ser otra persona? –Bajo la cabeza con el helado aun en su mano –A mí siempre me sucede… siempre he tenido que ser la chica que le brinda apoyo a los demás. Ser fuerte para que mi madre no tenga más problemas, pero es demasiado para mí. A veces me gustaría ser… ser como tú. Que no te interese lo que la gente diga de ti –pude notar como lagrimas resbalaban por sus mejillas. Sentí una impotencia tremenda al no poder hacer nada
-Supongo que no estoy nada conforme con la vida que llevo ahora…
-No digas eso –la abracé tan fuerte que el helado resbalo de sus manos y se estropeó en
el suelo –Lo siento… no quise hacer eso. Es solo que, no quiero que te sientas sola -correspondió mi abrazo con tanta fuerza que sentía como el aire se me iba. Aunque eso no era nada si podía sentir su cuerpo junto al mío.
-Gracias –Al fin sentía que mi vida tenía sentido. Y ese sentido era proteger a esa vulnerable chica de la gente que la destruía cada día sin querer hacerlo. Tenía solo una cosa en mente: Protegerla hasta el fin.
Luego de ese día nos mandamos correos a cada hora. Me encantaba ver sus mensajes, incluso su ortografía me parecía perfecta.
Mi familia se comenzó a dar cuenta de que ya no me maquillaba exageradamente. Quizás aun no se percataban que era por una chica, y era mejor de esa manera. No quería tener a mi madre encima dándome consejos que obviamente no necesitaba.
-Voy a salir –grité a mi madre abriendo la puerta. Después de salir, comencé a caminar hacia la secundaria de Serika. Me había dicho si por favor podía ir a buscarla. Cosa a la que accedí sin pensarlo. Era obvio que iba a ir a buscarla las veces que ella quisiera.
-¡Viniste! –corrió y me dio un gran abrazo. Sus amigas la quedaron observando con las bocas totalmente abiertas, mientras cuchicheaban –Por un momento pensé que no
vendrías…
-Confía en mí, yo nunca te dejaría plantada –Pude notar que miró a sus amigas algo molesta. Repentinamente agarró mi mano y comenzó a caminar sin siquiera despedirse de ellas… me sentí muy sobrecargado, pero no de una manera negativa, simplemente estaba demasiado feliz.
Pasaban los días y me sentía muy mal al saber que la gente molestaba a Serika simplemente
porque salía conmigo: un chico extraño. Luego de mucho tiempo meditando y pensando cosas existenciales, además de los motivos por los cuales vivía, decidí algo… cambiaría solo por ella, nadie más que ella…
Corté mi largo cabello color azabache y lo deje ni tan corto ni tan largo, con su consistencia aún desordenada. Regalé todo el maquillaje exagerado que usaba a mi madre, la cual me lo agradeció completamente feliz –en el fondo sabía que estaba feliz porque ahora era más normal –y sobre todo, deje de usar mis ropas negras, para usar algunos tonos más coloridos. Me sentía muy bien con mi nuevo yo, aunque algunas veces no me reconocía al momento de mirarme al espejo.
A las cinco de la tarde en punto, fui a buscar a Serika como había acordado. La vi apoyada en un muro mientras miraba su celular… se veía algo afligida, por alguna razón –Serika –dije a su lado. Me quedo mirando un momento algo sorprendida.
-¿Perdón? No tengo idea como sabes mi nombre –no me había reconocido y eso era un buen indicio –E-espera…
-Sí, soy yo, Kano –estaba en shock. Tanto que dejó caer su celular –el que por cierto alcancé a agarrar antes de que se hiciera trizas en el piso – ¿Sorprendida?
-¡Claro que estoy sorprendida! –Dio vuelta su rostro con las mejillas infladas y los brazos cruzados –Por qué… ¿Por qué hiciste esto de todos modos? Es, perdón, fue tu estilo de vida por un largo tiempo –ya no estaba enojada, es más, me miraba curiosamente con sus ojos brillantes mientras se acercaba lentamente hacia mí.
-Lo hice por ti –estaba decidido en ese momento. No pensé nunca en renunciar a decir la verdad o echarme hacia atrás simplemente por vergüenza o cobardía. Serika me había hecho sentir cosas que nunca me había hecho sentir nadie. Cosas que me salvaron de ser una persona amargada el resto de mi vida –Sé que tal vez sea algo… extraño… pero creo que me gustas.
Como pensé me miró con sus ojos muy abiertos –se veía hermosa de esa manera –. De seguro su mente no procesaba que un tipo como yo se enamorara de una chica tan perfecta, como lo era ella –Bueno creo que no debí –todo fue interrumpido por un abrazo extremadamente apretado que me dio. No me soltó por un muy largo tiempo, incluso me habló escondiendo su cara en mi pecho – ¿Serika? …
-¡Tu, idiota! También me gustas… ¡y te odio por eso! –le abracé de vuelta y sonreí… estaba dispuesto a dar mi vida por esa chica. Se lo merecía, después de todo, era mi salvadora.
Desde que tengo memoria que me han gustado las cosas negras, lo “oscuro”. A mi familia nunca le gustó, trataron de cambiar mis gustos con todos los medios posibles ¿pero que podían hacer? Nada de lo que hicieron sirvió para que me dejaran de gustar esas cosas. Incluso, fue tanto mi disgusto que me comencé a vestir extraño, para que entendieran de una vez por todas que solo estaban empeorando las cosas.
Fue cuando ya tenía quince años, que encontré una tribu urbana que combinaba todas las cosas que me gustaban. Se hacían llamar “Darks”. Existían varias bandas del mismo tipo, estaba indeciso, no sabía muy bien a cual entrar o “acercarme” en un principio, pero luego conocí a un chico que pertenecía a una banda genial. Afortunadamente logré entrar y ser uno más de ellos.
Fue algo difícil adaptarme, maquillarme de forma extraña, y fingir que no me importaba que la gente me mirara raro. Me gustaba ser parte del grupo, pero una parte de mi decía "Basta, realmente no eres así”. Ignoré lo que esa parte trataba de decirme, y seguí con ellos, involucrándome tanto, que ya era casi imposible salir.
Una fría mañana, cuando caminaba a reunirme con los chicos de la banda, la vi a ella. Era una chica ni alta ni baja, con unos ojos color marrón que brillaban aunque fueran oscuros. Su sonrisa era amplia y hermosa, al igual que su cabello castaño hasta los hombros.
-¡Oye! –Mina grito desde lejos, impresionantemente la chica misteriosa también miro, después de todo venían juntas –Mira, quiero presentarte a una amiga mía… su nombre es Serika –miré fijamente a Serika. Por un momento desee no estar maquillado ridículamente ni con esas ropas tan extrañas.
-¡Hola!–Respondió ella amablemente mientras me brindaba una amplia y linda sonrisa –como acaba de decir Mina mi nombre es Serika, un gusto –se acercó a mí. Me quede petrificado al darme cuenta que me había besado la mejilla. Para no ser descortés asentí con la cabeza y le sonreí de vuelta.
-Mi nombre es Kano… el gusto es mío –respondí. Las dos siguieron caminando hacia el punto de reunión. No me moví por algunos minutos, hasta que llego otro de mis amigos y me dio un gran empujón, el que me hizo avanzar unos pasos.
-¿Qué es lo que miras? ¡Vamos, llegaremos tarde! –siguió empujándome hasta que llegamos al punto de reunión. Ya estaban todos, y de seguro tratarían temas en los cuales ya no me interesaba opinar. Serika había movido algo en mi, algo que estaba petrificado desde hace mucho tiempo.
Unos días más tarde me entere que Serika no era “Dark”, simplemente había hecho un trato con Mina. Si ella iba vestida de “Dark” a una reunión, Mina tendría que acompañarla a una fiesta de cumpleaños, que era totalmente fresa. Por alguna razón me sentí mal. Era obvio que tal vez nunca más la iba a volver a ver. Y si la volvía a ver, lo más probable era que simplemente me ignorara por ser tan diferente a ella.
Caminaba distraído por la calle. Mis ojos chocaron con un vestido totalmente rosa, tanto que era algo incomodo mirarlo, al menos para mí. Seguí subiendo para ver la cara de la chica que lo llevaba puesto. Al darme cuenta quien era, abrí los ojos sorprendido: era Serika.
Quería evitar a toda costa que me viera, así que traté de mirar a otro lado. Que ingenuo fui cuando pensé que no se daría cuenta que era yo. Después de todo, siempre vestía de negro y diferente a los demás.
– ¿Kano? –Se acerco a mi tímidamente – ¿Eres tú? –me di la vuelta.
-H-Hola Serika –le respondí fríamente – ¿Qué es lo que haces aquí? –no sabía qué rayos
decirle.
-Solo estoy esperando a alguien… aunque creo que me dejo plantada –sonrió tristemente
–nunca lo pensé de él –estaba triste, se notaba a kilómetros.
-Si quieres... –Me arme de valor. Ella me miro con la boca un poco entreabierta –
si quieres podemos ir a comer un helado –sonrió. Era tan hermosa cuando sonreía
que me olvidaba de todo lo malo que me afligía.
-¡Claro, me encantaría! –caminamos hablando hasta la heladería. Aunque suene impresionante, en ese pequeño lapso de tiempo me entere de muchas cosas sobre ella. Era hija de padres separados, era un año menor que yo –en ese tiempo yo tenía diecisiete –y sabia tocar muy bien el violonchelo. Para que no fuera injusto también le conté parte de mi vida. Me escucho atentamente. Tan atentamente que se sentía demasiado bien hablar con ella, incluso me daban ganas de hablar más, cosa que nunca antes me había sucedido.
-Me lo he pasado muy bien contigo hoy, Serika –le dije mientras lamia mi helado apoyado en un barandal de acero. La gente nos miraba extraño, les parecía raro que un chico como yo sé juntara con una chica como ella –No les hagas caso… –le dije al ver que ella le devolvía la mirada a la gente, pero enojada.
-¿No te molesta? –me miró con sus ojos curiosos – A veces… ¿A veces has deseado ser otra persona? –Bajo la cabeza con el helado aun en su mano –A mí siempre me sucede… siempre he tenido que ser la chica que le brinda apoyo a los demás. Ser fuerte para que mi madre no tenga más problemas, pero es demasiado para mí. A veces me gustaría ser… ser como tú. Que no te interese lo que la gente diga de ti –pude notar como lagrimas resbalaban por sus mejillas. Sentí una impotencia tremenda al no poder hacer nada
-Supongo que no estoy nada conforme con la vida que llevo ahora…
-No digas eso –la abracé tan fuerte que el helado resbalo de sus manos y se estropeó en
el suelo –Lo siento… no quise hacer eso. Es solo que, no quiero que te sientas sola -correspondió mi abrazo con tanta fuerza que sentía como el aire se me iba. Aunque eso no era nada si podía sentir su cuerpo junto al mío.
-Gracias –Al fin sentía que mi vida tenía sentido. Y ese sentido era proteger a esa vulnerable chica de la gente que la destruía cada día sin querer hacerlo. Tenía solo una cosa en mente: Protegerla hasta el fin.
Luego de ese día nos mandamos correos a cada hora. Me encantaba ver sus mensajes, incluso su ortografía me parecía perfecta.
Mi familia se comenzó a dar cuenta de que ya no me maquillaba exageradamente. Quizás aun no se percataban que era por una chica, y era mejor de esa manera. No quería tener a mi madre encima dándome consejos que obviamente no necesitaba.
-Voy a salir –grité a mi madre abriendo la puerta. Después de salir, comencé a caminar hacia la secundaria de Serika. Me había dicho si por favor podía ir a buscarla. Cosa a la que accedí sin pensarlo. Era obvio que iba a ir a buscarla las veces que ella quisiera.
-¡Viniste! –corrió y me dio un gran abrazo. Sus amigas la quedaron observando con las bocas totalmente abiertas, mientras cuchicheaban –Por un momento pensé que no
vendrías…
-Confía en mí, yo nunca te dejaría plantada –Pude notar que miró a sus amigas algo molesta. Repentinamente agarró mi mano y comenzó a caminar sin siquiera despedirse de ellas… me sentí muy sobrecargado, pero no de una manera negativa, simplemente estaba demasiado feliz.
Pasaban los días y me sentía muy mal al saber que la gente molestaba a Serika simplemente
porque salía conmigo: un chico extraño. Luego de mucho tiempo meditando y pensando cosas existenciales, además de los motivos por los cuales vivía, decidí algo… cambiaría solo por ella, nadie más que ella…
Corté mi largo cabello color azabache y lo deje ni tan corto ni tan largo, con su consistencia aún desordenada. Regalé todo el maquillaje exagerado que usaba a mi madre, la cual me lo agradeció completamente feliz –en el fondo sabía que estaba feliz porque ahora era más normal –y sobre todo, deje de usar mis ropas negras, para usar algunos tonos más coloridos. Me sentía muy bien con mi nuevo yo, aunque algunas veces no me reconocía al momento de mirarme al espejo.
A las cinco de la tarde en punto, fui a buscar a Serika como había acordado. La vi apoyada en un muro mientras miraba su celular… se veía algo afligida, por alguna razón –Serika –dije a su lado. Me quedo mirando un momento algo sorprendida.
-¿Perdón? No tengo idea como sabes mi nombre –no me había reconocido y eso era un buen indicio –E-espera…
-Sí, soy yo, Kano –estaba en shock. Tanto que dejó caer su celular –el que por cierto alcancé a agarrar antes de que se hiciera trizas en el piso – ¿Sorprendida?
-¡Claro que estoy sorprendida! –Dio vuelta su rostro con las mejillas infladas y los brazos cruzados –Por qué… ¿Por qué hiciste esto de todos modos? Es, perdón, fue tu estilo de vida por un largo tiempo –ya no estaba enojada, es más, me miraba curiosamente con sus ojos brillantes mientras se acercaba lentamente hacia mí.
-Lo hice por ti –estaba decidido en ese momento. No pensé nunca en renunciar a decir la verdad o echarme hacia atrás simplemente por vergüenza o cobardía. Serika me había hecho sentir cosas que nunca me había hecho sentir nadie. Cosas que me salvaron de ser una persona amargada el resto de mi vida –Sé que tal vez sea algo… extraño… pero creo que me gustas.
Como pensé me miró con sus ojos muy abiertos –se veía hermosa de esa manera –. De seguro su mente no procesaba que un tipo como yo se enamorara de una chica tan perfecta, como lo era ella –Bueno creo que no debí –todo fue interrumpido por un abrazo extremadamente apretado que me dio. No me soltó por un muy largo tiempo, incluso me habló escondiendo su cara en mi pecho – ¿Serika? …
-¡Tu, idiota! También me gustas… ¡y te odio por eso! –le abracé de vuelta y sonreí… estaba dispuesto a dar mi vida por esa chica. Se lo merecía, después de todo, era mi salvadora.