03-06-2019, 03:40 PM
¡¡HOY FA ESTÁ DE ENHORABUENA!!
Hoy es el cumpleaños del Señor Díptero. No sé cuántos cumple, pero ¡¡¡espero que sean muchos más, señor díptero!!!
Sin embargo, debemos afrontar con tristeza que Sr Díptero está actualmenteMU
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Por ello, le damos las gracias por sus recurrentes temas y homenajeamos su vida con la mejor de las despedidas: la católica apostólica romana.ER
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Nos hemos reunido aquí, en esta Iglesia los familiares, amigos, conocidos y vecinos de Señor Díptero, para ofrecerle una despedida cristiana. Aunque toda despedida está teñida por las lágrimas y la tristeza de la separación, algo nos está diciendo que este adiós no es para siempre y que nos volveremos a encontrar de nuevo al final del camino.
El creyente de verdad, sabe que esa meta final está en la casa de Dios, en quien ha creído y confiado, y donde espera descansar por toda la eternidad.Vamos a intentar superar el dolor y la tristeza de la separación, con la fe y la esperanza que nos dejó Jesús con su triunfo sobre la muerte.
Que Dios Padre mantenga viva nuestra esperanza; que su Hijo Jesús nos acompañe a nuestro lado, y que su Espíritu de Amor esté con todos nosotros... PEDIMOS PERDÓN. Al comenzar esta celebración vamos a presentar nuestras vidas ante Dios y reconocer que no todo en ellas es limpio, claro y transparente. Por eso vamos a comenzar pidiendo a Dios perdón por nuestras faltas y pecados.
Tú que siempre nos perdonas porque nos quieres mucho. Señor, ten piedad.
Tú que siempre nos ayudas porque nos quieres mucho. Cristo, ten piedad.
Tú que siempre nos escuchas porque nos quieres mucho. Señor, ten piedad.
Junto al cuerpo sin vida del Señor Díptero, encendemos esta llama, símbolo de vida y resurrección. Que el resplandor de esta luz ilumine nuestras tinieblas y alumbre nuestro camino de esperanza hasta que lleguemos al reino de la claridad sin noche, y de la paz sin final. Amén, sí, amén.
Te pedimos, Señor, por Sinior Díptero, que nos fue tan cercano y querido, y por eso nos hemos reunido junto a él. Concédele esa vida feliz y dichosa que tanto deseó; y a nosotros concédenos fuerza para seguir unidos entre nosotros y junto Ti, así cumplir con nuestros sencillos deberes de cada día, como persona y como cristianos. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén, sí, amén.
La vida de los justos está en manos de Dios y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia, su partida de entre nosotros, como una destrucción; pero ellos están en paz. La gente pensaba que eran castigados, pero ellos esperaban seguros la inmortalidad. Sufrieron un poco, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba, y los halló dignos de sí; los probó como oro en crisol, los recibió como sacrificio de holocausto.
Los que han muerto esperan pasar a vivir con Dios para siempre. Su corazón está puesto en el Señor y confían en Él. Podemos unirnos a ellos, diciendo: "MI DIOS ESTÁ VIVO". El Señor es el futuro que buscamos, su Mensaje de esperanza suaviza los caminos que andamos y hace más ágiles nuestros pasos: "MI DIOS ESTÁ VIVO". Vive donde brota el agua fresca, que desciende de las montañas, va empapando la tierra y calma la sed del caminante...: "MI DIOS ESTÁ VIVO".
Llegará un día en que Dios nos premiará todos los gestos de amor que hemos hecho en la vida, invitándonos a estar con Él en su Reino para siempre. Nos lo dice esta parábola:
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre, y todos los ángeles con Él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante Él todas las naciones. El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo: Porque tuve hambre, y me disteis de comer tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me hospedasteis; estuve desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.
Entonces los justos le contestarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos ?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el rey les dirá: Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
Palabra del Señor. Hoy, la muerte de un ser querido, familiar y amigo, nos ha vuelto a reunir en esta celebración. La muerte parece querer ser el "aguafiestas" de nuestra vida. Pero como cristianos sabemos que esto no es el final, es un paso es un hasta luego.
Si me voy antes que tú, no llores por mí ausencia; alégrate por todo lo que hemos amado juntos. No me busques entre los muertos, en donde nunca estuvimos, encuéntrame en todas aquellas cosas que no habrían existido si tú y yo no nos hubiésemos conocido y amado. Yo estaré a tu lado, sin duda alguna, en todo lo que hemos creado juntos: en nuestros hijos, por supuesto, pero también en el sudor compartido en los trabajos y fatigas., y en las lágrimas que intercambiamos día tras día. Y en todos aquellos que pasaron a nuestro lado: siempre recibieron algo de nosotros y llevan incorporado, sin saberlo ellos ni notarlo nosotros, algo de mí y de ti.
También nuestros fracasos, nuestras indiferencias y nuestros fallos serán testigos permanentes de que estuvimos vivos y no fuimos ángeles sino humanos. No te ates a los recuerdos ni a los objetos. Porque dondequiera que mires y hayamos estado juntos, con quienquiera que hables y nos conociese, allí habrá algo mío, algo nuestro. Aquello sería distinto si tú y yo no hubiésemos aceptado vivir juntos nuestro amor durante estos años. El mundo estará ya siempre salpicado de nosotros.
No llores mi falta, porque sólo te faltará mi palabra nueva y mi calor de ese momento. Llora si quieres porque el cuerpo se llena de lágrimas ante todo aquello que es más grande que él, que no es capaz de comprender, pero que entiende como algo grandioso. Porque, cuando la lengua no es capaz de expresar una emoción, ya sólo pueden hablar los ojos.
Y vive. Vive creando cada día y más que antes. Porque yo no sé cómo, pero estoy seguro que desde mi otra presencia yo también estaré creando junto a ti. Así, con esta esperanza, deberás continuar dejando tu huella, para que cuando tu muerte nos vuelva a dar la misma voz, cuando nuestro próximo abrazo nos incorpore, ya sin ruptura, a la Única Creación, muchos puedan decir de nosotros : si no se hubiesen amado, ¡Qué hubiera sido de nosotros!
A ti, Señor, amigo del hombre, que quieres nuestro bien y nuestra felicidad, dirigimos nuestra oración. Te pedimos, Señor, por Señor Díptero, tu hijo y nuestro hermano y amigo, que ha partido de este mundo, para que viva feliz en tu Reino de Amor y de Paz . Te lo pedimos Señor. Te pedimos, Señor, por sus familiares y amigos, que se sienten tristes y solos, para que mantengan viva la esperanza de volverse a encontrar. Te lo pedimos, Señor. Te pedimos, Señor, que nos libres de todas nuestras tristezas y nos hagas portadores de vida y esperanza a todos los que sufren y lloran. Te lo pedimos , Señor. Te pedimos Señor por todos nosotros, para que lo mismo que hoy estamos reunidos aquí, sepamos unirnos en todas las situaciones de la vida. Te lo pedimos, Señor.
Oremos.
Alienta, Señor, tu Espíritu sobre nosotros que supere nuestro miedo a la muerte y nos haga gozar de la vida. Amén.
El pan y vino de la Eucaristía es fruto del trabajo de todos los hombres y mujeres que quieren un futuro mejor. El pan y vino que traemos a la Mesa del Altar, somos nosotros, cada uno de nosotros y todos nosotros juntos. En la Eucaristía cada uno aporta algo de lo suyo y lo ofrece a los demás. El pan que ofrecemos son los sudores y fatigas; el vino son las esperanzas y alegrías.
El Señor esté con vosotros (y con su espíritu). Levantemos el corazón (ya lo tenemos levantado hacia el Señor). Demos gracias al Señor, nuestro Dios (es justo y necesario).
Señor de los vivos y de los muertos, Padre de nuestro Señor Jesucristo, nos ponemos delante de Ti, para pedirte que se aleje de nosotros el trago amargo de la muerte para siempre. La fe en Jesús, tu Hijo y nuestro hermano, nos abre una puerta a la esperanza, y la confianza segura de que Tú estarás al final del camino. Tú nos despertarás del sueño de la muerte y nos abrirás los ojos al amanecer sin noche de tu gloria. Tú nos resucitarás a una Nueva Vida. Ahora nos unimos a María, a los Santos y a las personas sencillas y de buen corazón para entonar el himno de alabanza, diciendo: "Santo, Santo, Santo...".
Dios nuestro, a pesar de nuestro dolor, queremos alabarte y darte gracias, porque nos has enviado a tu Hijo Jesús, como amigo y compañero de viaje. Él vino a señalarnos el camino que nos llevará de este mundo a tu Reino. Trabajó y sufrió, tuvo hambre y sed, lloró por la muerte de sus amigos, y nos dio ejemplo de lo que es amar de verdad, al entregar su vida en fidelidad a su Padre y por ayudar a los demás. Y eso es lo que vamos a recordar alrededor de este Altar. Envíanos Tu Espíritu de Amor, para que santifique este pan y este vino y se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesús.
Jesús, la noche anterior a su Muerte en la Cruz, cuando estaba celebrando la Cena Pascual, rodeado de sus discípulos, tomó un pan, lo bendijo y se lo repartió , diciendo: Tomad y comed todos de él... Y lo mismo hizo con una copa de vino, al terminar la Cena, alzó la copa, dio gracias al Padre, y se la pasó de mano en mano, diciendo: Tomad y bebed todos de ella...
Estamos recordando la Pasión Muerte y Resurrección de Jesús Nos consuela, ahora, recordar estas palabras: "Bienaventurados los pobres, los que han sufrido y llorado, los que han dado testimonio de su fe, los que han llevado una vida de servicio..." Estas palabras de Jesús, nos llenan de esperanza. Porque sabemos que el hombre que ama, no muere para siempre. El justo vivirá eternamente y su recuerdo será perpetuo. A los que todavía caminamos por este mundo, danos fuerzas para mantenernos fieles mientras dure la separación, y nos podamos reunir, de nuevo, al final de nuestro camino.
Dale el descanso eterno a tu hijo tipo mosca, y a todos los que nos han precedido. Que un día todos podamos vivir una vida plena en tu Reino, y alabarte por toda la eternidad. Ahora queremos brindar con el pan y con la copa, que son ya el Cuerpo y la Sangre de Jesús, diciendo: Por Cristo, con Él y en Él...
Padre Nuestro: En los momentos duros y difíciles de la vida, nos gusta encontrar una mano amiga que nos ayude a superar el dolor. Los que más sentimos el peso de esta muerte podemos contar hoy con la fuerza que nos da el saber que Dios es nuestro Padre y es, también, el alimento para seguir caminando. Se lo pedimos en esta oración confiada diciendo: Padre Nuestro...
Jesús nos invita a unir nuestras manos y desearnos la paz unos a otros. La paz y el descanso eterno para el Señor Díptero y también a los otros caídos, y la paz y la amistad para todos los que seguimos caminando. La paz de Jesús esté con todos nosotros. Nos damos, como hermanos y amigos, la paz.
Jesús es un pan distinto al de todos los días. Él nos ha prometido que quien coma de este pan vivirá para siempre. Dichosos los invitados a la mesa de Jesús. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
Te damos las gracias, Señor, por Señor Díptero, que nos fue muy querido y ha partido de este mundo a tu Reino. Te damos las gracias por la amistad que nos regaló, y por la paz que sembró a su alrededor. Que nada de su vida se pierda, que sus buenas obras nos sirvan de ejemplo, y que todos los que estuvimos unidos en la vida, estemos aún más unidos, ahora que la muerte nos ha separado. Amén. Creemos desde la muerte. Señor, Tu nos diste la vida como un don maravilloso. En el origen de esta entrega a manos llenas no cuentas con nosotros, porque no existimos. Es todo iniciativa tuya, Plena explosión de amor. Eres bueno, Señor, cuando regalas a tus hijos lo mejor que tenemos: nuestra vida. La dejaste en nuestras manos como un cántaro , lleno de agua fresca para el viaje. Hoy, el cántaro se ha roto, ya gastado, y el agua de la vida se derrama y corre como un río de gracia hacia tu encuentro.
En esta noche oscura de la muerte, nuestros ojos no ven, cegados por el llanto, pero resisten firmes, confiados, esperando que vendrá la mañana luminosa de la Resurrección feliz de tu Hijo Amado. Gracias, Padre, por sentarle a tu lado en el hogar caliente de tu casa, mientras vamos caminando nosotros a su encuentro.
En señal de nuestra esperanza en que Dios nos dará un cuerpo nuevo e inmortal, y para dar testimonio de nuestra fe en la Resurrección, yo (bueno, yo exactamente, no) bendigo este cadáver con el agua que le recibió la Iglesia el día de su Bautismo.
El Dios de todo consuelo que con amor infinito creó al hombre, y ha dado a los creyentes la esperanza de resucitar, derrame sobre nosotros su bendición.
Creo en Dios Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso, y desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén
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