Ella se movió suavemente y miró hacia el techo.
¿Tu?- preguntó sorprendida
¿Te sientes mejor? - le pregunté,
Antes de contestar notó que mi mano sostenía la suya y las quito bruscamente.
Si, estoy bien - me respondé desanimada.
Al parecer se había decepcionado al ver su brazo vendado , sabía que no podría usar sus poderes estando inmovilizada. Sin mirarme a los ojos me dice.
"Cuando yo nací ya existía una ley en mi familia, que ordenaba practicar nuestras habilidades lejos de cualquier persona que pudiera salir lastimada, solo quería encontrar un lugar seguro para practicar, sin dañar a nadie, mi habilidad puede ser muy peligrosa para otras personas"
Al oír eso no pude evitar compartir su sentimiento de tristeza, por querer seguir la ley de seguridad que impuso su familia. Me pregunto por qué habrá pensado que el bosque era una buena opción si no conocía sus peligros, ¿costumbre quizá?. Después me miró y me dio las gracias por salvarla, asegurando que me regresaría el favor.
"¿favor?" pensé yo.
Después de eso se levantó de la cama para marcharse.
Ey, espera- dije.
después intenté retenerla y pedirle que descansara más, se veía que aún estaba débil, aún así hizo caso omiso.
Ahora con más razón deberé asistir a clases - murmuró mientras caminaba
Después sin mirar atrás se marchó pero al salir apareció la enfermera, quien intentó detenerla pero tampoco le hizo caso. Me acerque a ella y le dije
"A las 15:00 horas se hará la segunda actividad, nos juntaremos en la entrada del bosque".
Tomé otro rumbo y me dirigí a la cafetería, tenía hambre...
Caminé unos metros y al llegar a la cafetería no podía ocultar que seguía preocupado, voltee a mirar para ver si llegaba. Cogi una bandeja y me serví un chocolate caliente con unas tostadas, era lo único que quedaba porque ya era tarde, había perdido la noción del tiempo. Llegué al comedor, me quedé de pie unos minutos, saludé y me senté con la cabeza abajo pensando el porqué había esa clase de demonio aquí en la academia, la cual tenía altos estándares de seguridad. Me preocupaba la idea que fueran demonios enviados por mi padre para buscarme, no quería volver. En eso, una pequeña lágrima brota de mis ojos, suspiré largo y di mi primer bocado.