21-05-2018, 01:18 AM
¡Hola FA!
En esta ocasión ha llegado el segundo PlumaVSPluma del año entre:
@"hide" y @Daisuke_Onick
El género en esta ocasión fue de narrativa en primera persona y como temática "La primera cita". Así que se deja el tema abierto para que comiencen las votaciones a partir del día de hoy y el conteo de votos final se realizará el día Domingo 27 de Mayo.
Así que, ¡que gane el mejor escritor de esta ocasión!.
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Mostrar ContenidoPrimer relato:
Desperté por el frío de la madrugada. Es domingo, la claridad entra por las ventanas. Estoy recostado en sala de mi casa; me duele el cuerpo, tengo resaca y una vaga sensación de irrealidad, como si lo ocurrido ayer fuera un sueño. La resaca moral comienza a presentarse. Aún mareado, me enderezo en el sofá y comienzo a rememorar el día anterior.
Me encontraba trabajando medio tiempo en una zapatería, cuando vi acercarse a Rosa. Ella y yo fuimos a la misma secundaria, aunque solo el primer año juntos; en la actualidad, asistimos también, a la misma preparatoria. Desgraciadamente apenas hemos cruzado unas pocas palabras en todo este tiempo, por tanto, nunca ha habido nada entre nosotros, pese a que ella me ha gustado siempre.
Ella se encaminó hacia la tienda y entró. Mirandola noté algo en su andar, podría decirse que parecía un poco apagada. Mi sospecha se confirmó al acercarme para atenderla, de inmediato el desgano presente en su voz y la tristeza en sus ojos, me conmovieron. Sentí entonces una opresión, acompañada del angustioso deseo de verla sonreír.
Momentos más tarde, tras ella haber salido de la tienda, el supervisor me comunicó que había terminado mi turno. De inmediato me asaltó el impulso de alacanzar a Rosa, pues aún, podía verla recorrer otras tiendas.Caminé hacia ella sintiendo un creciente nerviosismo, cerré un puño para darme valor y al llegar a su lado le hablé.
escogiendo mis palabras le expliqué quién soy, cuidando no parecer un acosador, pues como dije, nunca hemos sido amigos. Para mi sorpresa dijo conocerme también. Tras algunos recuerdos en común de cuando compartimos el mismo grupo, le hablé de un café recién inaugurado y le pedí que fuera conmigo. Titubeó. Por un momento crei que buscaba la forma más amable de mandarme a volar, pero finalmente aceptó. Teníamos una cita.
Con la impaciencia a flor de piel regresé a casa; me arreglé con esmero, al tiempo que soñaba despierto y me repetía a mí mismo que todo saldría bien; me sentía emocionado y nervioso. Las campanadas de la iglesia cercana me sacaron de mi ensoñación. Tomé como de rayo las llaves de mi casa y mi billetera para llegar a encontrame con Rosa. Nos encaminamos entonces hacia el mencionado café. Al llegar tomamos una mesa y pedimos nuestras bebidas, charlando mientras estas llegaban. Rodeados por un ambiente acogedor, retomamos nuestra conversación de la tarde. Entre aquella maraña de recuerdos y risas, pude notar que aquella tristeza en su mirada seguía presente. Levantando mi taza, respiré hondo buscando tranqilizarme, pues mi nerviosismo estaba provocandome una taquicardia. Dominandome un poco, aludí a su desgano de hace unas horas, añadiendo que me parecia verla abatida.Tal como me lo temí, Rosa se mostró incomoda tocando ese tema. Para ser sincero, eso me entristeció, pero también, comprendí que no cabía esperar otra cosa; ambos eramos poco menos que desconocidos y no sería sensato hablar de eso en la primera cita. Terminamos nuestros pedidos y tras una pequeña sobremesa, salimos del local. En mi interior crecía el desasosiego pues mi intento por ayudar acabó por matar el ambiente.
Tomamos un taxi con destino a la casa de Rosa. La mayoría del trayecto transcurrió en un incómodo silencio, que al fin, fue roto por ella, agradeciendome por la cita. Impulsivamente respondí que siempre había deseado hacerlo. Tomé conciencia del significado de estas palabras justo despues de pronunciarlas; pude constatar que ella también, pues se quedó con la boca entreabierta por un momento. Aprovechando la situación dirigí mí mano hacia una de las suyas para estrecharla. Mirandola a los ojos me atreví a pedirle que la cita no terminara aún, hablandole de una fiesta a la que me había invitado uno de mis amigos. Ella aceptó y yo, experimentando una gran alegría, di la nueva dirección al taxista.
Llegando a la fiesta nos encontramos a mi amigo Jorge, que tras saludarnos, consiguió una bebida para cada uno, lanzandome una mirada de complicidad. Conversamos durate un tiempo, en el cual bebí una cantidad considerable de alcohol con la intención de que este, me permitiera ser más locuaz y ocurrente. Otros amigos más se unieron a la conversación, sin embargo, mi atención estaba fija en Rosa, quién, parecía estar a gusto con nosotros, hasta que repentinamente su semblante se turbó, visiblemente afectada se excuso y fue hacia el tocador. Al ver mi cara de extrañeza, Jorge se me acercó y explicó que a mis espaldas se encontraba el exnovio de Rosa; ellos había terminado hacía unos días y, al parecer, no de la mejor manera. Una sobra de ira se extendió dentro de mí pues estaba claro el motivo de aquella tristeza. Tambaleandome por el alcohol avancé hacia el; tomándolo por el hombro lo obligué a voltearse para después asestarle un puñetazo en la cara, ante la sorpresa de todos. Los amigos de aquel sujeto se abalanzaron sobre mi y los míos hicieron lo propio con ellos. A partir de este punto todo se vuelve borroso. Recuerdo dar y resibir golpes; posterirmente ser alejado de la trifulca. Por último estar frente a la puerta de mi casa apoyado en los hombros de dos personas, recostarme en el sofá y nada más.
El mareo ha cedido pero las nauceas, la cefalea y sobre todo los remordimientos continúan. ¿Qué pensará Rosa de mí ahora? Me gustaría llamarla pero sigue siendo demaciado temprano para ello. ¡Que noche! Terminé embriagandome e iniciando una pelea, además del hecho de atacar a su exnovio sin provocacion previa; no solo acabé golpeado, si no que también, arruiné mi cita.
Me encontraba trabajando medio tiempo en una zapatería, cuando vi acercarse a Rosa. Ella y yo fuimos a la misma secundaria, aunque solo el primer año juntos; en la actualidad, asistimos también, a la misma preparatoria. Desgraciadamente apenas hemos cruzado unas pocas palabras en todo este tiempo, por tanto, nunca ha habido nada entre nosotros, pese a que ella me ha gustado siempre.
Ella se encaminó hacia la tienda y entró. Mirandola noté algo en su andar, podría decirse que parecía un poco apagada. Mi sospecha se confirmó al acercarme para atenderla, de inmediato el desgano presente en su voz y la tristeza en sus ojos, me conmovieron. Sentí entonces una opresión, acompañada del angustioso deseo de verla sonreír.
Momentos más tarde, tras ella haber salido de la tienda, el supervisor me comunicó que había terminado mi turno. De inmediato me asaltó el impulso de alacanzar a Rosa, pues aún, podía verla recorrer otras tiendas.Caminé hacia ella sintiendo un creciente nerviosismo, cerré un puño para darme valor y al llegar a su lado le hablé.
escogiendo mis palabras le expliqué quién soy, cuidando no parecer un acosador, pues como dije, nunca hemos sido amigos. Para mi sorpresa dijo conocerme también. Tras algunos recuerdos en común de cuando compartimos el mismo grupo, le hablé de un café recién inaugurado y le pedí que fuera conmigo. Titubeó. Por un momento crei que buscaba la forma más amable de mandarme a volar, pero finalmente aceptó. Teníamos una cita.
Con la impaciencia a flor de piel regresé a casa; me arreglé con esmero, al tiempo que soñaba despierto y me repetía a mí mismo que todo saldría bien; me sentía emocionado y nervioso. Las campanadas de la iglesia cercana me sacaron de mi ensoñación. Tomé como de rayo las llaves de mi casa y mi billetera para llegar a encontrame con Rosa. Nos encaminamos entonces hacia el mencionado café. Al llegar tomamos una mesa y pedimos nuestras bebidas, charlando mientras estas llegaban. Rodeados por un ambiente acogedor, retomamos nuestra conversación de la tarde. Entre aquella maraña de recuerdos y risas, pude notar que aquella tristeza en su mirada seguía presente. Levantando mi taza, respiré hondo buscando tranqilizarme, pues mi nerviosismo estaba provocandome una taquicardia. Dominandome un poco, aludí a su desgano de hace unas horas, añadiendo que me parecia verla abatida.Tal como me lo temí, Rosa se mostró incomoda tocando ese tema. Para ser sincero, eso me entristeció, pero también, comprendí que no cabía esperar otra cosa; ambos eramos poco menos que desconocidos y no sería sensato hablar de eso en la primera cita. Terminamos nuestros pedidos y tras una pequeña sobremesa, salimos del local. En mi interior crecía el desasosiego pues mi intento por ayudar acabó por matar el ambiente.
Tomamos un taxi con destino a la casa de Rosa. La mayoría del trayecto transcurrió en un incómodo silencio, que al fin, fue roto por ella, agradeciendome por la cita. Impulsivamente respondí que siempre había deseado hacerlo. Tomé conciencia del significado de estas palabras justo despues de pronunciarlas; pude constatar que ella también, pues se quedó con la boca entreabierta por un momento. Aprovechando la situación dirigí mí mano hacia una de las suyas para estrecharla. Mirandola a los ojos me atreví a pedirle que la cita no terminara aún, hablandole de una fiesta a la que me había invitado uno de mis amigos. Ella aceptó y yo, experimentando una gran alegría, di la nueva dirección al taxista.
Llegando a la fiesta nos encontramos a mi amigo Jorge, que tras saludarnos, consiguió una bebida para cada uno, lanzandome una mirada de complicidad. Conversamos durate un tiempo, en el cual bebí una cantidad considerable de alcohol con la intención de que este, me permitiera ser más locuaz y ocurrente. Otros amigos más se unieron a la conversación, sin embargo, mi atención estaba fija en Rosa, quién, parecía estar a gusto con nosotros, hasta que repentinamente su semblante se turbó, visiblemente afectada se excuso y fue hacia el tocador. Al ver mi cara de extrañeza, Jorge se me acercó y explicó que a mis espaldas se encontraba el exnovio de Rosa; ellos había terminado hacía unos días y, al parecer, no de la mejor manera. Una sobra de ira se extendió dentro de mí pues estaba claro el motivo de aquella tristeza. Tambaleandome por el alcohol avancé hacia el; tomándolo por el hombro lo obligué a voltearse para después asestarle un puñetazo en la cara, ante la sorpresa de todos. Los amigos de aquel sujeto se abalanzaron sobre mi y los míos hicieron lo propio con ellos. A partir de este punto todo se vuelve borroso. Recuerdo dar y resibir golpes; posterirmente ser alejado de la trifulca. Por último estar frente a la puerta de mi casa apoyado en los hombros de dos personas, recostarme en el sofá y nada más.
El mareo ha cedido pero las nauceas, la cefalea y sobre todo los remordimientos continúan. ¿Qué pensará Rosa de mí ahora? Me gustaría llamarla pero sigue siendo demaciado temprano para ello. ¡Que noche! Terminé embriagandome e iniciando una pelea, además del hecho de atacar a su exnovio sin provocacion previa; no solo acabé golpeado, si no que también, arruiné mi cita.
Mostrar ContenidoSegundo relato:
El día que tanto había esperado por fin había llegado, empezaba en un sábado y estaba tan nervioso que no pude descansar la noche anterior. Pensé en todas las posibilidades positivas en las que podría acabar aquella cita y a mis quince años todas las opciones eran muy románticas, quizá un paseo en el parque en una noche calida caminando a la vez que no dejamos de vernos, mirando ese hermoso par de ojos tan relucientes, con su sonrisa perfecta y seguramente vestiría un hermoso vestido rojo que le harían relucir su piel de porcelana y hondearía su cabellera castaña, nos abrazaríamos y la luna llena de fondo complementarían el escenario perfecto para nuestro primer beso.
Yo iría a su casa a las cuatro de la tarde para irnos a la dichosa cita y yo no tenía muchas cosas planeadas pero todo iba a depender de mi, al menos al cine y comer algo en la fuente de sodas sonaba perfecto. Me había despertado muy temprano para darme un baño completo, jamás había tardado tanto tiempo bañándome y de ser por mi me hubiese bañado más de tres veces aquel día, me probé más de tres camisas y tres camisetas, el pantalón más nuevo que tenía, mis converse negros y una chaqueta de cuero. Tardé más de media hora peinándome para terminar dejándome el cabello sin peinar, “seguramente no me reconocería” pensé.
Salí de casa sin probar bocado alguno y bien perfumado, trataba de calmar los nervios escuchando música y al llegar frente a su casa respiré hondo y toque a la puerta. Quién me recibió fue la madre y la hermana un año menor estaba también asomándose a la puerta, las dos estaban sonriendo así que no llegué a comprender si se estaban burlando o al menos les hacía ilusión tanto como a mí de verme las caras con la familia de mi cita. También había pensado en todo un discurso para decirle a mi posible futura suegra, me ganaría también al suegro y echaríamos un par de risas, no sé probablemente también terminaría por prestarme el coche y ese sería el comienzo de una bonita relación familiar, nada de eso pasó, el padre no estaba en casa y la madre llamo a mi cita para que bajara a recibirme, al menos agradezco no haber tenido que lidiar con el padre o alguna otra figura masculina familiar. La vi, no llevaba ningún vestido rojo, de hecho su vestimenta era de lo más casual y cómoda, más que la mía. Llevaba un pantalón negro ajustado, camiseta blanca y camisa de manga larga de cuadros y unos converse como los míos pero los de ella eran blancos. Me dio un “hola” y sonrió se dirigió a su madre y ella le dijo algunas cosas en secreto sin tener oportunidad de que yo me enterara del que.
Tomamos un taxi y nos dirigimos a nuestro destino que era el centro comercial, le pregunté que le apetecía hacer primero y ella opto por ir primero al cine y lo demás lo dejaríamos en veremos. Ella a diferencia mía parecía tan tranquila y normal, como si la cita no estuviese pasando, en cambio yo no la dejaba de mirar quería decirle cuanto me gustaba, tomarla de la mano, pedirle que fuera mi novia y besarla en ese momento, ella no hablo, se limitaba a responderme lo que le preguntaba como si le forzara a decir palabras de su boca y en todo el camino y aún en la fila del cine no me miro en ningún momento o al menos yo no vi que lo hiciera. No quise prestarle atención en eso y pensé que al menos en la fuente de sodas podríamos platicar al no tener nada que nos impidiera conversar. La película terminó y yo trataba de estar lo más cerca posible de ella para que se dieran cuenta que iba con ella al no poder tomarla de la mano o abrazarla, sinceramente era una chica guapa que no pasaría desapercibida y ella lo sabía por eso se vistió de esa manera.
Ya no sabía de que hablar, todos mis intentos de hacer conversación ella se encargo de esfumarlos enseguida, hasta que finalmente hablo y me dijo algo de estar aburrida y que yo no había tenido muchas citas. No sé porqué me disculpe y a pesar de tener muchísima hambre pedí al igual que ella solamente un café. Después de eso pudimos hablar un poco más, pero tan solo un poco, ya no me sentía nervioso y de un momento la deje de ver de manera especial, aunque aquello me había dolido en lo más profundo quise ser caballeroso y dejarla justo antes de las 11 de la noche en la puerta de su casa.
De mi casa a la suya eran más de treinta minutos caminando los cuales opte por andar, en esa noche por primera vez disfrute más estar sin su compañía que estar todo el tiempo deseando estar a su lado, llegué a mi casa y me fui a la cama sin cenar. El día que tanto había esperado, gracias al cielo por fin había terminado.
Yo iría a su casa a las cuatro de la tarde para irnos a la dichosa cita y yo no tenía muchas cosas planeadas pero todo iba a depender de mi, al menos al cine y comer algo en la fuente de sodas sonaba perfecto. Me había despertado muy temprano para darme un baño completo, jamás había tardado tanto tiempo bañándome y de ser por mi me hubiese bañado más de tres veces aquel día, me probé más de tres camisas y tres camisetas, el pantalón más nuevo que tenía, mis converse negros y una chaqueta de cuero. Tardé más de media hora peinándome para terminar dejándome el cabello sin peinar, “seguramente no me reconocería” pensé.
Salí de casa sin probar bocado alguno y bien perfumado, trataba de calmar los nervios escuchando música y al llegar frente a su casa respiré hondo y toque a la puerta. Quién me recibió fue la madre y la hermana un año menor estaba también asomándose a la puerta, las dos estaban sonriendo así que no llegué a comprender si se estaban burlando o al menos les hacía ilusión tanto como a mí de verme las caras con la familia de mi cita. También había pensado en todo un discurso para decirle a mi posible futura suegra, me ganaría también al suegro y echaríamos un par de risas, no sé probablemente también terminaría por prestarme el coche y ese sería el comienzo de una bonita relación familiar, nada de eso pasó, el padre no estaba en casa y la madre llamo a mi cita para que bajara a recibirme, al menos agradezco no haber tenido que lidiar con el padre o alguna otra figura masculina familiar. La vi, no llevaba ningún vestido rojo, de hecho su vestimenta era de lo más casual y cómoda, más que la mía. Llevaba un pantalón negro ajustado, camiseta blanca y camisa de manga larga de cuadros y unos converse como los míos pero los de ella eran blancos. Me dio un “hola” y sonrió se dirigió a su madre y ella le dijo algunas cosas en secreto sin tener oportunidad de que yo me enterara del que.
Tomamos un taxi y nos dirigimos a nuestro destino que era el centro comercial, le pregunté que le apetecía hacer primero y ella opto por ir primero al cine y lo demás lo dejaríamos en veremos. Ella a diferencia mía parecía tan tranquila y normal, como si la cita no estuviese pasando, en cambio yo no la dejaba de mirar quería decirle cuanto me gustaba, tomarla de la mano, pedirle que fuera mi novia y besarla en ese momento, ella no hablo, se limitaba a responderme lo que le preguntaba como si le forzara a decir palabras de su boca y en todo el camino y aún en la fila del cine no me miro en ningún momento o al menos yo no vi que lo hiciera. No quise prestarle atención en eso y pensé que al menos en la fuente de sodas podríamos platicar al no tener nada que nos impidiera conversar. La película terminó y yo trataba de estar lo más cerca posible de ella para que se dieran cuenta que iba con ella al no poder tomarla de la mano o abrazarla, sinceramente era una chica guapa que no pasaría desapercibida y ella lo sabía por eso se vistió de esa manera.
Ya no sabía de que hablar, todos mis intentos de hacer conversación ella se encargo de esfumarlos enseguida, hasta que finalmente hablo y me dijo algo de estar aburrida y que yo no había tenido muchas citas. No sé porqué me disculpe y a pesar de tener muchísima hambre pedí al igual que ella solamente un café. Después de eso pudimos hablar un poco más, pero tan solo un poco, ya no me sentía nervioso y de un momento la deje de ver de manera especial, aunque aquello me había dolido en lo más profundo quise ser caballeroso y dejarla justo antes de las 11 de la noche en la puerta de su casa.
De mi casa a la suya eran más de treinta minutos caminando los cuales opte por andar, en esa noche por primera vez disfrute más estar sin su compañía que estar todo el tiempo deseando estar a su lado, llegué a mi casa y me fui a la cama sin cenar. El día que tanto había esperado, gracias al cielo por fin había terminado.
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