La primera vez que leí esta reflexión que aparece al final de Sphere de Michael Crichton, me impacto y me dio mucho que pensar.
Hoy os la transmito porque como reflexión me parece interesante:
En vuestro planeta tenéis un animal llamado oso. Es un animal grande, en ocasiones más grande que vosotros; es inteligente, tiene ingenio y posee también un cerebro tan
grande como el vuestro.
Pero el oso difiere de vosotros en un solo aspecto importante: no puede realizar la actividad mental que denomináis «imaginar»; no puede elaborar imágenes mentales de cómo podría ser la realidad, no puede hacerse la representación mental de lo que llaman «lo pasado» y de lo que llaman «lo futuro”.
Esta capacidad especial, la de imaginar, es la que hizo que vuestra especie sea lo grandiosa que es.
Ninguna otra cosa: no es su naturaleza de simio, ni la capacidad de usar herramientas, ni el lenguaje, ni la violencia, ni el cuidado que prestan a los miembros jóvenes de su especie, ni sus agrupamientos sociales. No es ninguna de estas cosas, todas las cuales
se hallan en otros animales.
Vuestra grandeza estriba en la imaginación.
La capacidad de imaginar es la parte más grande de lo que vosotros denomináis «inteligencia». Creéis que la capacidad de imaginar no es más que una etapa útil en el
camino para conseguir la resolución de un problema, o para hacer que algo ocurra.
Pero imaginario es lo que hace que ese algo ocurra.
Éste es el don de vuestra especie, y éste es el peligro, porque vosotros no os preocupáis por controlar lo que genera vuestra imaginación: imagináis cosas maravillosas y cosas terribles, y no asumís la responsabilidad de esa elección.
Se dice que en vuestro interior tenéis tanto el poder del bien como el poder del mal, el ángel y el demonio, pero, en honor a la verdad, dentro de vosotros no hay más que una cosa: la capacidad de imaginar.
Hoy os la transmito porque como reflexión me parece interesante:
En vuestro planeta tenéis un animal llamado oso. Es un animal grande, en ocasiones más grande que vosotros; es inteligente, tiene ingenio y posee también un cerebro tan
grande como el vuestro.
Pero el oso difiere de vosotros en un solo aspecto importante: no puede realizar la actividad mental que denomináis «imaginar»; no puede elaborar imágenes mentales de cómo podría ser la realidad, no puede hacerse la representación mental de lo que llaman «lo pasado» y de lo que llaman «lo futuro”.
Esta capacidad especial, la de imaginar, es la que hizo que vuestra especie sea lo grandiosa que es.
Ninguna otra cosa: no es su naturaleza de simio, ni la capacidad de usar herramientas, ni el lenguaje, ni la violencia, ni el cuidado que prestan a los miembros jóvenes de su especie, ni sus agrupamientos sociales. No es ninguna de estas cosas, todas las cuales
se hallan en otros animales.
Vuestra grandeza estriba en la imaginación.
La capacidad de imaginar es la parte más grande de lo que vosotros denomináis «inteligencia». Creéis que la capacidad de imaginar no es más que una etapa útil en el
camino para conseguir la resolución de un problema, o para hacer que algo ocurra.
Pero imaginario es lo que hace que ese algo ocurra.
Éste es el don de vuestra especie, y éste es el peligro, porque vosotros no os preocupáis por controlar lo que genera vuestra imaginación: imagináis cosas maravillosas y cosas terribles, y no asumís la responsabilidad de esa elección.
Se dice que en vuestro interior tenéis tanto el poder del bien como el poder del mal, el ángel y el demonio, pero, en honor a la verdad, dentro de vosotros no hay más que una cosa: la capacidad de imaginar.
Premios:
Carta Mangaka-Legión: