24-09-2021, 01:52 AM
(22-07-2020, 06:19 PM)Edward escribió: cómo pasábamos las horas en esa cárcel llamada colegio
Sí que lo odiabas xD
Cuando leí el título, lo primero que pensé fue que al entrar al cole por primera vez parecía un mundo inmenso. Tenía un patio enorme.
Por mi parte, me encantaba. Siempre fui a la misma escuela que quedaba a una cuadra de casa. En jardín de infantes me costó despegarme de mi mamucha en las primeras semanas y una vez me solté la pasé genial. Jardín y preescolar era solo jugar, hacer gimnasia y las primeras amistades, noviazgos (?) etc. Al principio la pasé un poquito peor porque mis viejos trabajaban en Capital, se iban temprano y yo me quedaba con mi abuela paterna hasta el horario de ingreso. Entonces no los veía hasta la noche y sentía bastante su ausencia. Toda la primaria fui en turno tarde, entraba a las 12 y salía a las 17. El aprendizaje estaba bien, un poco básico en las asignaturas un par de años pero con bastante de valores en general. Puedo estar agradecido a las maestras que tuve, ya que me llevaron por buen camino.
El secundario se puso más intenso en todo sentido. Así como mejoró de golpe la exigencia de estudio, también fue igual en la relación entre compañeros. Salvo alguna vieja de M... la mayoría de los profesores eran muy agradables, se prestaban fuera del horario de clases para que le preguntemos nuestras dudas y les gustaba estar muy presentes. Una profe llegó a aceptar la invitación de venir a un baile que hicimos una vez en la casa de una compañera, para que se den una idea, y se sacó la careta de autoridad para tratarnos como amigos. Esa experiencia es inolvidable. El pequeño cortocircuito que hubo en el secundario se dio cuando quisieron juntarnos a los turnos A y B porque éramos pocos. Solían llevarse un poco mal entre algunos cuando estábamos separados por puro prejuicio y al unirnos hubo clima raro un tiempito hasta que nos acoplamos bien. Entrábamos a las 8 y salíamos a las 13. Computación y gimnasia pasaron a cursarse a la tarde por lo que volvíamos a nuestra casa a almorzar si vivíamos cerca o nos quedábamos en el bufet del colegio si queríamos hacer compañía a los que vivían lejos.
La escuela era católica y tenía orientación mercantil. Además de las asignaturas básicas (lengua, ciencias sociales, naturales, matemática, dibujo, computación, gimnasia, inglés, catequesis), en la segunda parte se sumaron otras más específicas como contabilidad, administración de empresas, derecho, física, cultura y filosofía. Al tratarse de escuela católica, los últimos años me tuve que fumar las veces que había misa, aunque vamos, mejor eso que estar de examen. La monja que era la final boss del lugar insistía que vayamos a la iglesia los domingos. Igual por suerte no era tan estricta para andar viendo quién fue o no y tratarnos distinto por ello. Hubo excursiones entretenidas, torneos de educación física, de ciencias, fiestas patrias con actuaciones, campamentos, un año fuimos a una quinta para aprender a cultivar, todos los años del secundario íbamos a Luján a visitar la catedral y después había recreación en los descampados cercanos. Se dice que las escuelas religiosas son cerradas en el tema, pero tuvimos clases de educación sexual, sumadas a que la profesora de biología (naturales) supo anexarlo a su materia. Lo veo todo como algo muy enriquecedor y que me mantenía alejado de otros tragos amargos de la vida. Sin dudas fue mi segundo hogar.