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...suficientes golosinas como para hartarse, mas reconsidero ello, diciendo finalmente una gran lista de cosas deliciosas comidas entre las cuales habían patatas hervidas, muchos macarrones con queso, más hamburguesas de las que habían comprado fuera de casa en las vacaciones de hace dos meses y dulces donas de la casa repostera de la segunda ciudad de su país donde habían estado hace dos años, todo esto pedía sacudiendo el brazo de su padre, quien se encontraba atónito completamente y veía con desconcierto a su esposa, quien en un movimiento de alzado de hombros dio a entender a su esposo que debían de hacerlo por Polo, o por su "Pollito." como le decía su madre al pequeño niño.

Osada la petición que le había pedido su hijo, es lo que pensaba el padre. Pero todo era por su pequeñín puesto que desgraciadamente le quedaban pocos años de vida a Polo a causa de una grave enfermedad que le detectaron ese mismo año.
El padre que era dueño de una gran compañía sabia que tenía los recursos adecuados y suficientes para cumplir con los caprichos de su hijo.
- Esta bien Polo, te comprare todo lo que quieras para tu cumpleaños. Decía el padre con una sonrisa en la boca.
El niño no podía estar más feliz al escuchar esas palabras mágica que provenían de su padre, - Eres el mejor padre del mundo.- Decía polo muy contento mientras iba corriendo a la cocina para contarle a su mamá sobre lo que su padre le había dicho.

¡Oh, desgraciada desdicha!

Mientras que el pequeñín corría a por la casa tropezó cayendo de bruces contra de un mueble en la sala... lo siguiente... oscuridad.

El pequeño Polo despertó en una cama de hospital, con él tenía ya unas cuantas cajas que le habían llevado sus conocidos por su cumpleaños; miró al techo fijamente, luego al televisor encendido frente de él, la fecha era la de tres días después de haberse tropezado, había quedado en coma tras el golpe, pero algo había sucedido bastante extraño, la causa de la enfermedad que tenía previamente se había encontrado, era por un tumor creciendo recién en su cuerpo, tumor que lograron divisar tras los estudios que se le hicieron el día de haber sido ingresado al hospital, dicho tumor había sido removido el día antes del actual por consentimiento de los padres y actualmente Polo ya no corría absolutamente ningún peligro, según los resultados que ahora le mostraba un doctor mientras le explicaba su situación él ya no tendría que estar atado a un tiempo corto de vida, al contrario, iba a crecer bien y saludablemente... todo esto Polo lo entendía al pie de la palabra, al detalle de cada letra, parecía ser un niño maduro, más bien dicho: Un joven perfectamente consciente.

Entonces, fue cuando se le ocurrió, empezar a leer los libros que tan amablemente un amigo se los obsequio, algunos títulos le parecían aburridos, pero hubo uno que le pareció algo curioso y fascinante, aunque parecía ser muy ya algo viejo y empolvado por el empaste que estaba algo descuidado

Observo la portada una vez mas, soplo el polvo y abrio el libro para comenzar a leer, pero grande fue su sorpresa al ver un idioma que no lograbra reconocer

Removió la portada y fue pasando las páginas con curiosidad. Además del idioma que no comprendía, el libro tenía dibujos y símbolos raros. Se detuvo cuando vio algo que le llamó especialmente la atención.

Se trataba de la ilustración de un niño con vestiduras holgadas, sosteniendo en su mano derecha un bastón con el que apuntaba al cielo. Luego de inspeccionar a detalle cada trazo del dibujo, notó que debajo de él habían unas inscripciones que le resultaron extrañamente familiares. Su concentración se volcó al deseo de leerlas, pero las letras parecían estar borradas por algún líquido o quizás a causa del tiempo, así que su interpretación era algo difícil. Pasó suavemente la yema de los dedos sobre las escrituras en un intento de esclarecer lo que allí decía y, de pronto...

Un escalofrío recorrió cada centímetro de su piel como sin fantasma hubiese atravesado su delgado cuerpo. Detrás de él, sin previo aviso, estalló un cristal. Era un espejo antiguo de forma ovalada que tenía las mismas inscripciones que portaba el libro. Aunque temeroso aún por lo que acababa de pasar, se acercó titubeante al desmigajado reflejo que tenía ante él. Pero algo no estaba bien en ese objeto pues a pesar de no haber cristal se veía igual de nítido en el reflejo de las vetas de lo que quedaba del espejo. Presa  del desconcierto pero con más curiosidad que miedo acercó la mano libre que no sujetaba el libro... Luz cegadora y donde antes había un muchacho ahora solo había una habitación vacía...