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MI FICHA

Nombre: Tamar Rudyar
Personaje:

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Clase: Archer
Personalidad: Inicialmente nunca le han gustado las ataduras o las responsabilidades de hacerse cargo de otras personas por las implicaciones que para ella existen de por medio, pero, suele ser muy emotiva y por esto mismo su coraje siempre la orilla a querer estar al pendiente de los demás. Es capaz de pedir perdón cuando algo no ocurre bien y también perdona, pero no olvida lo sucedido. Todos los días busca mejorar sus habilidades y cualidades únicas. Su misma característica innata por querer dar protección, no le impide el dar consejos, pero nunca obliga a los demás a hacer algo distinto de lo que inicialmente tenían pensado hacer. No le gusta las mentiras, pero sabe que en el mundo existen el bien y el mal. Aun así, cree que la sinceridad es una cualidad que permite poder establecer buenas relaciones con otros. Ama la compañía, pero al mismo tiempo le gusta estar sola. Por todo lo anterior, siempre le gusta dar apoyo y estar al pendiente de la persona o personas con las que esté haciendo equipo: por lo mismo, es una guerrera bastante leal y fiel. En defectos, es por esta fuerte lealtad que lleva consigo misma y hacia los demás, que la vuelve orgullosa y cruel con sus adversarios, llevándola a los extremos provocando que se ciegue cuando realmente la furia, el descontrol y la sed de venganza se apoderan de ella. Además, llega a ser un ser maquiavélico y estratega cuando se trata de alcanzar sus objetivos.
Arma de preferencia: Arco y flechas
Historia: Hace tiempo, en El reino de las alturas, nació en una familia noble del reino, una pequeña niña en la familia Rudyard, su nombre era: Tamar, Tamar Rudyard. Una niña que desde muy joven externó su belleza, docilidad y ternura. Su madre, llamada Frida, era la esposa de un Saber apodado como “El asesino silencioso”, ya que sus dotes en combate eran extraordinarios, pero su nombre real era David. Un hombre que en combate cuerpo a cuerpo blandía en sus dos manos espadas tan afiladas que podrían cortar fácilmente hasta el trozo de piel más gruesa que pudiera cruzarse en su camino. Por otro lado, su madre, fue conocida como una Lancer ágil, experta en tácticas de ataque y huida. Ambos sirvieron hasta el final de sus días a la corona.
Tamar, creció en una familia que servía y protegía al reino de amenazas exteriores. Pertenecientes a una clase noble, donde ella aprendió las mejores técnicas de combate por parte de sus padres. En una ocasión, su padre le dijo lo siguiente: “Tu capacidad de servir a los demás está en proporción directa a la grandeza de tu corazón y a la nobleza de tus sentimientos; de igual manera a medida que te esfuerzas por compartir, dar, servir y ser solidario, crece y se ennoblece tu ser interior, convirtiéndote en mejor persona, más feliz y con mayores posibilidades de vivir una mejor vida”.
Estas palabras siguieron a Tamar hasta la época de su juventud. Cuando Tamar creció, siguió teniendo una belleza que quizá no era envidiable, pero sí única. Desde niña, siempre llamó la atención por su larga cabellera de color tan blanca como las perlas. Siempre portaba un traje de piel con su armadura de titanio, una capa, un cuchillo, sus flechas y su arco.
Cierto día común, se encontraba caminando por las orillas del reino, cruzando ese gran puente que traspasaba el mar. Cuando finalmente llegó a una torre para vigilar desde las alturas el reino por posibles ataques enemigos, salió al balcón y se dispuso a limpiar sus flechas. La simple imagen de una mujer armada con un arco yacía en ese lugar.
De pronto, en el bosque, vislumbró a lo lejos la imagen de un hombre anciano que corría hacia el pueblo y detrás de él había un toro gigante persiguiéndolo. Como si de una broma se tratara, tomó una flecha, apunto con su arco hacia la dirección donde el toro corría, y tras un respiro relajado, disparó matando al toro. Cuando bajó de la torre para asegurarse de que el anciano estaba bien, se dio cuenta de que no era más que un hechicero desafortunado y cuando estuvo dispuesta a ayudarlo, el hechicero le dijo que no se le acercara porque ella tenía un destino desdichado y el simple hecho de cruzar palabras con él, podría hacerlo aún peor.
Tamar quedó confundida por aquellas palabras y cuando iba a cuestionarlo, el hechicero le dijo que aun así debía agradecerle. Extendiendo los brazos hacia la dirección de Tamar, pronunció las siguientes palabras.

-Hechicero: “Apeleftheróste ti fysikí dýnami tis fotiás”. No es mucho, pero con este hechizo podrás despertar el fuego que tienes dentro de ti, ahora sólo será cuestión tuya el que puedas controlarlo.

Una luz brillante envolvió a Tamar justo donde estaba de pie y cuando el hechicero terminó su conjuro, ella quiso cuestionarlo, pero en un instante desapareció. Pasaron los años y Tamar nunca olvidó este encuentro.

Los días transcurrían normalmente y comenzaban a haber desacuerdos en el reino debido a la opresión que el rey ejercía hacia su pueblo. Esto ocasionó que hubiera revueltas y una noche, comenzó la rebelión. La familia Rudyar, peleó porque su deber era hacerlo para proteger a la corona y mataron a varios pueblerinos del reino de las alturas, pero sabían bien que el rey realmente había empeorado con el pasar de los años. Es por esto, que antes de seguir matando a más gente inocente, decidieron hacerse a un lado para no continuar con la masacre. Esta acción, condenó al rey, ya que “El asesino silencioso” tenía varios seguidores que imitaron sus acciones.

Cuando el rey murió, varios de los pobladores quisieron vengarse de la familia Rudyar, ya que siempre fueron leales a la corona. Al querer matar a los padres de Tamar, David (el asesino silencioso) y a Frida. Tamar perdió el control cuando observó cómo sus padres no oponían resistencia alguna. Así que dispuesta a disparar con sus flechas a los pueblerinos que se estaban preparando para matarlos, ella les apuntó y cuando disparó su primera flecha, esta salió bajo una llamarada de fuego.
Pasó el tiempo y la familia Rudyar fue perdonada. David, le indicó a Tamar que la manipulación de fuego que podía convocar. Había sido heredada por parte de generaciones de su propia línea de sangre, pero que no recordaba quién había sido la última persona conocida que pudiera hacerlo.

-David: “Poder controlar un elemento es algo que no sucede a menudo. El fuego puede crea, pero también puede destruir. Así que debes aprender a manejarlo bien.”
-Frida: “En el lejano bosque de Aradeid, existe un hechicero que es capaz de controlar este elemento, debes ir con él para que aprendas sus técnicas y puedas adiestrarte bien este campo. Nosotros no podemos ir contigo porque debemos seguir protegiendo al reino de futuros atacantes.”

Tal y como lo dijeron sus padres, Tamar fue en búsqueda de tal hechicero. Pasaron días y semanas hasta que pudo llegar al bosque de Aradeid. Cuando conoció al hechicero, se percató de que era el mismo que había conocido antes a fueras del reino cuando el toro lo perseguía. Este le enseñó todo lo básico que debía aprender, pero constantemente debería regresar para que pudiera seguir perfeccionándolo.
Luego de medio año, Tamar regresó al Reino de los cielos, rencontrándose nuevamente con su familia y dispuesta a seguir protegiendo aquél reino y a su familia, sin importar cuál fuera la amenaza.

Me quería emocionar más con la historia pero mejor la dejo incompleta para meterle más feeling en actividades posteriores 7u7