10-06-2020, 10:04 AM
Buenos días, tardes o noches.
Hoy traigo una balada proveniente de las Islas Feroe, un pequeño achipiélago ubicado entre Reino Unido, Noruega e Islandia. Pertenecientes (aunque con cierta autonomías) al reino de Dinamarca.
La Balada narra el enfrentamiento entre los reyes de Suecia y Dinamarca contra el rey de Noruega en la batalla de Svolder, capturando y destruyendo el buque insignia del rey de noruega, Ormen Lange (traducida al castellano sería la Serpiente Larga)
Sin más dilación pondré la historia al completo, dividida en varias secciones para intentar que la lectura sea lo más cómoda posible:
PARTE 1
PARTE 2
PARTE 3
Es un relato un poco largo, tómenselo con calma y tiempo si les apetece leerlo, claro esta.
Esta balada es interpretada como cantos tradicionales en las Islas Feroe
De igual manera, el grupo de Heavy Metal Týr realizaron una adaptación de dicha balada.
Hoy traigo una balada proveniente de las Islas Feroe, un pequeño achipiélago ubicado entre Reino Unido, Noruega e Islandia. Pertenecientes (aunque con cierta autonomías) al reino de Dinamarca.
La Balada narra el enfrentamiento entre los reyes de Suecia y Dinamarca contra el rey de Noruega en la batalla de Svolder, capturando y destruyendo el buque insignia del rey de noruega, Ormen Lange (traducida al castellano sería la Serpiente Larga)
PARTE 1
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¿Queréis escuchar mi balada? ¿Queréis mis palabras creer? sobre Ólavur, hijo de Tryggvi, esta rima versará.
Retumba la danza en la sala, ¡al danzar formad un círculo! alegres cabalgan los noruegos. Hacia la asamblea de Hild.
El rey hace un barco construir, allá en la lisa arena; la Larga Sierpe la mayor que se construyó en Noruega.
La nave fue construida en Noruega, buenos eran sus materiales: setenta y cuatro codos tenían la quilla de proa a popa.
Dorados eran ambos extremos, los flancos eran azules, un dorado escudo en la cima tenía, como las historias narran.
El rey está sentado en el trono, habla con sus héroes: “Surcaremos la salada mar. Lo he pensado mucho tiempo".
“¡Traed ahora las armaduras, con lorigas y relucientes espadas. Después disponeos a salir del país y zarpad de Noruega!”
Alegres y contentos los chicos dijeron: “Señor, te acompañaremos, Ya vayas a la paz o a la guerra, no tememos las bruscas olas.”
Descendió un hombre a la peña con un fuerte arco en la mano: “El conde de Ringaríki hacia aquí me envió.
El rey así a decir empieza con alegría y júbilo: “dime la verdad, muchacho, ¿Cómo te llamas de nombre?”
“Einar has de llamarme, bien puedo el arco tensar; Tambar se llama mi bravo arco, flechas impulsa a correr .”
“Escucha, joven hombre, si quieres conmigo venir, tú serás mi arquero para la Sierpe defender.
Descienden a la costa, hombres poderosos y bravos, los rodillos crujieron y la tierra tembló: sacaron la nave del cobertizo.
Izaron sus velas de seda, a la mar se echan: se dice que el rey gobernaba la Larga Sierpe.
Retumba la danza en la sala, ¡al danzar formad un círculo! alegres cabalgan los noruegos. Hacia la asamblea de Hild.
El rey hace un barco construir, allá en la lisa arena; la Larga Sierpe la mayor que se construyó en Noruega.
La nave fue construida en Noruega, buenos eran sus materiales: setenta y cuatro codos tenían la quilla de proa a popa.
Dorados eran ambos extremos, los flancos eran azules, un dorado escudo en la cima tenía, como las historias narran.
El rey está sentado en el trono, habla con sus héroes: “Surcaremos la salada mar. Lo he pensado mucho tiempo".
“¡Traed ahora las armaduras, con lorigas y relucientes espadas. Después disponeos a salir del país y zarpad de Noruega!”
Alegres y contentos los chicos dijeron: “Señor, te acompañaremos, Ya vayas a la paz o a la guerra, no tememos las bruscas olas.”
Descendió un hombre a la peña con un fuerte arco en la mano: “El conde de Ringaríki hacia aquí me envió.
El rey así a decir empieza con alegría y júbilo: “dime la verdad, muchacho, ¿Cómo te llamas de nombre?”
“Einar has de llamarme, bien puedo el arco tensar; Tambar se llama mi bravo arco, flechas impulsa a correr .”
“Escucha, joven hombre, si quieres conmigo venir, tú serás mi arquero para la Sierpe defender.
Descienden a la costa, hombres poderosos y bravos, los rodillos crujieron y la tierra tembló: sacaron la nave del cobertizo.
Izaron sus velas de seda, a la mar se echan: se dice que el rey gobernaba la Larga Sierpe.
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Escuchóse por todo el país que los noruegos navegaban; el rey de Dinarmarca y el rey de Suecia consejo juntos celebraron.
El rey de Dinamarca y el rey de Suecia van juntos a deliberar cómo ellos deberían al rey de Noruega rápidamente la vida quitar.
Envían un mensaje al conde Eirikur, bello es de naturaleza, “nos acompañará en el viaje Para la muerte de su padre vengar.
Eirikur entra do los reyes con loriga y rojo escudo: “El rey Ólavur de Noruega La muerte de mi padre causó.”
El conde se halla en suelo de palacio, una reluciente lanza portaba en mano: “El rey Ólavur verá que lo afilado a lo afilado dirijo.”
Descienden ellos a la costa, hermosa era aquella tropa, el rey de Dinamarca y el rey de Suecia y el conde Eirikur el tercero.
Tres flotas de barcos zarparon desde Oyrasund, Jarnbardur a la cabeza navegaba, el conde gobernarlo sabía.
El rey de Dinamarca a decir empieza, estas palabras él profiere: “El que la Larga Sierpe tome con nadie la compartirá.”
Eirikur piensa para sus adentros: “Aunque tú lo intentes, no vencerás a la Larga Sierpe con fuerzas danesas solamente.”
Dijo el rey de Suecia, sostenía un afilado cuchillo: “Tomaré la Larga Sierpe, aunque cueste la vida.”
Eirikur se halla en la ancha cubierta, Vestido de roja escarlata: “No tomarás la Larga Sierpe Hasta que vea yo tu muerte.”
Eirikur les dice a sus hombres: “con campeones os encontraréis; resistid bien y virilmente pues de sangre será el camino.”
“Los noruegos de la nave del rey saben bien blandir el cuchillo: ¡proceded bien en la dura batalla o perderemos la vida!”
Eirikur le dice a Finnur el pequeño: “tú junto a mí permanecerás; tú me protegerás a mí si me meto en problemas.”
Salieron hacia el estrecho, esperaron allí mucho tiempo, aguardaron largo a las naves noruegas para luchar contra el rey de Noruega.”
Salieron hacia el estrecho, tenían intención de vencer, mantuvieron guardia noche y día, a los noruegos querían encontrar.
Ahora cesará este sonido, no recitaré más por esta vez; ahora comenzará el segundo cantar; ¡Muchachos, recordadlo!
El rey de Dinamarca y el rey de Suecia van juntos a deliberar cómo ellos deberían al rey de Noruega rápidamente la vida quitar.
Envían un mensaje al conde Eirikur, bello es de naturaleza, “nos acompañará en el viaje Para la muerte de su padre vengar.
Eirikur entra do los reyes con loriga y rojo escudo: “El rey Ólavur de Noruega La muerte de mi padre causó.”
El conde se halla en suelo de palacio, una reluciente lanza portaba en mano: “El rey Ólavur verá que lo afilado a lo afilado dirijo.”
Descienden ellos a la costa, hermosa era aquella tropa, el rey de Dinamarca y el rey de Suecia y el conde Eirikur el tercero.
Tres flotas de barcos zarparon desde Oyrasund, Jarnbardur a la cabeza navegaba, el conde gobernarlo sabía.
El rey de Dinamarca a decir empieza, estas palabras él profiere: “El que la Larga Sierpe tome con nadie la compartirá.”
Eirikur piensa para sus adentros: “Aunque tú lo intentes, no vencerás a la Larga Sierpe con fuerzas danesas solamente.”
Dijo el rey de Suecia, sostenía un afilado cuchillo: “Tomaré la Larga Sierpe, aunque cueste la vida.”
Eirikur se halla en la ancha cubierta, Vestido de roja escarlata: “No tomarás la Larga Sierpe Hasta que vea yo tu muerte.”
Eirikur les dice a sus hombres: “con campeones os encontraréis; resistid bien y virilmente pues de sangre será el camino.”
“Los noruegos de la nave del rey saben bien blandir el cuchillo: ¡proceded bien en la dura batalla o perderemos la vida!”
Eirikur le dice a Finnur el pequeño: “tú junto a mí permanecerás; tú me protegerás a mí si me meto en problemas.”
Salieron hacia el estrecho, esperaron allí mucho tiempo, aguardaron largo a las naves noruegas para luchar contra el rey de Noruega.”
Salieron hacia el estrecho, tenían intención de vencer, mantuvieron guardia noche y día, a los noruegos querían encontrar.
Ahora cesará este sonido, no recitaré más por esta vez; ahora comenzará el segundo cantar; ¡Muchachos, recordadlo!
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Ólavur navega por el Mar del Este, pretende a casa ir; cuando se adentró en el estrecho ve un grupo de barcos.
Tres caudillos en tierra se hallan, otean por doquier, desde el sur ven a la hermosa nave la mar surcar.
El rey de Dinamarca a decir empieza: “todo me irá bien; que Cristo bendiga mis dos ojos, ya veo a la Larga Sierpe.”
Eirikur se hallaba allí cerca, les dice a sus hombres: “El rey de Dinamarca no ve a la Sierpe aún.”
Avanzaba una gran nave, los héroes se sorprendieron, el rey de Suecia al conde dice: “ahora a la Sierpe veo.”
“Alejad el barco de tierra, los remos en las manos coged, ¡no dejéis a Ólavur escabullirse, a pocos considera sus iguales!”
Eirikur otea la mar, les dice a sus hombres: “lo juro por el verdadero Dios, no ven a la Sierpe todavía.”
El rey de Dinamarca y el rey de Suecia sujetan el rojo mango: “el conde Eirikur miedo tiene de vengar de su padre la muerte.
Airado estaba el conde, dice con mal ánimo: “con más que bravuconadas a los noruegos se vencerá.”
Eirikur se halla en el verde campo, empieza ahora a caminar: “¡sed rápidos en la cubierta del barco, ya veo a la Larga Sierpe!”
Todos vieron a la Sierpe venir, todos se sorprendieron de ella. De seda eran las velas y la proa de oro se recubría
Se pusieron a avanzar con espadas y lanzas, a los noruegos vieron en la Sierpe, titubean en hacerle frente.
Ólavur les dice a sus hombres: “caro me comprarán, nunca he temido una batalla, hoy no saldré corriendo.”
“Dirigid el barco a la batalla, las velas a cubierta arriad, se verá que los noruegos saben bien las espadas usar.”
Úlvur el Rojo en la proa se halla, buena era su naturaleza: “no avancéis más con la Sierpe, que tiene más larga la proa.”
El rey se halla en el puente de proa, de escarlata iba él vestido: “Ahora veo que mi proel está rojo y tiene miedo.”
“Rey, nunca me viste con tanto miedo, me atrevía bien a combatir, protege el puente de proa tan bien hoy como yo la proa defenderé.”
Airado estaba el rey, Úlvur a decir empieza: “¡Cálmate de nuevo, mi señor, Pues la ira angustia despierta!
Ólavur se halla en la cubierta, les dice a sus hombres: “¿Quién posee tantos barcos? no los conozco todavía.”
Respondió Torkil, hermano del rey, habla con pesadumbre: “El rey de Dinamarca y el rey de Suecia quieren tu muerte conquistar.”
“Miedo tienen los daneses de contra los noruegos ir, mejor sería que en casa se quedaran para bandadas de pájaros capturar.”
Mejor saben los suecos sus cuencos sacrificiales acariciar que acercarse a nosotros tanto que las sangrientas espadas humeen.”
Ólavur subió al puente de proa, decide hacia arriba mirar: “¿Quién posee estos grandes barcos que a babor de la Sierpe están?”
Respondió Herningur, cuñado del rey, deja estas palabras caer: “Los posee Eirikur, hijo de Hákun, destaca él por encima de todos.”
A ello respondió el rey Ólavur, se escuchará por doquier: “Duro será el juego de Hild noruegos contra noruegos lucharán.”
El rey de Suecia contra Ólavur arremetió una mañana, era como una hoguera contemplar, los barcos crujían.
Golpearon y pincharon los noruegos con espadas y lanzas, tan rápidamente caían los suecos como la hierba brota de las piedras.
El rey de Suecia grita fuerte, les ordena que huyan: “He perdido a mi mejor gente, me causó pesar el verlo.”
El rey de Dinamarca avanzó, tenía intención de vencer, los noruegos lo recibieron con dureza, los daneses empezaron a escasear.
El humo hasta las nubes subía, rojo el estrecho se veía, se dice que los daneses tuvieron que huir.
Eirikur avanza hacia la Sierpe con reluciente espada en la mano: “Ólavur no habrá de jactarse de que yo raudo de él me alejé.”
Juntaron nave con nave, ninguno quería huir: cabezas y cuerpos al mar se desploman, horrible era de ver.
Einar permanece cerca de proa con el arco al que Tambar llaman, cada vez que flechas del arco lanzaba debía un hombre caer.
Einar tensó el arco Tambar, la flecha de la cuerda tiraba, la flecha sobrevoló la cabeza del conde, la punta del timón estalló.
Einar lo tensó por segunda vez, pretendía al conde hacer caer, la flecha voló entre brazo y costado, nada al conde dañaba
Eirikur le dice a Finnur el Pequeño: “Te preguntaré una cosa, ¿quién es el que con certeros tiros pretendía en mí atinar?”
A eso respondió Finnur el Pequeño, ensangrentadas tenía las manos: “Es aquel hombre grande que cerca de proa permanece.”
El conde dice por segunda vez: “Esto te quiero proponer, dispara a ese hombre grande, ahora está mi vida en peligro.”
“A ese hombre nada puedo hacerle, pues no está sentenciado a morir, la cuerda del arco dejo tranquila, pues ese hombre suerte posee.”
Einar lo tensó por tercera vez, pretendía en el conde atinar, rompiese la cuerda de fuerte acero, en el arco empezó a crujir.
Todos oyeron la cuerda estallar, el rey se asombra: “¿Qué es eso en mi barco que tan horriblemente resuena?”
Respondió Einar el temblor de Tambar, arroja su arco: “¡Se ha deshecho Noruega en tus manos, rey, mi señor!”
“En manos del señor mi reino se halla Y no en el arco de Tambar, ¡coge uno de mis arcos y verás para qué sirven!”
“¡Endebles son los arcos del rey!” Einar decide responder, “Cogeré escudo y espada, golpes yo no escatimaré.”
Aún había gente en proa y popa, perfectamente lo recuerdo, penoso era en mitad del barco, pues ahí empezó la gente a escasear.
Eirikur dio un brinco hacia la Sierpe, bien portaba espada en mano, herningur saltó del puente de proa, contra él se dirigió.
Lucharon en mitad del barco, lo quiero yo contar, de espaldas debió el conde saltar de nuevo sobre el amplio Jarnbardur.
El conde escogió bravos héroes, pocos se encuentran iguales, rápidamente de nuevo a la Sierpe saltó, entonces debió Herningur ceder.
Úlvur el rojo desde la proa salta, ahora está la proa desierta, flotaba tanta sangre en la Sierpe que la nave parecía roja.
Dura fue la batalla en mitad del barco, espadas contra escudos resuenan, Úlvur y Einar, célebres campeones, a los héroes de Eirikur hacen caer.
Eirikur fue por segunda vez de nuevo a cubierta arrojado, entonces vio él que proa y popa de la Sierpe estaban tomadas.
El conde se incorpora por tercera vez: “Ahora no cejaré.” Entonces cayeron Úlvur y Herningur con todos sus héroes.
El rey grita en el puente de proa: “Ya está la derrota a la mano: ¡Saltad al mar, mis hombres, aquí no habrá un buen final!”
El rey se lanzó al mar, los héroes le siguieron, el hermano del rey el último fue, hicieron como el rey quería.
Eirikur obtuvo pues la Larga Sierpe, ningún otro pudo, cogió él mismo el timón con la mano y la alejó del estrecho.
Tres caudillos en tierra se hallan, otean por doquier, desde el sur ven a la hermosa nave la mar surcar.
El rey de Dinamarca a decir empieza: “todo me irá bien; que Cristo bendiga mis dos ojos, ya veo a la Larga Sierpe.”
Eirikur se hallaba allí cerca, les dice a sus hombres: “El rey de Dinamarca no ve a la Sierpe aún.”
Avanzaba una gran nave, los héroes se sorprendieron, el rey de Suecia al conde dice: “ahora a la Sierpe veo.”
“Alejad el barco de tierra, los remos en las manos coged, ¡no dejéis a Ólavur escabullirse, a pocos considera sus iguales!”
Eirikur otea la mar, les dice a sus hombres: “lo juro por el verdadero Dios, no ven a la Sierpe todavía.”
El rey de Dinamarca y el rey de Suecia sujetan el rojo mango: “el conde Eirikur miedo tiene de vengar de su padre la muerte.
Airado estaba el conde, dice con mal ánimo: “con más que bravuconadas a los noruegos se vencerá.”
Eirikur se halla en el verde campo, empieza ahora a caminar: “¡sed rápidos en la cubierta del barco, ya veo a la Larga Sierpe!”
Todos vieron a la Sierpe venir, todos se sorprendieron de ella. De seda eran las velas y la proa de oro se recubría
Se pusieron a avanzar con espadas y lanzas, a los noruegos vieron en la Sierpe, titubean en hacerle frente.
Ólavur les dice a sus hombres: “caro me comprarán, nunca he temido una batalla, hoy no saldré corriendo.”
“Dirigid el barco a la batalla, las velas a cubierta arriad, se verá que los noruegos saben bien las espadas usar.”
Úlvur el Rojo en la proa se halla, buena era su naturaleza: “no avancéis más con la Sierpe, que tiene más larga la proa.”
El rey se halla en el puente de proa, de escarlata iba él vestido: “Ahora veo que mi proel está rojo y tiene miedo.”
“Rey, nunca me viste con tanto miedo, me atrevía bien a combatir, protege el puente de proa tan bien hoy como yo la proa defenderé.”
Airado estaba el rey, Úlvur a decir empieza: “¡Cálmate de nuevo, mi señor, Pues la ira angustia despierta!
Ólavur se halla en la cubierta, les dice a sus hombres: “¿Quién posee tantos barcos? no los conozco todavía.”
Respondió Torkil, hermano del rey, habla con pesadumbre: “El rey de Dinamarca y el rey de Suecia quieren tu muerte conquistar.”
“Miedo tienen los daneses de contra los noruegos ir, mejor sería que en casa se quedaran para bandadas de pájaros capturar.”
Mejor saben los suecos sus cuencos sacrificiales acariciar que acercarse a nosotros tanto que las sangrientas espadas humeen.”
Ólavur subió al puente de proa, decide hacia arriba mirar: “¿Quién posee estos grandes barcos que a babor de la Sierpe están?”
Respondió Herningur, cuñado del rey, deja estas palabras caer: “Los posee Eirikur, hijo de Hákun, destaca él por encima de todos.”
A ello respondió el rey Ólavur, se escuchará por doquier: “Duro será el juego de Hild noruegos contra noruegos lucharán.”
El rey de Suecia contra Ólavur arremetió una mañana, era como una hoguera contemplar, los barcos crujían.
Golpearon y pincharon los noruegos con espadas y lanzas, tan rápidamente caían los suecos como la hierba brota de las piedras.
El rey de Suecia grita fuerte, les ordena que huyan: “He perdido a mi mejor gente, me causó pesar el verlo.”
El rey de Dinamarca avanzó, tenía intención de vencer, los noruegos lo recibieron con dureza, los daneses empezaron a escasear.
El humo hasta las nubes subía, rojo el estrecho se veía, se dice que los daneses tuvieron que huir.
Eirikur avanza hacia la Sierpe con reluciente espada en la mano: “Ólavur no habrá de jactarse de que yo raudo de él me alejé.”
Juntaron nave con nave, ninguno quería huir: cabezas y cuerpos al mar se desploman, horrible era de ver.
Einar permanece cerca de proa con el arco al que Tambar llaman, cada vez que flechas del arco lanzaba debía un hombre caer.
Einar tensó el arco Tambar, la flecha de la cuerda tiraba, la flecha sobrevoló la cabeza del conde, la punta del timón estalló.
Einar lo tensó por segunda vez, pretendía al conde hacer caer, la flecha voló entre brazo y costado, nada al conde dañaba
Eirikur le dice a Finnur el Pequeño: “Te preguntaré una cosa, ¿quién es el que con certeros tiros pretendía en mí atinar?”
A eso respondió Finnur el Pequeño, ensangrentadas tenía las manos: “Es aquel hombre grande que cerca de proa permanece.”
El conde dice por segunda vez: “Esto te quiero proponer, dispara a ese hombre grande, ahora está mi vida en peligro.”
“A ese hombre nada puedo hacerle, pues no está sentenciado a morir, la cuerda del arco dejo tranquila, pues ese hombre suerte posee.”
Einar lo tensó por tercera vez, pretendía en el conde atinar, rompiese la cuerda de fuerte acero, en el arco empezó a crujir.
Todos oyeron la cuerda estallar, el rey se asombra: “¿Qué es eso en mi barco que tan horriblemente resuena?”
Respondió Einar el temblor de Tambar, arroja su arco: “¡Se ha deshecho Noruega en tus manos, rey, mi señor!”
“En manos del señor mi reino se halla Y no en el arco de Tambar, ¡coge uno de mis arcos y verás para qué sirven!”
“¡Endebles son los arcos del rey!” Einar decide responder, “Cogeré escudo y espada, golpes yo no escatimaré.”
Aún había gente en proa y popa, perfectamente lo recuerdo, penoso era en mitad del barco, pues ahí empezó la gente a escasear.
Eirikur dio un brinco hacia la Sierpe, bien portaba espada en mano, herningur saltó del puente de proa, contra él se dirigió.
Lucharon en mitad del barco, lo quiero yo contar, de espaldas debió el conde saltar de nuevo sobre el amplio Jarnbardur.
El conde escogió bravos héroes, pocos se encuentran iguales, rápidamente de nuevo a la Sierpe saltó, entonces debió Herningur ceder.
Úlvur el rojo desde la proa salta, ahora está la proa desierta, flotaba tanta sangre en la Sierpe que la nave parecía roja.
Dura fue la batalla en mitad del barco, espadas contra escudos resuenan, Úlvur y Einar, célebres campeones, a los héroes de Eirikur hacen caer.
Eirikur fue por segunda vez de nuevo a cubierta arrojado, entonces vio él que proa y popa de la Sierpe estaban tomadas.
El conde se incorpora por tercera vez: “Ahora no cejaré.” Entonces cayeron Úlvur y Herningur con todos sus héroes.
El rey grita en el puente de proa: “Ya está la derrota a la mano: ¡Saltad al mar, mis hombres, aquí no habrá un buen final!”
El rey se lanzó al mar, los héroes le siguieron, el hermano del rey el último fue, hicieron como el rey quería.
Eirikur obtuvo pues la Larga Sierpe, ningún otro pudo, cogió él mismo el timón con la mano y la alejó del estrecho.
Esta balada es interpretada como cantos tradicionales en las Islas Feroe
De igual manera, el grupo de Heavy Metal Týr realizaron una adaptación de dicha balada.
Y los cuatro ocuparán su lugar entre las estrellas
Sus legiones ascenderán, imparables como la caída de la noche
Un sudario de muerte caerá sobre el espíritu
Y la galaxia se vestirá de luto.
Sus legiones ascenderán, imparables como la caída de la noche
Un sudario de muerte caerá sobre el espíritu
Y la galaxia se vestirá de luto.