21-02-2014, 01:11 AM
Renwick es un pequeño pueblo del norte de Inglaterra cuya iglesia guarda en su interior uno de los relatos más sorprendentes. Se trata de unos documentos fechados en el siglo XVIII, que describen un insólito suceso ocurrido en el citado templo mientras se efectuaba una restauración del mismo.
Sucedió en 1733, cuando unos trabajadores levantaron el piso de una iglesia y se encontraron con algo que los marcó de tal manera que dejaron una crónica escrita sobre los hechos, crónica que ha llegado hasta nuestros días. Un terrible monstruo alado surgió de entre los cimientos en actitud defensiva, aparentemente al ser despertado de su largo letargo. El animal fue descrito por los trabajadores de una forma que hoy coincide con otras descripciones que se atribuyen al mítico basilisco. El monstruo, además de atemorizar a los trabajadores, hizo lo mismo con la población, que corrió desesperada buscando refugio donde resguardarse de la furia del animal, que sobrevolaba el pueblo en círculos emitiendo unos temibles sonidos parecidos a los graznidos de un cuervo. En pocos minutos, uno de los trabajadores, John Tallantire, se armó de valor y con una vara de serbal, árbol que se creía poseía propiedades mágicas, se enzarzó en una feroz lucha con el monstruoso engendro en el patio de la iglesia, hasta que al final, tras una ardua batalla en la que casi pierde la vida, logró acabar con el presunto basilisco para siempre. En las crónicas recogidas en la iglesia se cuenta que este hombre fue recompensado por el agradecido pueblo, quien le dio control absoluto de su cabaña y lo eximieron de pagar las cuotas parroquiales de por vida. Toda una muestra de agradecimiento y generosidad para la época.
Sucedió en 1733, cuando unos trabajadores levantaron el piso de una iglesia y se encontraron con algo que los marcó de tal manera que dejaron una crónica escrita sobre los hechos, crónica que ha llegado hasta nuestros días. Un terrible monstruo alado surgió de entre los cimientos en actitud defensiva, aparentemente al ser despertado de su largo letargo. El animal fue descrito por los trabajadores de una forma que hoy coincide con otras descripciones que se atribuyen al mítico basilisco. El monstruo, además de atemorizar a los trabajadores, hizo lo mismo con la población, que corrió desesperada buscando refugio donde resguardarse de la furia del animal, que sobrevolaba el pueblo en círculos emitiendo unos temibles sonidos parecidos a los graznidos de un cuervo. En pocos minutos, uno de los trabajadores, John Tallantire, se armó de valor y con una vara de serbal, árbol que se creía poseía propiedades mágicas, se enzarzó en una feroz lucha con el monstruoso engendro en el patio de la iglesia, hasta que al final, tras una ardua batalla en la que casi pierde la vida, logró acabar con el presunto basilisco para siempre. En las crónicas recogidas en la iglesia se cuenta que este hombre fue recompensado por el agradecido pueblo, quien le dio control absoluto de su cabaña y lo eximieron de pagar las cuotas parroquiales de por vida. Toda una muestra de agradecimiento y generosidad para la época.