21-10-2017, 03:04 PM
Según la cultura japonesa, el hilo rojo del destino se encuentra atado a nuestros meñiques desde que nacemos hasta nuestra muerte.
Este hilo conecta a dos personas predestinadas a conocerse. Siempre encontraremos a esa persona especial, aunque solo sea para conocerla.
El hilo es invisible al ojo humano, puede enredarse o estirarse pero nunca romperse.
Cuenta la leyenda que hubo un emperador que se enteró de que había una bruja que podía ver el hilo del destino, el emperador mando a llamarla y le pidió que le dijera donde acababa su hilo.
La bruja aceptó y empezó a seguir su hilo hasta llegar a una pequeña aldea en la cual había una mujer pobre y su bebe. La bruja le dijo que ahí terminaba su hilo. El emperador, al ver a la mujer creyó que la bruja le tomaba el pelo y cuando la mujer pobre se iba, el emperador enfadado la empujó haciendo que su bebe se cayera, haciéndose una cicatriz en su rostro. Después de eso, el emperador mandó a cortar la cabeza de la bruja.
Pasaron los años y el día en el que el emperador debería casarse llegó, algunos discípulos suyos le recomendaron casarse con una joven, hija de un general muy poderoso. Él aceptó y, en el día de la boda, la hija iba con un gran velo que cubría todo su rostro, el general subió el velo y miró en su rostro una cicatriz peculiar.