Días duros, la lucha contra los Ayakashi que rondan sin parar por la ciudad deja pocos ratos para relajarse. Pese a ello Yato disfruta de sus días junto a sus amigos Hiyori y Yukine. Aunque muchos ven a este dios en desgracia, su convicción es fuerte, ya nunca será un dios de la calamidad, se dedicara a ayudar a los demás y solo luchar cuando tenga que proteger a sus queridos amigos. Por primera vez sonríe al ver caer los copos de nieve, que jamás volverán a teñirse de rojo.

La nieve caía, caía sin parar. A pesar de la escena que ahí se contemplaba. No daba crédito, cuerpos totalmente desmembrados, los que antes habían sido sus compañeros de aventuras yacían en este desierto blanco.

 

Todo por culpa de ese hombre, ese despreciable desertor. ¿Porque?  ¿Porque lo has hecho?- se preguntaba el marine con un hilo de voz.

Inmente, su muerte llegó. Lo último que pudo ver Smoke antes de ser sepultado por una tumba invernal fueron esos ojos impasibles, fríos y oscuros del ex-almirante Aokiji.