Yo tengo la mía muy clara, cuando era joven me conseguí una partner que constantemente cruzaba los límites personales y hasta morales de lo que podía hacer. Pero yo no le decía nada debido a que ella pasaba por un momento desagradable en su vida (no hagan eso, su seguridad personal siempre está primero). 
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Tengo por ahí otra experiencia de una persona que constantemente pedía ser favorecida en la historia y enviaba mensajes incómodos a otros jugadores. 

La otra me pasó hace unos días y si bien no es lo peor, es lo que tengo más fresco. Organicé un pequeño rol por messenger sabiendo bien que la medida de edad de los jugadores es bastante reducida. Aunque permití "habilidades" en el rol, dejé claro que no era un rol battle y que nerfearía cualquier cosa op. Nombré un co admin bastante capaz. 
Bastó un día de ausencia para que otros usuarios enredadan mi trama con monstruos nuevos, mascotas con poderes Op que usaron una vez y se olvidaron de ellas, control de los personajes de otros jugadores, control de poderes de otros jugadores que ni por asomo tenían en la ficha. Yo agradezco el entusiasmo y la actividad pero se hizo un desastre que provocó que dos o tres personas rolearan battle todo el día y las demás las observaran sin saber que hacer. 

Yo estoy activo en el mundo del BDSM como sumiso. El BDSM no es más que un conjunto de juegos de rol con tono sexual, por eso lo incluyo. La diferencia es que las consecuencias son bien reales, jejeje.
Hace unos meses una dómina que conocí en un club BDSM empezó a jugar conmigo y en un momento dado me puso unas pinzas de tender la ropa en mis pezones pero mis pezones no eran buenos para esos pues son bien cortitos. ¿La solución? Colocarme unas pinzas con punta de goma que tenían un muelle bastante duro. Apretaban bastante pero para contentarla aguanté el dolor.
Pasaron unos pocos minutos y ya no podía más, realmente esas pinzas apretaban mucho más que otras que habían usado en mí en otras ocasiones. Le pedí educadamente a la dómina que me las quitara (estaba maniatado por la espalda y por abajo) pero para mi sorpresa pretendía quitarlas de un tirón. En ese momento me asusté bastante y le pedí de nuevo que me quitara las pinzas con cuidado pues me dolía bastante y no quería arriesgar a hacerme un daño serio.
Alguno pensará que la dómina sólo estaba jugueteando y que en realidad iba a cambiar de opinión pero con mis años de experiencia y mi habilidad para leer caras no vi que eso fuera a pasar. Me había topado con alguna señorita que no estaba muy bien de la cabeza por lo que acabé levantándome (estaba también de rodillas) y me fui a encontrar a un amigo para que me quitara las malditas pinzas.
¡Tened cuidado al elegir dómina con la que jugar, algunas no están bien de la cabeza!