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El universo ha estado en la oscuridad de la no existencia durante bastante tiempo.  Pero el Altísimo materializó de la semilla el huevo dorado en el que habitaba el Progenitor de todos: la Primavera (Vara). Poco a poco se fue llenando de amor y, finalmente, la presión interior rompió el huevo sagrado con esta fuerza primaria y poderosa que se convirtió en una mujer: la diosa Lada, que llevaba este gran sentimiento por todo el universo.

Entonces Rod (otra dedidad que nació al comienzó de todo y cuyó poder era controlar los cuerpos celestes) creó dos mundos: Celestial  y Celeste,  dividiendo así la Luz (mente) y la Oscuridad (ignorancia).  De sus palabras apareció  Barma, el dios de las palabras, la poesía y el sonido, que a su vez llevaba la doctrina de los dioses y sus instrucciones sobre las reglas de la vida en todo el mundo. De su aliento surgió Svarog: el dios de los eslavos, el padre del mundo material, a quien los eslavos llamaban respetuosamente el Padre Celestial. Rod le dio hasta cuatro cabezas, una para cada lado del mundo, para que controle completamente lo que está sucediendo.
Entonces Rod se convirtió en un manantial y se apareció al mundo en la imagen del Océano Mundial, de cuya espuma, como Afrodita en la mitología griega, nació el Pato del mundo. Se convirtió en la Madre de muchas deidades, semidioses y seres superiores. Así surgió el primer mito sobre la creación de la tierra.

Chernobog; el señor de las tinieblas, tenía su mente abrumada por la injusticia y sucumbió a las tentaciones del mundo y planeó someterlo, así que se convirtió en la Serpiente Negra y salió de su guarida.
Svarog era el dios que mantenía un ojo en el mundo, ya que sentía que algo andaba mal fue a su forja y acarició su poderoso martillo contra la forja ardiente para crearse más dioses que le ayudarán.
El primero que nació del fuego de la forja fue Dazhbog, Horse, Stribog y Simargl. Mientras se creaban nuevos dioses, la Serpiente Negra se arrastró sobre la tierra para corromperla y a los hombres que vivían en ella. Svarog envió a Dazhbog y Simargl a ver lo que está sucediendo en la tierra de los hombres, y al ver que tenían algo que ver, muchos ya han sido corrompidos por Chernobog y una guerra estaba a punto de comenzar.
Volviendo al Nav Svarog fue informado por sus hijos que una guerra entre el bien y el mal comenzará. Svarog los escuchó y comenzó a golpear su forja celestial para armar a su ejército, porque para derrotar a Chernobog tuvo que luchar con intensidad luminosa.
Chernobog corrompió tanto a los hombres que él y sus fuerzas malvadas del mundo lucharon finalmente su camino en el palacio celestial en la cima del árbol del mundo, en su locura comenzaron a invadir el mundo de Svarogs forjarse a sí mismo.
Rápidamente Svarog creó un cofre mágico y tan pronto como Chernobog apareció en la puerta de la forja, Svarog pidió la ayuda de los dioses de sus hijos y juntos vencieron a la serpiente.
Finalmente capturando Chernobog en el pecho, el dios negro maldito fue derrotado, y en su miseria le pidió a Svarog que perdonara a su descendencia malvada, los hombres de este mundo. Svarog decidió perdonar a los hombres en su justicia y porque al final él mismo creó a los hombres defectuosos como son.
Sin embargo, había una condición para evitarlos, dijo a Chernobog que nunca más el mundo podría ser controlado por la oscuridad en su totalidad, y Chernobog tuvo que estar de acuerdo.
El mundo de los hombres fue restaurado y la mitad del mundo de nuevo fue cubierto por la luz del día que brillaba desde la ardiente fragua de Svarog, mientras que la otra mitad permaneció en la oscuridad, así es como el ciclo de la noche y el día llegó al mundo de los humanos.

Impulsado por el odio a los dioses del Cielo que lo desterraron al inframundo, Velés tramó contra estos. Aconsejado por  una la bruja Baba Yagá, lo convenció de que robara las vacas celestiales a los dioses, como un acto de venganza contra Perún y el resto de divinidades celestiales.
Al principio se resistió a hacerlo, pero después de un tiempo recordó lo que le habían hecho y aceptó la propuesta de Baba Yagá. Ella creó un torbellino desde el suelo hasta el cielo y todas las vacas celestiales cayeron al inframundo a través de ese torbellino. Velés los escondió en una gran cueva.
Como ya no había vacas celestiales en los cielos, ya comenzó una sequía mortal y la gente estaba desesperada. Los pastos y las cosechas murieron, los lobos atacaron las aldeas, pero la locura también gobernó a los hombres y comenzaron a robarse el ganado entre ellos.
Perún y Dazhbog escucharon las oraciones de los hombres y decidieron ayudar al mundo una vez más, bajaron a las puertas del inframundo y esperaron a que Velés apareciera, pero Velés estaba conspirando para atacarlos por detrás.
Perún perdió toda la paciencia y golpeó el inframundo con su rayo, pero Dazhbog detuvo el trueno porque temía que si dañaba el inframundo, los árboles enraizaban, eventualmente haría que todo el árbol del mundo cayera. Mientras discutían, Velés se convirtió en serpiente y los atacó por detrás, Perún se defendió mientras que Dazhbog se deslizó rápidamente al inframundo para buscar el ganado.
La batalla épica duró días y Perún volvió a derrotar a Veles, pero ahora el malvado dios del inframundo no quería revelar dónde escondía las vacas celestiales. Dazhbog finalmente los encontró y le gritó a Perún dónde golpear la montaña para liberar al ganado. Así que se hizo y la montaña se dividió en dos partes para que las vacas celestiales regresaran al cielo y el mundo de los hombres tuviera la lluvia una vez más.